POR: VICTORIA FREIRE
Después de la marea verde que agitó las aguas del 2018, este 8 de marzo va a ser la primera gran movilización de un año donde se juega fuerte. La intensidad y los poros por donde estalle la cuarta ola feminista todavía no sabemos cuáles son, pero podemos intuir que van a hacerse notar.
El movimiento feminista es el actor más dinámico y más potente en nuestro país en este tiempo. A su vez, es un movimiento que se construye y desarrolla trasversalmente, lo cual le da la capacidad para marcar la agenda e influir en un proyecto político que se piense integralmente y que permita que no haya desigualdades.
Los principales ejes de esta fecha tienen que ver históricamente con los derechos laborales, las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, la brecha salarial, la precarización y los índices de desocupación que nos afectan particularmente como mujeres, lesbianas, travestis y trans. También la denuncia a las distintas formas de violencia, la legalización del aborto, así como la defensa de los derechos ya conquistados como la Interrupción Legal del Embarazo que rige desde 1921. Ante esta realidad, la responsabilidad del Estado hoy se limita a expresiones discursivas ya que políticas fundamentales como la Ley de Educación Sexual Integral y los programas de salud sexual y procreación se subjecutan o no se implementan.
Este año los femicidios, travesticidios siguen siendo noticia, y casos como el de la niña embarazada fruto de una violación en Tucumán, a la cual obligaron a tener una cesárea cuando ella tenía derecho por ley a acceder a la ILE (Interrupción Legal del Embarazo) , nos muestran que hay muchos motivos para seguir luchando. Todas estas variables están agravadas en el contexto de crisis económica actual, con una deuda nacional que crece mientras cierran empresas y fábricas. Nuestro desafío en este año electoral es, por lo tanto, incidir en la agenda pública con nuestras demandas, aportar en las políticas que necesitamos para transformar la desigualdad, y derrotar en las urnas el modelo de Cambiemos. Porque con más pobreza y menos Estado no hay posibilidad para avanzar hacia una sociedad feminista ni igualitaria.
El punto del cual partimos es muy alto. Nuestro movimiento impulsó paros internacionales, vigilias por el derecho al aborto, inundamos las calles con los pañuelos verdes, nos organizamos en todos los espacios. Estamos provocando cambios subjetivos y sociales inmensos, con la perspectiva de ampliar derechos. Ya nadie piensa sus acciones o sus discursos como antes.
El poder feminista está cambiando la historia de todas las pibas y pibes. En un contexto de avanzada fascista a nivel continental, que tiene a Bolsonaro en Brasil como el principal referente en nuestra región, esta batalla es una cuestión de vida. A los closets y los calabozos no volvemos nunca más.
Este 8M vamos mostrar que estamos fuertes y unidas, y no vamos a dar ni un paso atrás.
POR: VICTORIA FREIRE.