“Puede haber un candidato que gane en primera vuelta”

POR IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE

 

Roberto Starke, politólogo egresado de la Universidad del Salvador y magister por la Universidad de Georgetown, nos recibe en las oficinas de la consultora que lleva su apellido, Starke Labs. Un cuadro de Winston Churchill, recuerdos de su paso por Washington y una extensa biblioteca con libros sobre consultoría política son los primeros vistazos que tenemos de su rol como consultor. 

 

Desde hace años, las consultoras son grandes protagonistas de la política argentina y mundial. Pero no siempre fue así. Starke identifica el momento de nacimiento y su incursión en este mundo con el retorno democrático: “Empecé en esto en 1983, cuando me sume a la campaña de Alfonsín. Ahí comencé a descubrir este mundo, muy de a poco”. El surgimiento de la consultoría política respondía a una demanda: el régimen democrático se institucionalizaba y se proyectaba a futuro: “inevitablemente los políticos comenzaron a vivir de la política y eso llevó a que muchos trataran de observar cómo se posicionaban de la mejor manera posible frente a determinadas circunstancias. En ese sentido, surgieron algunas personas, como nosotros, que comenzamos a asesorarlos”.

 

El rol del consultor se centra en explotar las potencialidades de dirigentes políticos tanto en su gestión de gobierno, pero también en el contexto electoral: “A los políticos les gusta ganar”. La mayoría de los clientes que se acercan a la consultora lo hacen con un fin: mejorar su posición y, en caso de ser posible, ganar. Pero alcanzar ese resultado, nos aclara, tiene que ser entendido en sentido amplio: “Ganar una elección en posicionamiento, imagen y reputación”. Por eso, la consultoría política tiene su momento más álgido durante las elecciones, pero es un trabajo de todos los días, incluso años no electorales.

 

Starke nos cuenta que en el rol del asesor no distingue ideologías: “Trabajé con Ricardo López Murphy, en 2003, y, en 2017, con Nicolás del Caño”. La amplitud ideológica se puede explicar porque la consultoría puede pensarse como una herramienta objetiva: “Miramos una realidad, le decimos dónde está el político ubicado en ella y cómo puede comenzar a modificarla para mejorar su situación personal y partidaria, pero esos son consejos absolutamente objetivos”.

 

“EL CONSULTOR POLÍTICO ES EL QUE ASESORA A LAS FIGURAS POLÍTICAS SOBRE SU POSICIONAMIENTO FRENTE A DIFERENTES PÚBLICOS. EN GENERAL LO QUE HACEMOS ES TRATAR DE MEJORAR LA POSICIÓN DE LOS POLÍTICOS EN EL CONTEXTO GENERAL DEL ESCENARIO ELECTORAL Y EN OTROS ESCENARIOS”, ASEGURA EL CONSULTOR ROBERTO STARKE.

Indecisos

 

Las campañas electorales son vitales. Muchos electores tienen su voto decidido más allá de los spots, videos y declaraciones que se oyen los días y previos a la elección. Pero otros mantienen su duda hasta último momento: los indecisos. Ellos son los susceptibles y a quienes se puede convencer de votar por un candidato o por otro: hoy podrían votar a Macri o Fernández. Las campañas se centran en ellos, pueden ser fundamentales para determinar un ganador.

 

—¿Cómo convence un candidato a los indecisos?

 

—Primero, hay que estudiarlos muy de cerca, para ver el porqué están indecisos. Y segundo, ver si las condiciones y características de los candidatos pueden llegar a los indecisos y puede establecerse un nexo entre ellos. Es un trabajo donde se necesitan instrumentos adecuados. No es una cuestión de olfato, que pertenece al político; nosotros lo que le damos es el marco de referencia donde él puede actuar y desarrollar esas condiciones.

 

En el plano actual, ¿ves a alguno de los dos candidatos mejor posicionado para convencerlos?  

 

—Nosotros no los hemos estudiado. Dicen que están alrededor del 8% (dos millones de personas, aproximadamente). Hablando a ojo de buen cubero, en esos indecisos lo que se percibía en algún momento es que había segmentos más jóvenes de gente que estaba alejada de la política, no muy convencida e interesada en la cuestión política. Para llegar a ese segmento, quizás Fernández está un poquito mejor posicionado que Macri, quien apunta a personas de mayor edad; en los sectores más jóvenes penetra mejor la mística de los K, que la racionalidad de los M. 

 

¿Existe alguna forma de comprobar efectivamente si la campaña fue el factor que llevó a un candidato a ganar?

 

—Las campañas son fundamentales, pero tampoco son la panacea. Los candidatos por muy buenas campañas que hagan muchas veces no tienen éxito en los fines que buscan. Depende un poco de cómo se enfoque el problema. Las campañas son importantes porque permiten al candidato estar en carrera y saber que está corriendo, pero no necesariamente va a llegar a la meta. Yo conozco campañas magníficas que no tuvieron el éxito que uno esperaba y conocí candidatos donde la campaña no era tan buena y a quienes les sonrió la fortuna y fueron electos.

 

En cuanto a las campañas presidenciales, ¿Cómo ves las que están llevando adelante Alberto Fernández y Mauricio Macri?

 

—Mauricio Macri está haciendo una muy buena campaña y, no por nada, aumentó sus adhesiones y su intención de voto, pese a la situación que se está viviendo en Argentina. Alberto Fernández me parece que tiene una campaña mucho más desordenada. Esto se debe a muchos factores. Fernández representa a una coalición un poquito dispar, que él mismo no puede controlar: hay mucha gente que opina distinto en las metas de corto y mediano plazo, lo cual, en una campaña, hace ruido. No es el caso de Macri que tiene una campaña más homogénea y ordenada, entre otras cosas porque tiene el aparato del Estado; es cancha inclinada en término de elecciones, cuenta con una ventaja y la está aprovechando. 

 

El primer spot de Alberto Fernández tenía un mensaje particular, mostrarlo como “un tipo común”. ¿A qué electorado apuntaba ese mensaje?

 

—Me parece que apunta al electorado para el cual Fernández fue nombrado: el electorado independiente. Pero le cuesta llegar a él. Aunque haga un esfuerzo, aunque pasee al perro, aunque salga cocinando, mi impresión es que la gente mucho no le cree.

 “La encuesta no es una película, es una fotografía de un momento”

 

Las encuestas son una herramienta muy criticada. Muchas veces se desconfía de ellas por las diferencias que proyectan y los resultados efectivos. Podríamos recordar los casos de las encuestas estadounidenses que daban como triunfante en la elección presidencial de 2016 a Hillary Clinton. Más cercano en tiempo y espacio, a principios de este año en Neuquén, algunas encuestas daban como ganador al candidato de la oposición, Ramón Rioseco, mientras que en los resultados finales quedó a una larga distancia de Omar Gutierrez, gobernador reelecto. Las encuestas son un motivo de discusión.Sin embargo, a pesar de los traspié, siguen circulando y siendo motivos de consulta. Roberto Starke nos explica el porqué. 

 

¿Qué tan importante son las encuestas al momento de asesorar a un candidato? 

 

—Son importantes. Pero me parece que le estamos dando un rol sobredimensionado, creemos que nos van a explicar cómo viene el futuro y no es así. Lo que nos marca la encuesta son ciertas y determinadas tendencias: la encuesta no es una película, es una fotografía de un momento, puede mostrar dónde está posicionada la gente y cuáles son sus preferencias. En la medida en que la segmentación, la muestra y el cuestionario estén bien realizados, la encuesta marca algunas tendencias que permiten saber el marco en el cual un político se encuentra y cuáles pueden ser las ventajas y desventajas que puede sacar en ese contexto. 

 

¿Cuánto influyen las encuestas en una elección? 

 

—Se suele decir que las encuestas pueden llegar a tener una influencia muy importante en el clima político, esto depende del momento en que se difunda la encuesta. Como ahora no se pueden difundir encuestas hasta 10 días antes de la elección, ya perdieron un poco de efecto. La encuesta es una herramienta, pero no es la llave que abre las puertas del reino.

 

“Se suele decir que las encuestas pueden llegar a tener una influencia muy importante en el clima político, esto depende del momento en que se difunda la encuesta”.

 

Muchas veces se dice que las encuestas que leemos son aquellas que los partidos quieren que veamos. ¿Es efectivamente así? 

 

—Absolutamente. Son las encuestas que los candidatos quieren que se muestre. Lo ideal sería que no se revelen, que sirvan para el candidato y para su equipo porque es una herramienta de trabajo. Pero cualquier herramienta de trabajo se puede transformar en una herramienta política y de comunicación; puede dar al político resultados muy mejorados respecto a los que se esperaba y, por lo tanto, cambiar las expectativas de su candidatura. El cambio no ocurre tanto en la gente, sino en las élites políticas y tecnocráticas.

“Puede haber un candidato que gane en primera vuelta”

 

Este lunes ya tendremos seleccionados a los candidatos que competirán en octubre. En la lucha por la presidencia, las encuestas posicionan un poco mejor a los Fernández; la mayoría los sitúa alrededor de los 40 puntos. Mauricio Macri estaría un poco más relegado. En la Ciudad de Buenos Aires el panorama es otro: Horacio Rodríguez Larreta, mejor posicionado, busca renovar su mandato enfrentándose a Matías Lammens, presidente de San Lorenzo y candidato del peronismo.  

 

En la provincia de Buenos Aires, la gobernadora de Juntos por el Cambio con mayor imagen positiva, Maria Eugenia Vidal, podría el 27 de octubre armar las valijas y abandonar la casa de Gobierno bonaerense, frente a la dupla peronista Axel Kicillof – Verónica Magario. 

 

¿Qué escenarios proyectás para las PASO y las generales? ¿Hay balotaje?

 

—No me gusta hacer predicciones. En función de algunos números que tenemos, la sensación de nuestro equipo es que Fernández se va a imponer por pocos puntos sobre Mauricio Macri. La polarización se acentuó mucho, los dos primeros han llegado a casi el 80% del electorado, es decir que queda un 20% derivado a otras fuerzas. Lo que tenemos que ver es qué tipo de diferencia hay; si hay tres, cuatro o cinco puntos de diferencia. Me parece que la situación es bastante interesante y puede haber una elección en octubre muy competitiva. Si la diferencia es mayor, en octubre puede haber un candidato que gane en primera vuelta.

 

¿Y en la Ciudad de Buenos Aires?¿Hay balotaje?

 

—Veo a Horacio Rodríguez Larreta muy consolidado; la posibilidad de Lammens de hacerle algún grado de sombra es muy baja. A Lammens le falta un poco de experiencia y cancha en este sentido; por más que es un dirigente futbolero, una cosa es ser un dirigente de fútbol y otra es dedicarse a la política, algunas de sus declaraciones hacen un poco de ruido en el tema. Además, tiene una campaña un poquito desordenada, sin dejar de mencionar que se enfrenta con un aparato muy bien montado. En este sentido, hay que apuntar a algo muy importante: Juntos por el Cambio sabe hacer campañas; de gobernar poquito, pero de campaña mucho. Rodríguez Larreta hará valer la gestión, que es muy fuerte en la ciudad. Esa imagen de gestión lo ayuda y lo ha consolidado fuertemente. Mi sensación es que puede llegar a ganar en primera vuelta.

 

En provincia de Buenos Aires, distintas encuestas dicen que Kicillof está un poco mejor, sobre todo cuando se lo pega a la boleta de Alberto Fernández ¿Creés que puede ganarle a Vidal?

 

—Vidal es una gran candidata. Es la mejor política que tiene Juntos por el Cambio y ha hecho valer la cualidad que tiene: es una mujer muy sensible, muy perceptiva, astuta y sabe acomodarse a las circunstancias. Reúne todas las condiciones de una buena política y, por lo tanto, frente a la figura de Kicillof juega en gran ventaja. Ahora bien, la ventaja de Kicillof es su madrina, Cristina Fernández de Kirchner, a quien en la provincia de Buenos Aires le está yendo muy bien. La elección depende de los resultados del conurbano, en la tercera sección electoral [que tiene como cabecera al municipio de La Matanza] y en la primera [la zona norte del conurbano bonaerense]. En la tercera pareciera que el kirchnerismo tiene una ventaja (yo creo que es menor de lo que todos imaginamos). En la primera sección están casi empatados, y va a ser la que termine definiendo quién es electo gobernador. Es una elección muy peleada, pero Vidal tiene más uñas de guitarrera que Kicillof.

 

¿Qué pasa con el PRO como partido si pierde la nación?  

 

—El PRO ya tiene muchos años. Estuvo muchos años en el Gobierno de la Ciudad y tiene esta experiencia, no del todo halagüeña, en el Gobierno Nacional. Ya está bastante consolidado como estructura partidaria. Mi impresión es que si llegan a perder las elecciones, va a haber una especie de tsunami que se va a llevar una generación de políticos, pero va a surgir una nueva. Esa nueva generación está empujando; ahí está Cristian Ritondo, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. El PRO no va a desaparecer porque pierda esta elección, pero va a tener que reconstruirse. No es sencillo. Hay que tener voluntad y, fundamentalmente, tener dos o tres liderazgos claros que sepan qué hacer y cómo hacerlo. Si eso no se encuentra, puede ocurrir una convulsión interna y esa crisis puede llevarlos a tener un disgusto en términos de organización.

 

¿Y en el peronismo? ¿Qué podría pasar si pierde? 

 

—Yo quisiera saber qué es el peronismo hoy. ¿Son los gobernadores? ¿Es Miguel Ángel Pichetto? ¿Víctor Santa María? ¿Alberto Fernández? ¿Cristina Fernández de Kirchner? Hay muchos peronismos, por más que ellos quieren darle homogeneidad y unidad, están muy divididos.

 

Al igual que la Unión Cívica Radical tuvo su crisis en el 2001, la cual se llevó por delante al partido y lo dejó casi desintegrado –más allá de su presencia en determinadas áreas geográficas, en el ámbito nacional terminó colgado de los calzoncillos de Mauricio Macri- el peronismo está pasando por una crisis interna. Esa crisis interna va a redistribuir el poder interno. Fundamentalmente dos: los gobernadores, por un lado, y por el otro, Cristina Fernández y el kirchnerismo. El resto son satélites que flotan alrededor de uno u otro, según se presente la situación y la coyuntura política. Vamos a ver cómo queda este poder interno después de un triunfo o una derrota de Alberto Fernández.

 



En la biblioteca de Roberto Starke hay una extensa variedad de libros sobre comunicación política, los cuales muchas veces son su primera consulta al momento de trabajar con un nuevo cliente.

 

¿Qué país le espera al próximo presidente, política y económicamente? 

 

—Económicamente, un país con una profunda crisis en la cual va a haber que tomar medidas, algunas de ellas muy dolorosas; llámese Alberto Fernández o Mauricio Macri. Esto es una realidad. La impresión que tengo, como todo proceso político, va a ser determinado por las decisiones que se van a tomar en el marco económico. La economía también es una cuestión de decisión y de llevar adelante ciertas y determinadas políticas, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

 

Dentro de este panorama político, vamos a ver cómo se mueven las grandes coaliciones; los gobernadores, el PRO, los dirigentes como Horacio Rodríguez Larreta, el peronismo K. Van a quedar muchos actores en el escenario y cuidado porque es un escenario donde no cabe mucha gente, por lo cual inevitablemente van a empezar a los codazos. En caso de ganar, Alberto Fernández le aguarda una tarea nadasencilla. No es cuestión de jurar y disponer de una serie de elementos para llevar adelante una reforma o un gobierno, va a tener primero que armar una coalición, la cual lo va a tener que respaldar fuertemente, porque si no va a tener mucho ruido en la línea.

 

¿Entonces, vislumbras más bien un escenario de conflicto que de consenso?

 

—La política es esencialmente conflicto. El tema está en cómo en ese conflicto se puede lograr consenso. Los consensos son temporales, hay que trabajar constantemente en ellos para reconstruirlos. Esa es la tarea de los políticos y, en ese sentido, vamos a ver cómo se comportan, tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández, los dos van a tener por delante una tarea muy ardua. 

 

¿Qué consejo le darías al próximo presidente?

 

—Me gustaría sentarme con él y conversar sobre cómo mira la herencia que recibe, porque en función de cómo la mire está el secreto de si puede llegar a enfocar esta situación con el realismo y el pragmatismo suficiente como para llevar adelante una política de consensos que le sirva para gobernar. 

 

POR IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE

 

PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL: JUAN MANUEL CAFFERATA

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