LA POLÍTICA ES UN CLUB DE HOMBRES

POR IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE

 

“La política es un club de hombres”, dice Virginia García Beaudoux, especialista en género y comunicación política. Las mujeres a pesar de tener la misma participación política de base que los hombres, tienen menos posibilidades de ocupar puestos de poder. A las mujeres se les piden “muchas más pruebas en sus actitudes de liderazgo” que a los hombres, a quienes en general “no se les exige mostrar ningún talento ni ninguna habilidad”.

 

Con una rápida mirada sobre algunos números de las dirigencias de nuestro país, vemos que la disparidad es un rasgo presente en todos los puestos de poder. En el caso del actual gabinete nacional, de los once ministerios, solo dos son dirigidos por mujeres. Sin embargo, la disparidad no es una tradición únicamente argentina, sino que está presente en todo el mundo: “Solamente 18% de los ministros en el mundo son mujeres”, afirma García Beaudoux.

 

La falta de mujeres no cayó en la grieta ni distingue el género del primer mandatario. Cristina Fernández de Kirchner, a pesar de ser la primera mujer electa presidente, tuvo solo un 20% de mujeres en su gabinete. Otras lideresas importantes como María Eugenia Vidal tampoco incorporaron una mayor cantidad de mujeres: actualmente la gobernadora no tiene ministras en ninguno de los catorce ministerios provinciales.

 

Sin embargo, la llegada de Vidal fue un avance. Hasta 2007 la palabra gobernadora era prácticamente inexistente en el diccionario político argentino. La encargada de introducir la “a”, fue Fabiana Ríos, la primera gobernadora electa de la historia de Tierra del Fuego y del país. Desde el 2007 hasta la actualidad, aumentó la cantidad de mujeres en las primeras magistraturas provinciales, pero siguen siendo una minoría; de veinticuatro provincias, solo cuatro son lideradas por mujeres. El recambio no pinta mejor. Hasta ahora, de las catorce provincias que ya eligieron a sus primeros mandatarios, solo Río Negro optó por una mujer. En esta entrevista con Sendero Elegante, Virginia García Beaudoux cuenta los motivos de esta disparidad y su rol como consultora con perspectiva de género para intentar generar una participación política más equitativa. Spoiler alert: una palabra clave para pensar la falta de mujeres es “techos de cristal”. Estos techos, nos cuenta García Beaudoux, son los límites que crean los partidos políticos que impiden el acceso a las mujeres a puestos de poder dentro de sus estructuras, pero también una vez que las mujeres acceden a un cargo, ven limitada su posibilidad de ascenso.

 



Virginia García Beaudoux es Doctora en psicología y se especializa en comunicación estratégica y opinión pública. Es asesora de mujeres en América Latina y Europa, y participó de organismos internacionales como ONU Mujeres, PNUD ( Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), OEA ( Organización de los Estados Americanos) y NIMD (Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria). También es investigadora de CONICET y profesora de la Universidad de Buenos Aires.

 

PREGUNTAS CON TRAMPA DE GÉNERO

 

—¿Se lo exige lo mismo a un candidato hombre que a una candidata mujer al momento de hacer una campaña?

 

—No, hay un sesgo inconsciente de base: cuando se piensa en los hombres automáticamente se los asocia al espacio público. En cambio, cuando se piensa en las mujeres se las asocia al espacio de lo privado de la familia, del cuidado, de las tareas reproductivas, los roles que tienen que ver con la vida familiar y doméstica. Nadie cuestiona la habilidad de los hombres para estar en el mundo público porque inconscientemente todo el mundo tiene asociado que el espacio público es de los hombres, donde se sienten peces en el agua. Las mujeres cada vez que quieren ocupar espacios que por derecho les corresponden, tienen que estar dando pruebas de su capacidad de liderazgo.  Ni hablar que cuando manifiestan su liderazgo en el espacio público, siempre se las está cuestionando, porque si es diferente a los que se espera de los roles tradicionales masculinos, normalmente se va a decir que es lideresa débil, pero si manifiesta rasgos muy fuertes se la va a criticar y se va a decir que parece un hombre.

 

—¿Podés identificar algunos obstáculos principales con los que se encuentran las mujeres al momento de participar políticamente, de llegar a puestos de decisión?

 

—Hay muchos. Por empezar, la dificultad para el financiamiento de las campañas electorales. Eso no sucede solamente en Argentina, sino también en toda América Latina y también debe suceder en la mayoría de los países del mundo. El dinero de los partidos se destina más a los hombres que a las mujeres, pero además cuando son personas jurídicas o empresas que aportan a las campañas electorales, lo hacen mucho más a las campañas de hombres que a las de mujeres. Otro obstáculo es el tipo de cobertura que las mujeres reciben en los medios de comunicación: a las mujeres se les realizan preguntas que a los hombres normalmente no se les realizan, preguntas que llamamos “con trampa de género”; a las mujeres se nos realizan preguntas muy diferentes. Rara vez se les pregunta a los hombres cómo van a hacer para compatibilizar su vida privada con su rol político o cómo van a hacer si tienen hijos chicos para estar hasta altas horas de la noche, como lo exige normalmente la política, fuera de sus casas sin descuidar a sus familias. Hay mujeres políticas en nuestro país, como María Eugenia Vidal, que le han preguntado si ella cree que su divorcio se debía a su rol sobresaliente en la política. Nunca vas a encontrar que a un político hombre le pregunten si se divorcia, si tuvo algo que ver la política en su definición de su vida privada.

 

También la calidad y cantidad de cobertura que reciben las mujeres es distinta; se nos da mucho menos espacio en los medios de comunicación y se nos realizan muchísimas menos entrevistas en profundidad. No es lo mismo que te mencionen en una nota a que te den una entrevista completa; habla de la jerarquía del entrevistado, de que es una persona importante que merece una entrevista en profundidad. En el caso de las mujeres, hay muchísimas menos entrevistas en profundidad y encima cuando se las dan, muchas veces las preguntas son sesgadas.

 

Hay todo tipo de escollos que encuentran las mujeres: dentro de los partidos, una vez que acceden a la política y en el escenario político mismo. También encuentran paredes de cristal. En el Congreso, por ejemplo, la mayoría de las mujeres que están en las comisiones de Salud, Educación o Discapacidad, pero hay muchísimas menos mujeres en las comisiones de Presupuesto u Obra Pública, que es donde se reparte el poder y el dinero.

 

 

La desigualdad en el acceso de mujeres a puestos de decisión es mundial. El G20 es el espacio donde los líderes más importantes del mundo se reúnen. Mucho traje y corbata.

 

NIVELAR LA CANCHA

 

Virginia también explica que su objetivo como asesora se encuentra en ayudar a las mujeres a consolidarse como lideresas. La consultoría con perspectiva de género se origina en un contexto de gran desigualdad donde las mujeres enfrentan obstáculos y desafíos muy diferentes a los hombres, por eso cuando se trabaja apoyando mujeres, tanto políticas como candidatas, es necesario hacerlo con una perspectiva de género para entender que su situación en los partidos es desigual y hay que ayudarlas a nivelar la cancha para que puedan competir en mejores condiciones”.

 

—¿Cómo se puede combinar una perspectiva de género con el asesoramiento candidatos y candidatas? ¿Se puede hacer consultoría política desde una perspectiva de género?

 

—No solo se puede, sino que se debe. Cuando se trabaja con candidatas, con mujeres de la política, con mujeres que se desempeñan en el espacio público, con lideresas en general, se debe trabajar con perspectiva de género porque los obstáculos que enfrentan las mujeres son completamente diferentes a los que enfrentan sus pares hombres. Cualquier persona que las asesore o trabaje con ellas sin incorporar la perspectiva de género va a cometer muchos errores.

 

«Los obstáculos que enfrentan las mujeres son completamente diferentes a los que enfrentan sus pares hombres».

 

—¿Es posible que los hombres planteen una agenda de género o bien que las campañas tengan presente una perspectiva de género?

 

—Una cosa es la perspectiva de género y otra cosa es la agenda de género. La perspectiva de género es pensar cómo los escenarios, en cualquier contexto, para los hombres y las mujeres son completamente desiguales: las mujeres en la política tienen más dificultades para encontrar financiación en sus campañas electorales porque no se apuesta por el liderazgo de las mujeres y tienen más dificultades para hacer oír su voz dentro de los partidos políticos porque normalmente las estructuras partidarias las relegan en los procesos de toma de decisión. Ahora bien, otro aspecto es si los hombres en las campañas electorales incorporan temas de la agenda de género. Por supuesto que lo pueden hacer. De hecho, todos lo están haciendo en esta última elección; a los candidatos hombres los vas a escuchar hablando de reducir la brecha salarial de género o de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Incorporan temas de la agenda de género porque quien no lo hace está quedando afuera, atrasa.

 

» La perspectiva de género es pensar cómo los escenarios, en cualquier contexto, para los hombres y las mujeres son completamente desiguales».

 

LEY DE CUOTAS Y PARIDAD

 

En 1991, la cantidad de mujeres en el ámbito legislativo era muy bajo; sólo el 5% del cuerpo de representantes lo era. Argentina decidió romper esa disparidad y se volvió precursora en el mundo al sancionar una ley de cupo. La normativa establecía que un 30% de las listas de candidatos debían estar compuestas por mujeres. El objetivo era que este porcentaje sirva como un estímulo para que una mayor cantidad de mujeres acceda a puestos de poder y, finalmente, teniendo en cuenta que la sociedad argentina está compuesta mitad por hombres y mitad por mujeres, llegar a una cámara compuesta de manera equitativa.

 

Eso no sucedió. Los partidos se centraron únicamente en cumplir con la norma, pero no estimularon una mayor participación de las mujeres, por eso el cupo, pensado como un piso, se transformó en un techo.

 

En 2017, las mujeres de distintos partidos políticos se pusieron de acuerdo y lograron la sanción de la paridad de género. El fifty -fifty implica que cada lista de candidatos debe ser compuesta mitad por hombres y mitad por mujeres, de manera alternada y secuencial (hombre – mujer – hombre – mujer, iniciando hombre o mujer dependiendo de la voluntad del partido). Sin embargo, esta profundización de la participación política de las mujeres tiene sus frenos.

 

 

El gabinete de Vidal, mayoritariamente ocupado por hombres. La única ministra mujer, Zulma Ortiz (Ministerio de Salud), renunció luego de una relación tirante con la gobernadora, que tuvo como choque más notorio el apoyo de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) por parte de la ministra en contraposición con la mirada de Vidal, quien se oponía a la aprobación de la ley.

 

—Después de la sanción de la paridad de género y siendo la primera elección donde se va a implementar la paridad, llamó la atención que todos los primeros candidatos presidenciales están compuestas por hombres. ¿Cómo podemos entender esta disparidad en el acceso a las primeras candidaturas?

 

—Hay un tema que es muy fuerte y que es una cuestión cultural. Las leyes buscan impulsar el cambio, pero no es automático. Que las mujeres avancen en la política significa que hay ciertos hombres que van a perder espacios de poder. Todavía, en todos los años que tengo, nunca escuche que alguien le diga a otra persona “me cansé de tener poder, toma, te lo doy”. Las estructuras se van a resistir todo lo que puedan al avance de las mujeres. Si la ley dice que la paridad se debe aplicar en la conformación de las listas legislativas, no me sorprende que las listas para encabezar el ejecutivo se hayan resistido a la incorporación de la paridad, porque no es que se incorpora la paridad porque se produjo un cambio cultural y entonces estamos convencidos de que todo tiene que ser paritario, en las listas legislativas donde existe la paridad es básicamente porque los partidos fueron obligados por ley a tener que hacerlo. Estos otros espacios [los ejecutivos] donde no hay obligatoriedad (porque la obligatoriedad es a nivel legislativo nacional y en algunas provincias, pero no en todas) en las fórmulas para la presidencia y la vicepresidencia, es donde vas a encontrar la resistencia, porque la ley no los está obligando a formular ese cambio.

 

—¿Puede ser entendido como una especie de reacción?

 

—Siempre con determinadas acciones se producen fuertes reacciones y resistencias. Inclusive políticas regresivas, como en Guatemala, donde frente al avance de legislaciones que favorecen los derechos de las mujeres, algunos legisladores empiezan a proponer políticas regresivas. Entonces hay que tener mucho cuidado porque a cada avance se le puede enfrentar un potencial retroceso.

 

—Mencionabas también el caso de los partidos políticos. En relación a los partidos tradicionales, ¿cómo ves que se están adaptando a las nuevas reglas y la nueva presencia de mujeres en las listas?

 

—Se adaptan porque no les queda otra y lo hacen con mucho disgusto. Todavía cuando escuchás las conversaciones en los espacios políticos predomina esta idea errónea de que no hay mujeres, y el doble estándar de “ahora porque tenemos paridad, resulta que cualquier mujer va a ocupar los espacios y no las personas que se lo merezcan”. Empieza a aparecer el discurso de la meritocracia,que es una gran mentira porque en realidad las listas electorales que teníamos hasta ahora estaban ocupadas por muchísimos hombres que no tenían ningún mérito y que eran simplemente “el hijo de, el hermano de o el primo de”. Sin embargo, a los hombres no se los cuestiona por eso y aparecen los cuestionamientos solo a las mujeres. Los discursos que cuestionan el mérito de las mujeres para estar en las listas, marcan que hay una gran resistencia por parte de los partidos de aceptar el cambio.

 

«Los discursos que cuestionan el mérito de las mujeres para estar en las listas, marcan que hay una gran resistencia por parte de los partidos de aceptar el cambio».

 

¿UN FUTURO PARITARIO?

 

Luego de la masificación del “Ni Una Menos” en 2015 y la campaña por el aborto legal seguro y gratuito el año pasado, la agenda de género tomó un rol central en la sociedad y en los medios de comunicación. La campaña electoral no dio la espalda a esta agenda. El discurso de género se hizo presente tanto en las principales listas, donde por ejemplo el Frente de Todos lleva a dirigentes feministas como Dora Barrancos y Ofelia Fernández en la boleta porteña y dentro de Juntos por el Cambio, donde el candidato a senador Martín Lousteau, exigió ser acompañado por una candidata afín a los pañuelos verdes, quien finalmente fue Guadalupe Tagliaferri. 

 

—¿Crees que la agenda de género tomó un rol central en la campaña presidencial?

 

—No sé si tomó un rol central, pero es la primera campaña presidencial en que ocupa un lugar. El rol central lo están teniendo los temas económicos, otro tipo de decisiones, pero sí creo que por primera vez la agenda de género forma parte de una elección presidencial.

 

—En esta elección hay dos mujeres que se destacan por sobre el resto: Cristina Fernández de Kirchner y María Eugenia Vidal, ¿Podrías encontrar similitudes y diferencias entre ellas como lideresas políticas?

 

—Las dos tienen estilos de liderazgos muy diferentes. Las dos tienen atributos de lideresas; una fue presidenta de la Nación durante 8 años y María Eugenia Vidal es la gobernadora de la provincia más grande de la Argentina, el distrito electoral más importante que tenemos en el país, con problemáticas tremendamente complejas. Creo que las dos, tienen aptitudes muy marcadas de liderazgo, pero al igual que sucede con los líderes hombres, tienen estilos de liderar completamente diferentes; su aproximación a los problemas, su relacionamiento con la ciudadanía y sus discursos son diferentes tanto en contenido como estilo. Son lideresas con atributos de liderazgo muy marcados, pero muy diferentes

 

—¿Ves en alguna de las dos que lleve en mejor medida la agenda de género?

 

—Cristina fue presidenta durante 8 años y no tuvo agenda de género, María Eugenia Vidal tampoco se caracterizó por tener una agenda de género muy marcada. Es cierto que en esta campaña en el discurso de ambas la agenda de género empieza a estar más presente, sobre todo en el discurso de Vidal.

 

—En el caso del Congreso, ¿Hay alguna forma de que las representantes puedan llevar esa agenda de género al poder legislativo?

 

—Ser mujer no garantiza tener perspectiva de género. Cristina Fernández fue presidenta ocho años y nunca tuvo una agenda de género ni tuvo un gabinete paritario, a diferencia de otras lideresas como Michelle Bachelet (en Chile) que sí lo hicieron. Entonces, ser mujer no garantiza tener agenda de género ni garantiza perspectiva de género. La única manera que la agenda de género llegue al Congreso es votando mujeres que tienen perspectiva de género y agenda de género en sus propuestas.

 

«La única manera que la agenda de género llegue al Congreso es votando mujeres que tienen perspectiva de género y agenda de género en sus propuesta».

 

En Santa Fe se reunieron candidatos y gobernadores electos del peronismo. Había más hombres con barba o bigotes que mujeres.

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