POR: JUAN MARTÍN BARREIRO
“No perdimos la final del mundo, ganamos la medalla de plata”, reflexionó el entrenador del seleccionado argentino de básquet, Sergio “Oveja” Hernández, tras la derrota frente a España en la final del Mundial de básquet disputado en China. Es verdad, somos subcampeones del mundo. Si bien Argentina no pudo vencer a la poderosa Selección española, durante todo el torneo dio que hablar y forzó la caída de grandes potencias europeas con estrellas de la NBA. Para un equipo sin jugadores en la liga competitiva más importante del mundo, con poco poderío físico y ante la presencia de jugadores de élite en los seleccionados contrarios, se podría decir que era algo impensado llegar a una final del mundo. “Esto que acaba de ganar Argentina es histórico, motivo de orgullo. Es algo para que reflexionemos que cuando hay compromiso, trabajo y apoyo se consiguen los resultados”, agregó Hernández.
¿Por qué la Argentina no tiene jugadores en la NBA?
Tras el retiro de Emanuel Ginóbili, los argentinos quedaron expectantes por ver otro compatriota triunfar en la liga más competitiva del planeta. Uno de los principales motivos es la falta de protagonismo. Basquetbolistas de la talla de Facundo Campazzo o Nicolás Laprovíttola, quienes fueron distinguidos en la liga española y son de los mejores jugadores de Europa, no son comparables a las superestrellas de la liga estadounidense. Muchos equipos se han interesado en incorporar jugadores argentinos, aunque el puesto de titular nunca estuvo vacante. Las propuestas de las franquicias norteamericanas son para suplantar a figuras destacadas de su plantel, algo que no es productivo para algunos jugadores argentinos.
En segundo lugar, se encuentra el aspecto económico. Muchos jugadores argentinos se destacan en la liga ACB de España (la segunda más importante del mundo) y la mayoría en el campeón europeo Real Madrid. Campazzo fue el MVP (Most Valuable Player) de la última final española, mientras que Laprovíttola fue nombrado jugador más valioso de la liga. Ante este nivel, los equipos intentan bloquear su salida mediante la suba del contrato o elevar la cláusula de salida para la NBA. Campazzo, por ejemplo, es uno de los mejores armadores de Europa y de los jugadores más caros del plantel de la “Casa Blanca”, lo que hace que su salida sea difícil. El buyout del Madrid es demasiado alto: la cifra no sería menor a dos millones de dólares; si tenemos en cuenta que los equipos de NBA solo pueden pagar un millón por una cláusula de salida, el otro restante debería salir del bolsillo del jugador. Para eso, la oferta de contrato debería de ser lo suficientemente poderosa como para convencerlo. Asimismo, en Estados Unidos los impuestos se llevan entre el 42% y el 51% del contrato. Por lo tanto, ante la comodidad de los jugadores argentinos, su protagonismo, el gran nivel en la segunda liga más competitiva y con grandes contratos, es difícil verlos jugar en la NBA a corto plazo.
La Generación Dorada y su último soldado
La Generación Dorada ganó en un lapso de 15 años, un total de 17 medallas (contando Juegos Olímpicos, Mundiales, Sudamericanos, Diamond Ball y FIBA Américas); y como el punto más alto quizá sea la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Jugadores como Manu Ginóbili, Andrés Nocioni o Fabricio Oberto fueron partícipes de aquel equipo histórico. Este logro fue producto de la creación de la Liga Nacional en 1985; hubo una gran transformación: le dio una organización y federalización que nunca se había visto. Pero, por sobre todo, le dio la posibilidad a muchos talentos de todo el país para que se formaran y aparecieran. Mientras que otros países utilizan distintos sistemas -como Estados Unidos- y el uso de las universidades como centros para el desarrollo de la alta competencia deportiva, la selección argentina se vio beneficiada ante la creación de una liga local que fortaleció una competencia equilibrada.
Luego de los Juegos Olímpicos de Río 2016, muchos vaticinaron el final de la Generación Dorada. Sin embargo, un jugador de aquella camada permaneció y es ahora el líder de los actuales subcampeones del mundo, un tal Luis Alberto Scola. El capitán de la Selección fue transcendental para el pase a la final del Mundial de China, específicamente en la semifinal frente a Francia donde se despachó con 28 puntos y 13 rebotes. Scola, con 39 años, dominó todo el partido al actual y dos veces mejor defensor de la NBA, Rudy Gobert. Actuaciones como esta hicieron que fuera elegido como el mejor ala- pívot de la competencia y demostró, una vez más, que la edad es solo un número.
Scola es parte de esta nueva era de jugadores, la cual no debe verse como un recambio sino como el futuro del básquet argentino. Ahora, el deporte nacional y el básquet mundial están expectantes de que el interminable capitán continúe con el seleccionado y pueda participar de los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
itismo y la viveza criolla
El exitismo forma parte de la cultura popular argentina, principalmente en el deporte. Muchas veces, los argentinos creemos que somos más de lo que pensamos y, constantemente, y la presión y la exigencia nos desfavorecen. El exitismo en nuestro país puede ser perjudicial y cruel para el desarrollo de jóvenes deportistas, quienes inconscientemente dentro suyo, tienen el constante miedo a perder o fracasar. Para el argentino medio, clasificar, llegar a una final, perder u obtener un tercer puesto puede ser visto como un fracaso. Últimamente, estuvimos en finales de fútbol, rugby y, recientemente, básquet;en ninguna obtuvo la gloria y el campeonato. Cuando la Argentina es potencia, las críticas aumentan, pero cuando es el menos favorito un pequeño logro puede ser considerado exitoso. En el caso del básquet, la Argentina no debería ser considerada potencia, pero luego de la obtención de la medalla de oro en Atenas 2004, la sociedad de alguna manera exige un poco más.
No obtiene el mismo juicio o reproche que tiene el fútbol, pero para otros deportes se imponen modelos competitivos regidos por una dimensión ética sustanciosa, lejos de la trampa y la viveza existente en el ambiente futbolístico. Scola reflexionó sobre el tema y dijo: “El éxito es prepararse y vaciarte con un objetivo, es dejar todo; cuando vos diste todo en la preparación, tuviste éxito y el resultado puede venir o no. Esta cultura de la viveza y de ganarlo con la camiseta, es un ancla para los deportistas y para el país también porque al final, el deporte es un reflejo de muchas cosas. No podés ganar con viveza, necesitas talento y esfuerzo”. Emanuel Ginóbili, de igual manera, habló de esta problemática: “Habitualmente pasa en nuestro país que pensamos que todo se gana con huevos y no, se gana jugando bien”.
Tokio 2020
Tras este gran resultado en el Mundial, la Selección va con un gran envión anímico para afrontar los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La Argentina demostró que tiene lo que se necesita para obtener buenos resultados y hacer valer la importancia del trabajo en equipo y la conformación de un grupo unido. Solo quedan altas expectativas y esperar que esta derrota sea vista como una experiencia que le pueda servir a los jugadores en el futuro.
POR: JUAN MARTÍN BARREIRO