Daniel Sabsay: «La Cámpora siente asco por Israel»

POR RAMIRO GAMBOA

Daniel Sabsay estaba en Jordania y vio a una mujer que salía de una casa completamente cubierta, tapada por el velo más estricto. Eran telas negras que empezaban en el piso y terminaban por encima de la cabeza. Solo tenía dos huecos para los ojos y ni siquiera eran grandes. Dementores. Eso eran. 

Le hubiera gustado que esa joven se vistiera con jean y una blusa; que saltara, que fumara o que hiciera lo que quisiera. A Daniel le hubiera gustado ver su sonrisa que seguro podía enamorar a cualquiera. Pero estaba en un país lleno de machos, de matones, de reverendos cobardes temerosos del ascenso social de la mujer.

“Hay sectores de izquierda y de La Cámpora convencidos de que Palestina es el progresismo y ubican a Israel, los Estados Unidos y Gran Bretaña como la peste del mundo; ‘los otros son los sometidos y hay que estar del lado de ellos`, razonan. No importa si no hay libertad y si la mujer es lapidada”, asegura Daniel Sabsay, abogado constitucionalista y profesor titular de Derecho Constitucional en la UBA, en diálogo con Revista Sendero. Dos millones y medio de niñas y adolescentes —cinco por minuto— son mutiladas anualmente en algunas naciones de Medio Oriente y en países del África negra. En Somalía y Sudán más del 80 % de las mujeres sufren esta intervención y son las protagonistas de una película de terror: obligadas a entrar a un castillo abandonado, tenebroso y repleto de telarañas; el final es irremediablemente trágico. “Les sacan el clítoris, y en muchos casos, les cierran la vulva —el conjunto de los genitales femeninos— y dejan un espacio pequeño para orinar; muchas mueren porque es una ofrenda a la primera noche con el hombre que con un cuchillo corta la suturación y muchas se desangran”, explica Sabsay. 

La película iraní El sabor de las cerezas es una de las preferidas de Daniel Sabsay: “Es muy especial, silenciosa, pausada, pero de una belleza estética y de un ritmo que te envuelven. Ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes”. Daniel denuncia que su director, Abbas Kiarostami, no puede pisar Irán y es uno de los tantos cineastas censurados.

—En una escena imaginaria, entrás a tu oficina y está el General Perón esperándote, ¿qué le decís?

—Seguramente, me seduciría porque tenía el poder de esos grandes líderes de enamorar —encantador de serpientes—; le preguntaría sobre una gran cantidad de hechos históricos que marcaron el peronismo: hubo una enorme influencia de un relato extraordinario armado por Raúl Apold —quien contrató a Edward Cronjagar, camarógrafo de la 20th Century Fox, para que filmara el funeral de Evita—. Hay un libro muy bueno de la periodista Silvia Mercado, donde señala todas las inconsistencias y exageraciones de lo que realmente pasó. Estoy seguro de que en la última manifestación que hubo a favor de Macri había más gente que en el 17 de octubre, porque se llenaron todos los laterales.

 

—¿Qué reflexión hace del triunfo electoral del Frente de Todos en el país y en la provincia de Buenos Aires?

 

—Queda un cuadro institucional absolutamente inédito: el justicialismo no tiene mayorías parlamentarias —ni a nivel nacional ni en la provincia de Buenos Aires—, lo que va a exigir acuerdos para las decisiones más importantes. Y un control importante de los nombramientos en la Justicia; el PJ va a tener que acordar porque no le dan las mayorías: ni siquiera tiene quorum propio.

Sabsay entiende que el vínculo actual de Argentina con Brasil, la irritación de Bolsonaro —personaje siniestro— y su decisión de vender fuera del Mercosur reedita lo que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial: “Brasil termina siendo el país preferido de Estados Unidos porque la Argentina, durante la segunda guerra mundial, apostó al eje formado por la Alemania nazi, Italia y Japón”.

—¿La Argentina se inclinó por el nazismo?

—No te quepa duda. Ramón Castillo y después quienes hicieron la revolución del 43 —Ramírez, Farrell— eran todos nazis. En Argentina —en el Luna Park— se hizo el mayor acto fuera de Alemania a favor del Tercer Reich. El filonazismo era bien claro, por eso se recibieron centenares de nazis y les dieron pasaportes. 

Dentro del Luna Park, pudo apreciarse el escenario adornado con banderas alemanas con cruces esvásticas y argentinas, en la parte posterior del telón, se destacaba en fondo rojo la inscripción “Heil Führer” y otra (en alemán) que decía “Un pueblo, una nación, un conductor”.  Fue el 10 de abril de 1938, con motivo de festejar la anexión de Austria a la Alemania nazi.

 

¿Considera que Perón era nazi?

—Era fascista; sus leyes tienen una inspiración en la Carta del lavoro de Mussolini. Él también fue como un abanico que pasó por muchas posturas, incluso fue el impulsor de una guerrilla de izquierda nacionalista; maniobraba, era pragmático. Su visión era sumamente fascistoide, mussoliniana y franquista; por eso, Franco lo cobijó durante veinte años en el exilio. 

Hoy el candidato del PJ que ganó en la Provincia de Buenos Aires es judío. ¿Esto marca una diferencia?  

—No sé si tanto, porque Perón también puso a un ministro de economía —José Ber Gelbard—, no es que no había judíos, pero eso no necesariamente quiere decir que no haya antisemitismo. No sé hasta qué punto Kicillof asume su condición de judío, si bien no la niega, no es algo importante en su vida; él se inscribe en toda una corriente progre que tiene un gran rechazo al Estado de Israel y muchas veces, bajo la cortina del antisionismo, se esconde un gran antisemitismo. Él —aunque no lo haya dicho— y toda La Cámpora son muy propalestinos y sienten un verdadero asco por el Estado de Israel; Horacio Verbitsky lo ha manifestado directamente comparando al Mossad y a las fuerzas de seguridad israelíes con el hitlerismo.

Si tuviera que elegir un personaje de ficción, le hubiera gustado ser Hamlet: “Es la esencia del ser humano, sus películas y las diferentes obras de teatro me emocionan hasta las entrañas, me producen tal emoción que lloro. Hamlet me cala hasta lo más profundo de mi ser porque representa un ideal de justicia; es un hombre justo que no puede vivir una situación tan insultante y cínica”. Albert Camus le parece fascinante como personaje y como escritor de teatro. También admira a Cortázar, y si bien Borges le parece extraordinario, si tuviera que elegir opta por los cuentos de Cortázar. 

 


¿Quién le enseña a un niño de cinco años a cachetear al diferente? Desde muy pequeños el mundo —nuestro mundo—  se divide en dos: los que humillan y los que elaboran estrategias para sobrevivirlos. Daniel, de niño, era considerado un bicho raro: la forma hipócrita de decir —o no decir— que algo te parece inconveniente, desviado. Pero Daniel era considerado raro. Era un “joven viejo”, se entendía mucho mejor con gente más grande y tenía una fascinación por el mundo intelectual. En un curso de la Cultural Inglesa, Daniel entraba con su portafolio, su birome de más, su guardaútiles, y una banda de canallas se burlaba de él, y lo sometían al ridículo y al grotesco. No había manera de contenerlos: se agrandaban si los ignoraba, se envalentonaban si les respondía. Solo había una solución: ser como ellos, partirles la cara, humillar, dejarlos con el ojo morado, traicionarse a sí mismo. 

Daniel no lo hizo.

No le sale humillar. 

Tal vez, no sea un defecto. 

 

Sabsay detesta el espíritu grosero —lo llama grosero— de tomar de punto a alguien, de cargar a una persona en una fiesta, insultarla, maltratarla, sobrarla —al mejor estilo Tinelli—. También asegura que las personas autoritarias se vuelven enemigas de sí mismas cuando no soportan alrededor otra cosa que chupamedias, secuaces que los adulan, los siguen, les temen, les festejan los chistes estúpidos y les aplauden todas sus miserias con su vocación grandiosa para prohibir: “Los dictadores cometen grandes errores porque no hay nadie que los prevenga”, dice. 

 

Daniel Sabsay es director de la carrera de posgrado en Derecho Constitucional (UBA). Una de las situaciones más injustas que dice haber vivido fue el juicio por traición a la patria formulado por el abogado Juan Labaké e impulsado por sectores del kirchnerismo —Cristina Kirchner lo citó en uno de sus discursos—: “Una cosa de una bajeza impresionante porque se combinó con el periodismo —Página 12— y con un abogado nazi como Labaké”, afirma Sabsay. 

 

 

—Alberto Fernández llegó a la conclusión —¿tonta, pueril, obvia?— de que el Tratado de Memorándum con Irán fue un «acto de ingenuidad» por parte de Cristina. ¿Lo comparte?

—De ninguna manera, si uno piensa eso es un ingenuo. El tratado fue muy reflexionado, y tuvo la idea de modificar el eje de la política internacional argentina: su vínculo con medio oriente y con los dos más grandes atentados terroristas que sufrió la Argentina; el contenido del Memorándum no se ajustaba a derecho y esto lo argumentó muy bien Alberto Fernández en una columna del diario La Nación. Como abogado penalista caracterizó muy bien los distintos delitos que habría cometido Cristina.  No fue por ingenuidad, eso se pensó e implicó la alineación con otros países, por ejemplo Irán. 

Daniel entiende que Alberto Fernández maneja las dotes de abogado penalista con muchísima habilidad: “Muy argumentador, hoy puede estar acá y mañana en el lado contrario y lo va a saber fundamentar y a sostener con muchísima fuerza”. 

—¿Quién es Alberto Fernández?

—Una persona desconcertante que se inscribe en la tradición del peronismo. Hoy escucho que la CGT va a formar parte del gobierno desde el 10 de diciembre, ¿Alberto Fernández no sabe que va contra la esencia del sistema democrático? ¿Quién eligió a la CGT? ¿Cómo va a incorporar a una corporación al gobierno de una república democrática? La fuente de todo poder en una república democrática es el sufragio: la legitimación democrática. 

—Uno podría argumentar que los trabajadores agrupados en el sindicato Camioneros, por ejemplo, tienen salarios respetables. ¿Esta puede ser una virtud de un dirigente sindical como Hugo Moyano? 

—Los beneficios hechos para un sector de una determinada rama del trabajo excluyen a muchos otros trabajadores de otras ramas. Cuanto más grandes son los privilegios, suscitan un gran empleo informal, porque las empresas no quieren contratar a gente. Moyano es un gran amigo de quienes son sus afiliados al sindicato que lidera, pero un gran enemigo de la posibilidad de empleo formal y de que se creen más empresas. Te aseguro que muchas empresas que quisieran invertir, invierten lo mínimo porque tienen temor a esa suerte de fuero sindical que tiene su correlato en la Justicia laboral, por mayoría aplastante porque incluso hay vínculos directos con el sindicalismo. La mujer de Julio Piumato (Ana Juieta Vigano) , por ejemplo, es jueza de trabajo. ¿Cuál es el gran poder de fuego de Moyano? Que para el país; tiene un poder enorme que se manifiesta por medio de bandas, tiene jueces comprados; la Justicia está absolutamente cooptada por este tipo de intereses mafiosos, son redes y también empresas porque los sindicalistas argentinos se transforman en empresarios. El único país del mundo donde sucede. 

Su programa de radio preferido es el que conduce Marcelo Longobardi en Radio Mitre: “Está muy bien estructurado, y además Marcelo es un hombre inteligentísimo y muy culto. Deja que se luzcan mucho quienes lo acompañan, como Willy Kohan”. 

 


 

Cuando habla de Mauricio Macri le reconoce haber hecho un aporte valioso a la cultura democrática: “Cumplirá con un récord para la democracia: desde 1928 —desde Alvear— Macri será el primer presidente no peronista en terminar su mandato. Sorprende —y alegra— que haya sacado lo que sacó: más de cuarenta puntos; también que haya ganado en provincias como Entre Ríos, Santa Fe y San Luis donde acababa de ganar —y nunca perdió—  el justicialismo; también ganaron las tres principales ciudades de la Provincia de Buenos Aires: La Plata, Mar del Plata y BahÍa Blanca con un claro rechazo a La Cámpora y al camporismo explícito de Florencia Saintout”. 

Sabsay asegura que el kirchnerismo es experto en malinterpretar el mensaje de las urnas y tiene su hipótesis sobre el futuro gobierno: “Dicen que habría una división del poder en la cual Fernández estará a cargo de toda la gestión comercial y de la economía, y, en cambio, Cristina y Kicillof orientarán la política judicial. Se ven claramente dos vertientes del peronismo, uno más ortodoxo, moderado y republicano del que Fernández forma parte y otra vertiente encabezada por La Cámpora —y su montonerismo posmoderno—”. 

Sabsay tendrá, apenas, que esperar. Como todo argentino es —era— un profesional de la espera. 

 

La oficina de Daniel está repleta de cuadros de Sofía Sabsay, su mamá y artista plástica reconocida y premiada: «Mi madre fue un ser muy espiritual que admiraba a los artistas. Me enseñó a discernir entre lo principal y lo accesorio, a entender que dado el carácter finito de la vida cada instante puede ser sublime».

 

“El abuelazgo es una de las cosas más extraordinarias que me dio la vida. Lo que intercambio con mis cuatro nietos —Ana Paz, Teo, León y Luca— es magnífico”, describe Daniel con sonrisa esperanzadora. Tiene un hermano mellizo y una hermana 14 años menor que vive en Francia. ¿La persona que más le enseñó en su vida? Su abuelo, José Olivesky.

POR RAMIRO GAMBOA

FOTOGRAFÍA Y PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL: LUCAS BAYLEY



 

https://revistasendero.com.ar/wp-content/uploads/2019/11/SABSAY-CUADRADO-1.mp4

Deja un comentarioCancelar respuesta