La batalla contra el prejuicio

SANTI Y JUANHay un componente autoritario y «fascistoide» que podemos encontrar en hipermacristas e hipercristinistas. Su lenguaje, su acción y su desenvolvimiento son muy parecidos. La violencia y la agresividad forman parte de sus afirmaciones diarias. ¿Qué diferencia hay entre las siguientes manifestaciones?: “Van por el chori y la coca”, “Macri, basura, vos sos la dictadura”, “No vuelven más”, “Ché gorila, ché gorila…”. Son frases crueles, reduccionistas, lineales y simplistas. En lugar de estar dispuestos a abrir debates rigurosos, a escucharse, a enriquecerse de la diferencia, eligen el sendero fácil: etiquetar, estigmatizar y encasillar al distinto. Conforman su propia identidad hablando del otro, en lugar de pensarse a sí mismos. Son iguales a los adolescentes: necesitan estar cohesionados en grupos sectarios que se conciben superiores a los demás.

Podemos encontrar a estos personajes mediocres y vulgares en lugares bien heterogéneos: la universidad de Ciencias Sociales de la UBA, la universidad Di Tella, el Nacional Buenos Aires, el Belgrano Day School, Temple Bar, Pilar, San Justo, Moreno, Palermo, el Partido MILES de Luisito D’Elia y el PRO de Macri. Deciden quedarse con una foto en lugar de apreciar la película entera. No son capaces de liberarse de prejuicios. Eligen la ceguera y el fundamentalismo para elaborar su análisis político. Cuanto más puedan humillar, denigrar y pisotear al otro, mejor. Hay una descarga pulsional y primitiva en sus críticas: cuanto peor, mejor.

Los hipermacristas e hipercristinistas son 100 % afines: se reflejan unos con otros. La lucha por elevar la calidad de la política, la lucha por un análisis más criterioso y certero del contexto político y económico es una lucha contra el prejuicio. La batalla del conocimiento es la batalla contra el prejuicio. No podemos ignorar a quien tiene criterios diferentes. Lo único que podemos hacer para influir en el curso de los acontecimientos es nacer y podemos elegir dos caminos: la neutralidad o la intervención.

Intervengamos en el debate público para que no sean solo los violentos los dueños de la escena.

Aunque a Clarín y a Página 12 les encante fotografiarlos.

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