POR LUCAS BAYLEY / SENDERO ELEGANTE
Hace 64 años, Martin Luther King realizaba un boicot contra las segregaciones en el transporte público de los Estados Unidos. Los cambios surgieron y se logró la igualdad ante la ley de la comunidad afroamericana. ¿Los residentes de Nordelta no se enteraron?
Parece anacrónico hablar de la discriminación en el siglo XXI, pero la historia nos vuelve a sorprender a tan solo treinta minutos de la ciudad de Buenos Aires.
Nordelta, uno de los complejos inmobiliarios más exclusivos y cerrados del país, tiene el foco de atención por reiteradas denuncias de marginación y discriminación hacia las empleadas domésticas.
Las mujeres y hombres que trabajan en el complejo no pueden acceder al único transporte que circula dentro. El argumento de los vecinos de Nordelta es el siguiente: “tienen olor feo, están transpiradas y hablan mucho”. Como consecuencia, las trabajadoras tienen que caminar largos trayectos o esperar un colectivo diferente y con menor frecuencia.
“Lo único que pedimos es que se adapten a las costumbres en que vivimos, que estén limpias y sin olor; esto no puede ser considerado discriminación, son las normas con que nos manejamos acá adentro desde hace años”, exclama Adriana, vecina de Nordelta, notablemente molesta por la situación.
El eje más cuestionable está en la Avenida de Los Lagos, calle municipal que atraviesa los veintitrés barrios que conforman Nordelta, y está cedida hace años al complejo, y prohíbe la entrada de cualquier tipo de transporte público.
¿Cuáles son las sensaciones de quienes sufren la discriminación?
“Limpiamos su mugre y sus pisos, pero nos niegan los mismos derechos que a todos”, nos revelan varias de las empleadas domésticas afectadas con gran angustia.
Desde la empresa (Mary Go), aducen que todo se debe a una limitación en la capacidad del transporte y, que, de igual manera, tienen una alternativa contratada que puede llevarlas. “Tenemos dos recorridos programados, uno que se realiza desde la ciudad de Buenos Aires hasta Nordelta con costo, y otro desde el complejo hasta la ruta 197 sin costo alguno, ambos tienen sentido de ida y vuelta. Lo que se busca es no sobrepasar la capacidad”.
El caso explotó cuando el Municipio de Tigre impulsó el ingreso del transporte público dentro del complejo. Algunos de los residentes rechazaron fervorosamente la medida: aseguran que aumentará la inseguridad.
“No pueden obligarte a cambiar todo un sistema interno de años por un caso de discriminación, esto debe ser resuelto internamente”, sostienen Roxana y Pablo, pareja y propietarios en Nordelta, quienes además afirman que “no creemos que hayan ocurrido los hechos mencionados, en última instancia, deben ser hijos de algún vecino de Nordelta los que discriminan”.
El debate recayó en el Concejo Deliberante y luego de un choque de intereses, se aprobó el permiso a la línea 723 de ingresar y transitar dentro de Nordelta. Frente a la resolución, dos vecinos presentaron un amparo ante el juzgado en lo contencioso administrativo de San Isidro, para impedir que el colectivo ingresara. La justicia desestimó el amparo.
“No creo que el 723 sea la solución, ya que es un transporte público con costo y de muy mala frecuencia. La mejor alternativa es aumentar la cantidad de micros por parte de la empresa e instruir a los choferes para evitar cualquier tipo de situación discriminatoria”, afirma Agustina, exresidente de Nordelta y habitué de Mary Go.
Agustina dice que su mayor preocupación —que comparte con los vecinos de Nordelta— radica en “no tener ningún registro de quién entra y sale de Nordelta, debido a que el transporte público eludiría ese requerimiento, que sí realiza quien viaja en auto privado o en Mary Go”.
El lunes primero de abril comenzó oficialmente, a las 6 de la mañana, a circular la primera frecuencia dentro del complejo, ante la oposición, aún constante, de gran parte de los vecinos.
Juan Pablo, uno de los tantos vecinos que rechaza la medida, dice con enojo: “creen resolver los casos de discriminación cambiando los hábitos de todos los que vivimos acá. Sancionen a los equivocados, pero no modifiquen nuestra forma de vivir”.
¿Cómo reaccionaron las trabajadoras ante la resolución? “Antes tenía que caminar por horas para llegar y volvía con miedo en la noche. El cambio me facilitó la vida”, afirma una de las tantas afectadas, quien hoy está alegre; sabe que no tendrá que esperar por horas bajo el sol ardiente de diciembre o el frío de julio.
Laura, con gran emoción, nos cuenta: “Nos discriminaban desde lo más mínimo, por ejemplo, al evitar que nos sentásemos a su lado poniendo la cartera en el asiento. Espero que terminen estos casos porque lo único que queremos hacer es trabajar y recibir respeto”.“La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que es oprimido”, afirmó Martin Luther King. Fueron las trabajadoras de Nordelta quienes lograron, luego de varias denuncias, acaparar la atención y terminar con la injusticia que sufrían.
POR LUCAS BAYLEY / SENDERO ELEGANTE