¿Vale la pena el BAFICI?

POR JUAN MANUEL CAFFERATA / SENDERO ELEGANTE 

La respuesta es sí, y te voy a contar por qué es tan importante. Uno espera algo muy concreto cuando va al cine. Ya tiene incorporado en el cerebro un formato específico de cine, movimientos de cámara, edición, música, actuaciones, que, si se salen del molde, uno dice «está mal hecho» o le genera una incomodidad. La industria del cine mainstream tiene sus métodos y procedimientos para que esta incomodidad no te pase. Para que puedas meterte de lleno en la historia y tratar de no darte cuenta de que estás viendo una película, sino que sea una experiencia orgánica y segura.

The Good, the Bad and the Ugly (1996)

Ir al BAFICI es salir de esa zona de confort. Es pagar (poco) para entrar a una cámara de incertidumbre y que te toquen en lugares incómodos. Las películas del BAFICI te dicen lo que no querés escuchar. Te presentan situaciones que nunca imaginaste. A veces te hacen dormir, a veces te dan pesadillas. Se hacen con métodos no probados, usan recursos que no cabrían en una película normal. Pero lo mejor es que a partir de tantos puntos de vista diferentes y ajenos a tu realidad, desde la observación de historias tan diversas y eclécticas terminás descubriendo más sobre vos mismo y tu lugar en el mundo. Terminás tomando conciencia de lo lejos que está todo, pero como nos mueven las mismas cosas, cómo respondemos igual a los mismos estímulos, cómo podemos entender lo que están sintiendo los personajes sin necesidad de leer los subtítulos. En varias ocasiones tenés a los artistas enfrente para preguntarles qué sentían, qué querían comunicar, contra quién tuvieron que pelear para terminar la obra.

Sala del BAFICI

Este año abrió con «Claudia», una película de Sebastián de Caro sobre una wedding planner que la tiene tan clara que da miedo. Si bien no es muy experimental cinematográficamente, lo que la hace destacable es el humor visceral tanto del guión, como la ejecución por parte de los actores, en especial la demente Dolores Fonzi. Por cada chiste, a diferencia del formato estándar premisa-remate, es un crescendo incómodo donde no sabes si te podés reír o no, y se te genera una presión en la panza hasta que no das más y te liberás a carcajadas. Es una alivio que se hagan películas como «Claudia», que desafían la definición tradicional de cine.

Dolores Fonzi en «Claudia»

Para eso está el BAFICI: te muestra que en el cine hay un molde y que se puede salir. Y la mayoría de las veces salir del molde no te mata. Es más, te fortalece. Hay una correlación entre las personas que se autoperciben «abiertas a nuevas experiencias» con características positivas como creatividad, coeficiente intelectual, curiosidad, estimulación cognitiva, capacidad de aprender nuevas habilidades, crecimiento personal y profundidad de experiencias emocionales. Además, las ciudades más desarrolladas económica y culturalmente son aquellas donde hay más concentración de habitantes abiertos a nuevas experiencias, porque una necesidad laboral en el mercado moderno es la capacidad de resolver problemas complejos multidisciplinariamente, y esta capacidad de fortalece con la creatividad, el acceso a la cultura y la diversidad. El gobierno no debería ajustar en cultura, y menos en BAFICI, un evento de tanto renombre y tan exitosos internacionalmente. Para aumentar el valor del capital humano se necesitan estas actividades de intercambio, de flujo creativo, donde personas de todos los ámbitos se reúnan y compartan ideas, y que atraen cerebros de todo el mundo. Si queremos desarrollar, retener y atraer las mejores mentes de las industrias más creativas, como la tecnológica, médica, científica, artística, audiovisual, farmaceútica y de diseño, tenemos que darles un espacio donde puedan retroalimentar y hacer florecer su creatividad. ¿Vos sos una de esas mentes? Animate a ir al BAFICI y darle rienda suelta a tu creatividad.

POR JUAN MANUEL CAFFERATA / SENDERO ELEGANTE

Revista Sendero

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