Por qué escribo

POR: EDUARDO GALEANO // CORTESÍA: PÁGINA 12

Un dia como hoy, hace 4 años, falleció Eduardo Galeano. El escritor uruguayo es considerado como uno de los más destacados artistas de la literatura latinoamericana. Sus trabajos combinan documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. Es autor de libros muy leídos como “Las venas abiertas de América Latina” ,“Los hijos de los días” o “El fútbol a sol y sombra”. Siempre fue fiel a sus orígenes y defensor de América Latina, además ser un apasionado del fútbol y de las costumbres uruguayas: «Como todos los uruguayos, toditos, yo nací gritando gol». En estas líneas, Eduardo nos cuenta por qué escribía.

Para empezar, una confesión: desde que era bebé, quise ser jugador de fútbol. Y fui el mejor de los mejores, el número uno, pero sólo en sueños, mientras dormía.

Al despertar, no bien caminaba un par de pasos y pateaba alguna piedrita en la vereda, ya confirmaba que el fútbol no era lo mío. Estaba visto; yo no tenía más remedio que probar algún otro oficio. Intenté varios, sin suerte, hasta que por fin empecé a escribir, a ver si algo salía.

Intenté, y sigo intentando, aprender a volar en la oscuridad, como los murciélagos, en estos tiempos sombríos.

Intenté, y sigo intentando, asumir mi incapacidad de ser neutral y mi incapacidad de ser objetivo, quizás porque me niego a convertirme en objeto, indiferente a las pasiones humanas.

Intenté, y sigo intentando, descubrir a las mujeres y a los hombres animados por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, más allá de las fronteras del tiempo y de los mapas, porque ellos mis compatriotas y mis contemporáneos, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido.

Intenté, intento, ser tan porfiado como para seguir creyendo, a pesar de todos los pesares, que nosotros, los humanitos, estamos bastante mal hechos, pero no estamos terminados. Y sigo creyendo, también, que el arcoiris humano tiene más colores y más fulgores que el arcoiris celeste, pero estamos ciegos, o más bien enceguecidos, por una larga tradición mutiladora.

Y en definitiva, resumiendo, escribo intentando que seamos más fuertes que el miedo al error o al castigo, a la hora de elegir en el eterno combate entre los indignos y los indignados.

POR: EDUARDO GALEANO // CORTESÍA: PÁGINA 12

Revista Sendero

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