POR: IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE
En 2019 hay mucho en juego. Mauricio Macri se juega la reelección. El peronismo se juega la unidad y la posibilidad de ser nuevamente gobierno. Pero la unidad va a tener que esperar. El decreto 259/2019, que prohíbe las colectoras, complica la unidad peronista y reduce el riesgo del oficialismo de perder uno de los distritos más importantes, la provincia de Buenos Aires.
Argentina es un régimen federal y por ende las provincias y los gobernadores importan – y mucho – a la hora de traccionar votos. En esta elección, sin embargo, los gobernadores no quieren quedar pegados a la disputa nacional y la mayoría de ellos decidió separar sus elecciones provinciales de las nacionales; 18 de 22 distritos eligen en fechas diferentes a gobernador y presidente. Entre las 4 que no desdoblan se encuentran nada más y nada menos que la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires.
Ganar la provincia de Buenos Aires es arrancar ganando desde el vestuario. En Buenos Aires, vive casi el 40 % del electorado nacional. Por eso, triunfar en la provincia implica asegurar unos cuantos porotos para la elección nacional.
Pero no ser peronista y ganar en la provincia puede ser una combinación complicada. Desde el retorno democrático, el territorio bonaerense fue dominado por el peronismo: 5 de 7 gobernadores fueron justicialistas. Incluso en la derrota de 2015, al sumar los votos de Felipe Solá y de Aníbal Fernández, el polo peronista concentró el 55 % de los votos.
Ganar implica ingenio. Las colectoras son una herramienta que ayuda a sumar votos. Muchos partidos las utilizaron desde el retorno democrático hasta la actualidad. Especialmente, los armados peronistas y radicales las usaron masivamente en la provincia de Buenos Aires en 2007 y en 2009.
¿Qué son las colectoras? Las colectoras reflejan una alianza informal entre partidos que mantienen cada quien su identidad partidaria. Visualmente, se refleja como un “pegado” de una boleta partidaria a otra. Por lo general, el pegado ocurre entre distintos niveles de gobierno (nación – provincia – municipio). Por ejemplo, un partido o alianza presenta una lista para los cargos provinciales legislativos y de gobernador (Nuevo Encuentro), pero apoyan (o se pegan) en la arena nacional a un partido diferente (Frente Para la Victoria).
Las colectoras tienen un objetivo: el efecto arrastre. El arrastre implica un contagio de popularidad desde un candidato a un cargo hacía otro. Generalmente, se menciona el arrastre desde “arriba hacia abajo”; desde puestos nacionales, se estimula el voto hacia candidatos provinciales. En nuestro ejemplo, sería elegir a Cristina, mientras que Sabbatella es “arrastrado” por formar parte de la boleta. Pero también el arrastre puede funcionar con un efecto inverso, candidatos “de abajo” —sobre todo, candidatos a gobernadores — contagien el voto hacia un candidato nacional. El mismo ejemplo a la inversa; elegir a Sabbatella como gobernador “arrastra” la elección de Cristina como presidenta.
La ventaja del “pegado” es evitar mayores compromisos electorales. Más allá de que las alianzas electorales en la Argentina solo se prolongan hasta 60 días después de la elección, una alianza formal implica sentarse a negociar puestos de poder. Con las colectoras se mantiene una situación de independencia, donde el partido provincial o distrital decide su lista y se pega a una candidatura mayor. Otra ventaja para el candidato a quien se pega, al estar presente en diversas boletas, su figura aparece en mayor medida en el cuarto oscuro. Un caso ejemplar fue la elección a gobernador de Jujuy en 2015, donde la boleta de Gerardo Morales, candidato a gobernador, fue pegada a los candidatos presidenciales Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Mauricio Macri y Adolfo Rodríguez Saá. Es decir, Morales aparecía en 4 de las 6 boletas con candidatos presidenciales presentes en el cuarto oscuro.
El Gerardo Morales bonaerense podría ser peronista. En los últimos días, creció la posible consolidación de una candidatura a gobernador peronista unificada en la provincia. Pero en la nación, no. Los candidatos a presidente por el peronismo son múltiples, entre ellos Sergio Massa, Roberto Lavagna, Daniel Scioli y Cristina Fernández de Kirchner. En este panorama, pensar un candidato unificado pegado a las distintas boletas del peronismo fragmentado parece una buena alternativa. Con decreto, no hay pegado. Y sin pegado, no hay unidad.
¿Es legal y legítima esta estrategia? Al modificarse un decreto reglamentario (443/2011) y no una ley electoral, no se estaría rompiendo la constitucionalidad. La legitimidad es otra cosa. Existe cierto consenso sobre la necesidad de eliminar las colectoras. La sanción de las primarias obligatorias en 2009 (ley 26.571) buscó reconvertir las colectoras en listas internas para blanquear las alianzas informales. Pero no las prohibió. La prohibición se hizo explícita en el proyecto de reforma política con media sanción de la Cámara de Diputados en 2016. Sin embargo, no prosperó.
El punto más débil de la legitimidad es el contexto: este año hay elecciones y las reglas del juego no se cambian en años electorales.
POR: IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE