CORTESÍA: EL CRONISTA / ESCRITOR: JOSÉ NAROSKY
El gran escritor no es sólo el que escribe mejor, sino el que siente mejor. Para el día del Escritor me pareció oportuno referirme a un gran maestro de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedra. Considero que un gran libro es siempre superior a su autor.
Y «Don Quijote de la Mancha», quizá la obra más importante escrita en idioma castellano, lo confirma. Su autor, Cervantes, fue, sí, un escritor inteligente, profundo, único. Pero fue solamente, un hombre. Y como tal, con todos los defectos de un ser humano. Claro que lo que importa es la creación y no las debilidades del creador, que fue criticado.
Simplemente se lo mostró humano. Pero no se desacredita a un rosal, afirmando que la tierra donde se asienta, es tierra común. Dado que el alimento con que la rosa se va haciendo bella, es simplemente rocío y barro. Pero lo que nace es una rosa.
Y el arte de Cervantes fue hijo de su dolor, de su pena. Quizá con menos sinsabores personales, la historia de su Don Quijote hubiera sido también menos grande.
Cervantes leyó poco y no realizó estudios de importancia. A los 24 años, en una batalla naval, en Lepanto, una espada enemiga lo dejó inválido del brazo izquierdo. Durante el viaje de regreso a España fue tomado prisionero por los moros y vendido como esclavo.
Tras 5 años de cautiverio en Argelia logró regresar a su España natal. Ya había sido soldado esclavo. Ahora quería ser escritor. Y comenzó a escribir novelas y comedias. La pobreza y el dolor lo acosaban. Y una injusticia lo arrojó a la cárcel, se sentía fracasado, como un náufrago de la vida.
Y surgió la Gran Novela de la Literatura Universal: El Quijote, que había comenzado a escribir en la prisión. Es realmente un jardín construido en el barro. Es la sabiduría nacida de la pena. Y el dolor siempre es maestro y no lo es la alegría.
«Don Quijote» es una sátira terrible contra las locuras de la sociedad, pero escrita con suavidad, con la fragancia de un perfume. Está todo lo espiritual, hasta el ridículo en el Caballero Andante Don Quijote. Y todo nuestro materialismo, en su famoso ayudante Sancho Panza.
La primera parte del Quijote, que se publicó en dos etapas obtuvo un éxito increíble, que Cervantes no podía comprender. Diez años después, publicó la segunda parte de su obra, con idéntico suceso. Es quizá más interesante que la primera parte, con una mezcla de tonterías disparatadas y sabiduría total. Don Quijote parece sabio por momentos y demente en otros.
Sancho Panza ha evolucionado. Aforismos y sentencias surgen de sus labios. Es un ignorante que ha aprendido el más difícil de los oficios: el de vivir. Y por eso, es también un filósofo. Nos dice, que cuando acertamos nos juzgamos infalibles. Y cuando erramos, no nos juzgamos; y que es preferible ser engañado, que engañar.
He querido traer, muy sucintamente, la semblanza de un libro inmortal y de un hombre también inmortal. Y ese soñador que idealizó al ser humano y demostró que si nos inclinamos para subir, llegaremos inclinados, inspiró en mí este aforismo: «Sólo cuando volamos no corremos el riesgo de caer».
CORTESÍA: EL CRONISTA / ESCRITOR: JOSÉ NAROSKY