POR: LUCAS BAYLEY / SENDERO ELEGANTE
Dicen que la historia se repite. Pero, en la Argentina —país calesita—, la repetición es infinita; basta con repasar algunas de las frases más icónicas del célebre humorista, Tato Bores, para confirmar nuestra hipótesis: Tato describe a la perfección nuestra caótica historia reciente.
Un día como hoy, el mítico Mauricio Borensztein, apodado Tato Bores, cumpliría 92 años de vida. El artista de la TV se encargaba de tratar la actualidad todos los domingos por la noche y lo hacía con sketches y monólogos, en donde explotaba su ingenio para describir lo que nos pasaba.
Durante sus inicios, en los años sesenta, ya mencionaba la constante adicción alrededor del dólar, con la misma euforia que nos caracteriza en el presente: “Los argentinos podríamos estar pagando el dólar a 70, 80 o 90 pesos… y lo estamos pagando a 135 pesos, y si nos mojan la oreja lo vamos a pagar a 200 pesos, porque somos tipos ricos. Y el día que tengamos todos los dólares del mundo, vamos a llegar a los Estados Unidos y nos van a tener que entregar el país”.
Vale la mención especial a la gran destreza con la que Tato realizó sus monólogos durante los golpes de estado, donde mediante una ironía sutil criticó a los gobiernos dictatoriales. Una de las más recordadas es la charla telefónica con Videla: “Señor, el otro día escuché su mensaje de aniversario y déjeme decirle que me gustó muchísimo, y espero tenerlo como presidente muchos años más. ¿Cómo? ¿Cómo que se va en 1981? Pero ¿por qué? Ah, ya estaba determinado. ¿¡Entonces quiere decir que los argentinos vamos a poder elegir el próximo presidente!? Ah, nosotros no”.
Otra de las conversaciones memorables, ya en la vuelta a la democracia, fue con el expresidente Alfonsín, donde Tato le menciona su alegría por el regreso a la democracia y le sugiere, irónicamente, que él (Tato) no tuvo nada que ver en su victoria, a lo sumo, “solo le contribuyó con 3 millones de votos únicamente”.
Pero lo que realmente diferenciaba al genio de Tato Bores eran sus cenas con fideos junto a figuras públicas del momento, donde pasaron celebridades, como lo eran Soda Stereo, Palito Ortega, Domingo Cavallo y los expresidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem, entre otros. Vale la pena destacar el encuentro en donde el expresidente riojano se sumó a la empatía del comediante y, sin preocupación alguna, nos regaló un mano a mano para el recuerdo:
—Señor presidente, el último año, usted me prometió que yo no iba a tener temas para hablar este año.
—Eso es verdad, Tato.
—Ahora yo le digo, con la cantidad de cosas que pasaron este año, nosotros podríamos haber hecho programas de cuatro horas si queríamos. Entonces, le pregunto, ¿usted qué me puede prometer para este año?
—¿Querés que te diga la verdad, Tato? No te puedo prometer absolutamente nada (ríe).
Entre sus programas ilustres, sobresale una emisión que simboliza la lucha contra la censura. Hubo un amparo por parte de la Jueza Servini de Cubría, donde impidió que fuera mencionada en el programa de Tato. Como respuesta, las principales figuras de la prensa y de la televisión se reunieron en el programa para inmortalizar a la magistrada con la canción “La jueza Baru Budu Budía es lo más grande que hay”. La mencionaron implícitamente sin caer en el conflicto judicial impulsado por ella. Tato cerró esa noche con una frase elocuente: “Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.
De aquel histórico encuentro, destacamos el peso de Tato para reunir a las principales figuras públicas del país bajo un mismo objetivo, por ejemplo, Víctor Hugo, Mario Pergolini, Mariano Grondona, Magdalena Guiñazú, Fernando Bravo, Alejandro Dolina, entre otros. Representación que años después sería imposible debido a la grieta que se generó en el período kirchnerista.
Nos regaló frases que nos persiguen eternamente:
“¡Qué país! ¡Qué país! No me explico por qué nos despelotamos tanto. ¡Si éramos multimillonarios! Usted iba y tiraba un granito de maíz y ¡paf! le crecían diez hectáreas. Créame, lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar”.
Otra joya. Su monólogo número dos mil en el que repasó sus treinta años de carrera. Así lo cerró:
“Todavía tengo confianza; tengo confianza, por eso, les digo a los políticos y a los funcionarios que están ahí viéndome, si siguen haciendo las cosas que están haciendo, yo voy a tratar de estar acá todo el tiempo posible para seguir jodiendo. Y para cuidarlos también de la máquina de cortar boludos; porque si pusiéramos la máquina de cortar boludos dentro de la máquina del túnel del tiempo, y se pusiera a cortar boludos históricos con retroactividad, otra hubiera sido la historieta hoy. Historieta que, como país, no creo que nos merezcamos —esto lo dice mi libretista Santiago Varela— yo no estoy tan seguro. ¡Un cacho de culpa tenemos también!”.
Y dejemos que cierre Tato: “Por eso, mis queridos chichipíos, a seguir trabajando, la neurona atenta, vermut con papas fritas y ¡GOOD SHOW!”.
POR: LUCAS BAYLEY / SENDERO ELEGANTE