POR: IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE
Ayer tuvimos un nuevo round de elecciones provinciales. Esta vez le tocó a La Pampa. No hubo sorpresas: el peronismo ganó por knockout como lo hace desde 1983. Sergio Zilotto obtuvo cerca del 52% de los votos. Su rival más cercano, el radical que había ganado a Carlos Mac Allister la interna de Cambiemos, Daniel Kroneberger, quedó casi 20 puntos debajo del candidato justicialista. El golpe inesperado se dió en Santa Rosa; el peronismo recuperó la capital que había perdido en manos del radicalismo en 2015.
No todo fue derrota para el radicalismo. La victoria de Kroneberger en la interna había envalentonado a una parte del radicalismo para pelear posiciones de poder dentro de la coalición nacional. La derrota no cambia el panorama. En una provincia gobernada desde 1983 por el Partido Justicialista, ganar hubiese sido una sorpresa, pero perder era esperable. La victoria de Kroeneberger instaló el debate, su derrota no lo termina.
En La Pampa vota menos del 1% del padrón nacional. Sin embargo, la elección tenía una importancia destacada para el ámbito nacional: fue la primera elección luego del simbronazo que pegó el anuncio de la fórmula presidencial de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Y en La Pampa se habló de los Fernández.
“Los peronistas deberían estar todos en el mismo espacio”, dijo el actual gobernador Carlos Verna, al celebrar la victoria de su coequiper. La unidad está más cerca de lograrse. La fórmula Fernández – Fernández empieza a despertar cierta simpatía entre el electorado del centro, pero sobre todo, simpatía en los gobernadores. Y en Argentina los gobernadores importan, y mucho.
Muchos de ellos hasta el sábado se encontraban enfrentados con la figura de Cristina Fernández, y habían optado por una alternativa que los representara más: el Peronismo Federal. Lejos de la unidad, los gobernadores peronistas hasta el viernes (¿y hasta hoy?) se encolumnaban bajo la figura de Roberto Lavagna.
Renuncia histórica. Citando a Perón, Cristina Fernández de Kirchner, renunció a sus pretensiones de liderar la boleta presidencial. La figura de Alberto Fernández abrió la posibilidad de acuerdo con el Peronismo Federal. Desde el sábado hasta esta mañana, 13 gobernadores dieron su visto bueno al binomio candidato a ocupar el sillón de Rivadavia. El flamante candidato electo, Sergio Zilotto fue el 14.
¿Por qué importa el visto bueno de los gobernadores? Los gobernadores suman votos y gobernabilidad. Los gobernadores manejan la maquinaria política provincial; militantes, punteros, funcionarios y dirigentes responden habitualmente al gobernador. Pero también atraen votos; en muchas provincias el elector presta atención a la mirada del gobernador sobre los candidatos nacionales o bien elige la boleta donde el apellido del gobernador está presente. Pero, los gobernadores también son importantes para gobernar: senadores y diputados nacionales responden a los gobernadores, especialmente en las provincias chicas.
Los gobernadores tienen la lapicera. Los líderes provinciales van a ser centrales para definir las listas de diputados y senadores nacionales, pero también para mover la maquinaria electoral que haga que sus candidatos sean electos. Sumarse a una fórmula presidencial ganadora, ayuda a los gobernadores a acceder a una porción del poder nacional.
No todos los gobernadores peronistas apoyaron la coalición. Juan Schiaretti (Córdoba) y Juan Manuel Urtubey (Salta) fueron los únicos (hasta ahora) que se pronunciaron en contra de la flamante dupla. Córdoba no es una provincia menor: en 2015 fue la perla de Cambiemos, cuando más del 70% de los cordobeses optaron por Mauricio Macri en el balotaje. Schiaretti, viene de arrasar en las elecciones provinciales, y ya adelantó que no apoyará la boleta que lleva a Cristina Fernández de Kirchner. Esta semana se reúne con Macri para firmar un “acuerdo de gobernabilidad”.
Del plato a la boca, se cae la sopa: todavía hay un largo camino hacia la elección. En primer lugar, las listas oficialmente cierran el 22 de junio, hasta ese día, todo puede cambiar. En segundo lugar, si bien la fórmula tiene el guiño de los gobernadores, no hubo un apoyo explícito, y los incentivos para comprometerse plenamente son bajos: recordemos que la mayoría de las provincias decidió separar sus elecciones a gobernador de las presidenciales, por lo que muchas llegan a octubre con sus gobernadores ya electos, ¿Los líderes provinciales moverán tanto su aparato como cuando sus nombres están en la boleta? En tercer lugar, billetera mata unidad. Los gobernadores durante los cuatro años de gestión Cambiemos tuvieron buena relación con el gobierno nacional, intercambiando fondos públicos por apoyo legislativo, la alternativa peronista tiene que —- por lo menos— – empatar los incentivos de la gestión actual. Por último, pero no menos importante, como diría Jaime Duran Barba, al final del día los votos son de la gente, no de los dirigentes. Sumar gobernadores parece ser un gran plus, pero el voto lo decide cada elector en el cuarto oscuro.
Todavía queda un largo trecho para asegurar que esta fórmula podrá sumar definitivamente el visto bueno de los distintos sectores peronistas y de la mayoría del electorado. Pero más de uno ya se ilusiona con les muchaches fernandistas
POR: IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE