FUTBOLIZACIÓN DE LA POLÍTICA

POR JUAN MARTÍN BARREIRO | SENDERO ELEGANTE

“En un tiempo, ser militar era una forma de acceder a la Presidencia. Ahora, una forma de acceder al sillón de Rivadavia es ser presidente de un club de fútbol”, dijo Elisa Carrió en el 2007. Las barras bravas —las “mafias” dentro del fútbol— son una gran enfermedad que daña al deporte y que elude los controles del gobierno. Son violentos enlazados con políticos, narcotraficantes y dirigentes de los clubes. ¿Cómo es posible que haya tanta relación entre la política y el fútbol?

«Una forma de acceder al sillón de Rivadavia es ser presidente de un club de fútbol»

Futbolización de la política

“La barra es un grupo económico ilegal de importancia, con conexiones políticas, policiales y sindicales muy altas”, explica Gustavo Grabia en su libro “La Doce” que relata la historia de la barra brava de Boca.  La violencia fue uno de los principales impulsores de la creación de estos grupos organizados. Hubo muertes fuera y dentro de los estadios. Unos de los principales y más recordados actos de violencia y muerte fue el asesinato a tiros de Ángel Luis Delgado y Walter Darío Vallejos por barras de Boca tras un superclásico disputado en la Bombonera en 1994.

Políticos argentinos de alta jerarquía han estado ligados con clubes desde hace mucho tiempo: Hugo Moyano, exsecretario General de la CGT, es el actual presidente del Club Atlético Independiente desde julio de 2014, Aníbal Fernández, jefe de Gabinete entre 2009 y 2011, fue presidente de Quilmes de 2011 hasta 2016; y el caso más emblemático, el del actual presidente de la nación Mauricio Macri, quien estuvo a cargo de Boca por 12 años.

“La barra es un grupo económico ilegal de importancia, con conexiones políticas, policiales y sindicales muy altas”

¡Atención! Visitantes abstenerse

En el año 2013 la AFA junto al Gobierno Nacional prohibió la presencia de hinchas visitantes en los estadios luego del crimen de un hincha de Lanús tras una represión policial en la Plata, como manera de garantizar que no haya más violencia dentro de las canchas de fútbol. “La prohibición del hincha visitante como lógica de política pública del Estado me parece errada porque sostiene que todo hincha rival es peligroso para el local”,dijo José Garriga Zucal, doctor en antropología social, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de San Martín. “La prohibición del público visitante no fue efectiva en atacar el problema principal que era la muerte y violencia en el fútbol”, agregó Zucal. Asimismo, contó por qué se decidió no permitir hinchas visitantes en los estadios: “Esta negativa es el resultado, no del enfrentamiento entre barras, sino del mal accionar de las fuerzas policiales; la policía tiene muchísimos muertos en la historia del fútbol argentino y es un actor fundamental para entender la violencia”.

La medida del gobierno no estuvo a la altura. Revisemos algunos actos ocurridos dentro y fuera de los estadios: la agresión con gas pimienta a los jugadores de River en el 2015 por los Octavos de Final de la Copa Libertadores; el asesinato de Emanuel Balbo, el joven que fue arrojado desde una tribuna en el clásico Belgrano vs Talleres en 2017 o el ataque al micro de Boca en noviembre del año pasado, minutos antes de comenzar unos de los partidos más importantes de la historia del fútbol argentino —y mundial—: la superfinal entre River y Boca.

«La prohibición del público visitante no fue efectiva en atacar el problema principal que era la muerte y violencia en el fútbol»

Papelón argento

La suspensión de la final de América hizo que el Presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, tuviera que dar explicaciones en la cámara de diputados por la ley antibarras. Allí habló con legisladores y aseguró que la barra no asistirá más al estadio Monumental. El presidente millonario contó con el apoyo de Javier Cantero, expresidente de Independiente, quien fue uno de los pocos dirigentes que combatió a las mafias durante su mandato: tuvo el coraje de quedar cara a cara con Bebote Alvarez, líder de la barra del Rojo en una confrontación en la calle.

El principal objetivo de Cantero fue separar a las barras del fútbol, pero no tuvo éxito y ningún colega lo ayudó ni lo respaldó públicamente. “Los barras bravas tienen jefes, participación política, los dirigentes les dan entradas o dinero, y el poder que manejan es peor de lo que nosotros pensamos”, dijo Cantero. Nos engañamos, reflexionó, si creemos que el problema de violencia en el fútbol son solo los barras bravas.

Si revisamos el ataque ocurrido el 24 de noviembre de 2018 en el barrio de Núñez, habría que comenzar un día anterior cuando el fiscal Norberto Brotto ordenó el allanamiento de la casa de uno de los líderes de los borrachos del tablón, Héctor Caverna Godoy, donde el magistrado secuestró grandes sumas de dinero, 300 entradas populares para la final y decenas de prendas del club.

De todas formas pasaron los días y se formularon teorías conspirativas; el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, responsabilizó al jefe de Brotto, Martín Ocampo, de los incidentes en las inmediaciones del Monumental y decidió su salida. Ocampo fue el procurador de los fiscales en la ciudad, un tipo hiper pro que controlaba la justicia porteña y responsable de la suspensión del partido más importante del siglo XXI. Algunos medios divulgaron la amistad entre Ocampo y Daniel Angelici, presidente de Boca, quien fue una de las personas que ayudó a impulsar la carrera de Ocampo dentro del Pro.

«Los barras bravas tienen jefes y participación política; el poder que manejan es peor de lo que nosotros pensamos»

Amigos son los amigos

Angelici, amigo personal de Mauricio Macri y con un amplio poder de influencia, fue denunciado por la diputada Elisa Carrió quien lo trató como un operador judicial y  le atribuyó la capacidad de incidir en nombramientos en lugares claves del Gobierno. A su vez, Macri fue acusado durante su presidencia en el club  por jugadores xeneizes de aprovechar su gestión para sus “negocios personales”: corrupción en los pases de los futbolistas.

El tábano Carrió también lo tildó de corrupto públicamente al actual Presidente en el 2007 por conexiones ilegales entre el fútbol, la política, y la violencia de los barrabravas, al hablar de la posibilidad de una alianza electoral en ese momento: “La sociedad puede pedirme que nos juntemos. Lo que no me pueden pedir es que nos juntemos con corruptos. Los barrabravas acompañan a los grandes políticos, y lo dice el presidente del club de fútbol mayor de la Argentina. Negocio, política, violencia está todo mezclado y también está determinada una forma de carrera política. En un tiempo, ser militar era una forma de acceder a la Presidencia. Ahora, una forma de acceder es ser presidente de un club de fútbol, y esto marca la ligazón entre política y dinero». Lilita es enemiga de la futbolización de la política.

«Lilita es enemiga de la futbolización de la política»

¿Hinchas o barras?

Actualmente, el gobierno le busca la vuelta con medidas para brindar más seguridad a quienes presencian los partidos, como la exigencia de los clubes de comprobar la identidad de aquellos que asisten a los estadios a través del DNI o pasaporte, para evitar que concurran aquellos que no tengan derecho de admisión. Sin embargo, a fines del año pasado la cámara de diputados había aprobado el proyecto de la ley antibarras por 201 votos a favor, ninguno en contra y tres abstenciones, pero se decidió devolver el tema a comisión luego de que entre legisladores no lograran acordar determinados artículos durante el debate. El tema actualmente sigue en veremos.

El antropólogo Zucal dice que el barra brava es el actor principal dentro de la lógica violenta en el fútbol, pero no es el único que comete hechos violentos; todos los actores del mundo del fútbol (espectadores, jugadores, los medios de comunicación, etc) contribuimos a la legitimación y citación a la violencia.

El fútbol pierde cuando los violentos se apropian de la escena. ¿Hasta cuándo?  

De izquierda a derecha: Daniel Angelici, Rafael Di Zeo, Aníbal Fernández y Hugo Moyano | Arte: Rocío Pérsico


POR JUAN MARTÍN BARREIRO

Revista Sendero

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