CUANDO LA MAREA VERDE INUNDÓ EL CONGRESO

POR ALDANA GIOVAGNOLA / SENDERO ELEGANTE

Un año atrás, el jueves 14 de junio de 2018, se votó en la Cámara de Diputados de la Nación la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La sesión arrancó el miércoles 13, aproximadamente a las 11 de la mañana, y duró 24 hs. Cerca de las 10 de la mañana del jueves se supo el veredicto de lxs diputadxs: El aborto legal tenía media sanción.

La votación se dio después de semanas enteras de debate, no sólo al interior del Congreso, sino en las calles, en las casas, en los grupos de amigxs, en las escuelas, en los lugares de trabajo, en las parejas. Se conquistó lo que nunca se había logrado antes: Que el aborto fuese un tema del que se hablaba en la mesa, tomando un café, viajando en el subte, sin pudor ni tabúes. Lo que entre nosotras llamamos “la despenalización social”.

Después de años en los que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito había presentado el proyecto en el Congreso y nunca había logrado salir de las comisiones, el tema logró instalarse en la agenda pública. Con un movimiento de mujeres y disidencias cada vez más fortalecido desde el primer Ni Una Menos en 2015, la discusión por la legalización del aborto traspasó las paredes del Congreso y las voces de los medios de comunicación masivos.

El día de la sesión la Plaza del Congreso estaba dividida en dos por vallas largas y altas. Del lado de Rivadavia, hacia Avenida Corrientes, era el lugar designado para aquellxs que nos concentrábamos en favor de la legalización del aborto. Del lado de Hipólito Yrigoyen, hacia Avenida Belgrano, era el lugar designado para lxs que se negaban a esa ampliación de derechos.

Callao y Rivadavia fue convirtiéndose en un mar de glitter verde y violeta conforme avanzaba la mañana del 13 de junio; la vigilia arrancaba desde temprano. Chicas, chicos y chiques aprovisionadxs con frazadas, mantas, agua caliente, comida, abrigos y bufandas. Era un día frío de casi principios de invierno, pero había un calor que no sólo lo daban los cuerpos amontonados, que cada vez eran más mientras se acercaba la noche, sino también la excitación de sentirse protagonistas de un momento histórico.

Avenida Corrientes, con sus calles siempre colmadas, era un mar de juventud feminista. Llegabas a Callao y ya tenías que empezar a avanzar lentamente entre los puestos con emprendedorxs vendiendo sus productos, los grupos de chicxs en ronda en el piso (ya semi-acampando), las miles de personas intentando llegar a la plaza. Cuando logramos llegar, todo era una fiesta. Gente y gente por todos lados, batucadas, cantos, gritos, olor a hamburguesas y choripanes, vendedorxs de bebidas, pañuelos y pins, carpas enormes, carteles con mucha brillantina. “Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”, sonaba una y otra vez. Todas entendíamos que ese día había muchísimas cosas en juego. No sólo la sanción de la ley, sino la visibilización de todos nuestros reclamos como movimiento feminista. Ese día, esa noche, estábamos poniendo en jaque los cimientos de la cultura patriarcal.

A la noche emprendimos la vuelta. Queríamos ver la sesión y saber de qué se estaba hablando en las redes sociales. Muchas periodistas y comunicadoras feministas estaban acreditadas en la Cámara e iban twitteando lo que se escuchaba en los pasillos, lo que se daba detrás de las cámaras. Tenían las internas, las novedades, los pormenores.

Algunas contaban cómo habían diputadxs en contra del aborto legal que ofrecían pasajes al exterior a lxs indecisxs para que no votaran la ley. Otras contaban cómo las diputadas sororas (el grupo de diputadas que fueron las principales impulsoras del proyecto en la Cámara) hablaban con unx y con otrx para convencerlxs de votar a favor de la ley. Y mientras tanto, el “poroteo” de la página web Activá el Congreso iba cambiando minuto a minuto.

Después de la plaza llegué a la casa de mi novio y nos quedamos viendo la sesión y siguiendo las novedades en Twitter hasta las 4am, cuando todavía no se sabía si íbamos a ganar o perder. Pusimos una alarma a eso de las 6.30am, ya que a la madrugada habían estado diciendo que se podía llegar a votar a eso de las 7.30am. Cuando nos despertamos, esa hora se había pospuesto: se estimaba la votación a las 10am.

Salimos nuevamente para la plaza. Llegamos a eso de las 9, a las apuradas. El subte B estaba llenísimo y no nos habíamos podido subir, así que con miedo de no llegar a la votación salimos corriendo hacia una Avenida Corrientes vacía y nos subimos a un taxi. Mientras estábamos arriba del taxi, se empezó a decir en Twitter que sin lugar a duda la ley iba a tener media sanción. Diputadxs pampeanxs habían recibido un llamado de su gobernador (Carlos Verna) e iban a votar finalmente a favor. La votación se acercaba.

El taxi nos dejó en Corrientes y Callao. Caminamos hasta la plaza y logramos quedarnos justito al lado del Congreso, sobre Rivadavia, donde estaba la pantalla que transmitía la sesión en vivo. Llegamos para los discursos de cierre. Después de escuchar a un par de legisladorxs  en contra de la ley, habló Silvia Lospennato, una de las diputadas sororas, integrante del bloque del PRO. Todxs lxs presentes, independientemente de nuestra orientación partidaria, nos emocionamos con su discurso que reivindicó a las generaciones históricas que lucharon por la legalización del aborto, así como a lxs pibxs que estábamos afuera esperando el veredicto.

A las 9.50am el presidente de la Cámara Emilio Monzó pidió a lxs diputadxs que procedieran a votar. Se hizo un silencio entre lxs que estábamos en la plaza, todxs expectantes. El contador llegó a cero y se vio en la pantalla: 129 votos a favor, 125 votos en contra, 1 abstención. Gritos, saltos, llantos, abrazos. Todas las sensaciones juntas.

De pronto, vimos en la pantalla que dentro de la cámara empezaba a haber revuelo. Algunxs diputadxs decían que sus votos se habían contado mal. Después de un par de idas y vueltas, se llegó a la conclusión que el número era 129 a favor y 125 en contra. Nuevamente gritos, llantos, saltos, abrazos. Como generación nunca habíamos tenido la oportunidad de vivir un momento así. Las leyes históricas se habían sancionado cuando éramos más chicxs. Estábamos siendo parte de esos momentos que leíamos en los libros. Eso era la historia. Éramos definitivamente partícipes de un momento histórico.

La felicidad, la complicidad y la alegría flotaban en el aire. Volviendo me encontré con mi prima entre el tumulto, nos abrazamos, gritamos, empezamos a hablar de lo que había sido la noche anterior, del sufrimiento por estar hasta el último momento con el corazón en la boca. Después de 24 horas ininterrumpidas, las pibas seguían con los bombos, manteniendo vivas las batucadas. El sueño y el frío no importaban porque era un día de fiesta, de sonrisas, de lucha colectiva.

Y lo importante, más allá de lo que fue más tarde la jornada del 8 de Agosto tras la votación en el Senado Nacional, es todo lo que vino después. Los avances y los retrocesos en materia de derechos de las mujeres y disidencias. La denuncia pública, en conferencia de prensa, de la actriz Thelma Fardin a Darthés, rompiendo el cerco mediático y legitimando la palabra de las muchas que vinieron antes que ella y las que pueden venir en el futuro. Las mujeres muertas por abortos clandestinos, o asesinadas por instituciones médicas que se negaron a practicar abortos no punibles en todas partes del país. La sanción de la Ley Micaela García, que hace obligatoria la capacitación en perspectiva de género para toda la administración pública en los tres poderes del Estado, y de la Ley Brisa, que brinda una reparación económica desde el Estado a lxs hijxs de víctimas de violencia de género. La limitación y futura eliminación de las jubilaciones para las amas de casa.

Lo más destacable del debate por la legalización del aborto fue su capacidad para poner sobre la mesa temas que venían históricamente silenciados y naturalizados. Detrás de la capacidad para decidir si continuar o no con un embarazo, se encuentra la idea de libertad, de soberanía sobre el propio cuerpo, la lucha contra los mandatos, los estereotipos y los roles de género impuestos sobre la existencia de todas quienes fuimos criadas mujeres.

La frase “La maternidad será deseada o no será” trae aparejados el cuestionamiento y la deconstrucción de las concepciones sobre el rol social de las mujeres. “Sobre mi cuerpo decido yo” es una afirmación colectiva que promulga que nuestros cuerpos y nuestros destinos no estarán más al servicio del poder, sino que los reclamamos como propios de manera conjunta, entendiéndonos como un colectivo heterogéneo y diverso que viene a disputar las formas en que se construyen la cultura, la economía, la política y la sociedad toda.

Creamos política de manera transversal, multipartidaria y plurinacional; no sin idas y vueltas, no sin tensiones, no sin diferencias. El día de la media sanción del aborto legal fue uno de los puntapiés para la fortaleza actual de la famosa “marea verde”, que no se evaporó tras el resultado negativo en el Senado dos meses después, sino que tomó mayor impulso para inundar de feminismo a la sociedad argentina.

POR ALDANA GIOVAGNOLA / SENDERO ELEGANTE

Aldana Giovagnola

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