¿Sin música la vida sería un error?

POR JUAN ZINGONI / SENDERO ELEGANTE

Soñamos con vivir de la música. Por lo menos, una vez. Cuando escuchamos a esa banda que la rompe o a aquel gran cantante y sentimos ese poder que tienen de expresarse en formas tan variadas y profundas, todos dijimos: “qué lindo dedicarse a la música”. Pero guarda con el deleite de los cinco sentidos, porque la desmotivación siempre está al acecho, como en todo. El miedo al fracaso es alcohol para el peligroso incendio de las inseguridades y prejuicios. ¿Habrá más agua para los músicos del siglo XXI?

El miedo nos sirve, pero no hay que dejar que nos mate. La música ha sido y sigue siendo un campo laboral muy difícil y competitivo. Tal vez nunca será tan demandada como lo son hoy por hoy los ingenieros en informática. Vivir de la música puede ser fácil en el sentido profundo y sentimental, pero muy difícil en el económico y práctico. Como recita el joven rapero argentino, Acru: “Esta mierda me llenó el espíritu antes que el plato”, el riesgo, como todo, siempre está. Será cuestión de confianza, de oportunidades y de necesidades: hay quienes no pueden vivir sin hacer música. Como profesaba en el siglo XVIII el filósofo alemán, Friedrich Nietzche: “Sin música, la vida sería un error”.

La gran revolución cultural y tecnológica que viene experimentando el mundo tiene a las industrias, a los artistas y a los oyentes mismos sumergidos dentro de un proceso de experimentación: nuevas prácticas, nuevos consumos y nuevas estrategias en el mundo digital. Tocar unos temas de Soda Stereo en la calle o animarse a unas canciones de propia autoría en un bar; estudiar composición, incorporar la técnica, entender la teoría y practicar, practicar, practicar; eso se ha hecho siempre y continuará siendo así.

¿Qué cambió con este complejo mundillo digital para los artistas? Según Erica Santos, prensa de artistas: “Los cambios tecnológicos y los cambios de consumo hicieron que el artista comience a perder plata”. Y eso que antes ya costaba. Como muchos saben, los discos ya no se venden, la piratería e internet agarraron por sorpresa tanto a los músicos como a los Estados, y hoy las ganancias vienen en gran parte de las plataformas digitales de música: Youtube, Spotify, Deezer, entre otras. Sin embargo, estamos lejos de ser los extraterrestres de Toy Story como para decir: “¡Nos han salvado plataformas! ¡Estamos agradecidos!”. Un dato interesante: por un millón de vistas que tenga tu tema, en Argentina Youtube te paga 300 dólares, es decir, un poco más de 13.000 pesos. Por otro lado, Spotify es un poco más buena onda y por un millón de escuchas te paga 1200 dólares, es decir, 55.000 pesos. “Andá a conseguir un millón de escuchas en Spotify con una canción”, sentencia Erica Santos.

¿Qué podría hacer el Estado para modificar el estado de la música? Se podría obligar a subir la cantidad de plata que las plataformas le deben pagar a los artistas, por ejemplo. Aunque esto puede implicar que también se le aumente el monto de suscripción a los usuarios de las plataformas. Hay quienes sostienen que pagar 400 pesos para que seis personas puedan ingresar a toda la música que quieran (es el caso del plan familiar de spotify), es un monto muy bajo y podría aumentar para que le paguen más a los artistas. Por otro lado, están quienes disienten y creen que esto limitaría el acceso de muchas personas para que conozcan artistas.   

Derechos de autor y músicos independientes

¿De dónde surge esto de los derechos de autor? El orígen se encuentra en el sistema feudal. Tenemos que viajar hasta la inglaterra de 1710, cuando la Reina Ana ordenó la creación de un “estatuto” que le permitiera a los escritores aprobar o no la copia de sus libros.

Hoy el estatuto de la reina, en Argentina, cobra distintos nombres: uno de ellos es el SADAIC. ¿Qué es el SADAIC?Es la “Sociedad de autores y compositores argentinos”, una institución sin fines de lucro gestada hace más de cincuenta años por músicos y compositores que buscaron defender los derechos de autor de los artistas nacionales. ¿Cómo funciona? A priori, tiene dos tareas principales: recaudar y pagar. Los artistas pueden inscribir sus obras dentro de esta institución y la misma se encargará de que, cuando estas obras sean utilizadas para, por ejemplo, una publicidad, cobrar el dinero a la empresa de publicidad y luego dárselo al artista o compositor. A nivel mundial, nuestra sociedad de compositores y músicos, está rankeada como una de las 15 mejores y es la primera de América Latina en cuanto a recaudación.¡Felicitaciones!

Según comenta la prensa de músicos, Erica Santos, las transformaciones que acontecieron en los medios tradicionales llevaron a que desaparecieran muchos programas de televisión dedicados a la música y que, por otro lado, los programas que quedaron sean de muy difícil acceso. Un caso similar es el de las radios de gran alcance. Años atrás estas radios solían “planillear” los temas que pasaban, así podía quedar un registro para el SADAIC y que este pudiera cobrarles los derechos de autor para los músicos; lamentablemente esta práctica también cayó en desuso. Si bien la situación está complicada, ¿qué se puede hacer?

No piensen tanto, solo lo necesario

“La creatividad sin estrategia, se llama arte; la creatividad con estrategia se llama publicidad”, afirma el publicista Jef Richards. Quien desee vivir de la música, necesitará entrenar ambas partes. Ponerse las pilas para conseguir fechas o ayudar a sus prensas en el trabajo de comunicación son roles que un músico debe tener presente para darle fuerza a su carrera. Como recomienda Erica Santos: “los músicos deben hacer tareas que no son solo componer y tocar bien, ya que con esto último no alcanza para una carrera”.

Por supuesto que hay casos en donde una discográfica hace el resto del trabajo, pero el trabajo independiente también tiene sus virtudes (y defectos). Como explica un productor de bandas independientes al respecto: “cuando hacés la tuya y no te acercas a las industrias ganas libertad, pero también responsabilidad. Estás a cargo de todo, depende en cada uno si eso está bien o no”.

No dejar de moverse y trabajar para bancar un proyecto musical termina siendo la clave para que un proyecto avance. Por eso, veamos algunas de las estrategias contemporáneas que los artistas independientes utilizan para bancar su pasión:  

  1. Conciertos en casa o home-concerts: organizar tu recital o un mini-festival dentro de tu casa, de un amigo o familiar copado puede ser una buena alternativa para darte a conocer. El clima suele ser muy íntimo, lo cual puede beneficiar la conexión entre artista y espectador. La modalidad de donación abierta y al finalizar el show es recomendada, ya que despeja la traba del pago anticipado para el ingreso. Proyectos como “Sofar” y “Nómade Somos” se asemejan con este modelo.
  1. Reci-charlas: si bien su nombre original es “Keynote concerts”, las reci-charlas desplazan la parte musical a la categoría de valor agregado y parten de la premisa de poner el foco en la charla. Sería una charla TED como la que les dejo aquí abajo. Es un buen recurso para conectar con gente del mundo empresarial que está más acostumbrada a pagar por exposiciones que por música. Además, le estás resolviendo dos problemas (charla y música) a un rubro que suele tener muchos recursos para gastar.

3) Tocar en la calle: el clásico. Solo tú y el público dentro del escenario más grande de todos: el espacio público. Ante esta opción, primero se recomienda de atener a las normativas de cada ciudad, sino te podés llegar a comer un garrón. Por ejemplo: en la Ciudad de Buenos Aires está prohibida la actividad artística dentro de Microcentro, y además se debe realizar un trámite para solicitar un permiso para desarrollar actividades artísticas. Un buen consejo, colgarse un cartel con información de contacto: nombre, mail y redes sociales.

4) Locución o Voice Over: si sos cantante, estás con un tramo del camino ya recorrido gracias a tu entrenamiento vocal. La voz es un capital muy solicitado en una gran variedad de campos: videojuegos, comerciales, tutoriales, anuncios, audiolibros, juguetes, apps, radio, entre otros. Buscar abrir esta puerta laboral es una buena opción para tener un sustento económico mientras se busca impulsar tu proyecto musical.

5) Becas: muchas empresas y sectores del Estado tienen fondos para promocionar el arte como responsabilidad civil/social o a través de una fundación. El Fondo Nacional de las Artes de nuestro país es un claro ejemplo de esto. Cuidado, las becas se piden para cosas específicas, al momento de contarles “por qué deseas la beca”, trata de que tu historia se alinee con los objetivos que plantea la misma. Una buena historia siempre tiene mejores oportunidades, saber contarla es importante. Las becas se dan para estimular la economía, entonces se espera que contrates gente, un estudio, músicos y un contador, es decir, que abras el juego.

https://fnartes.gob.ar/

6) Nuevo Merchandising: ¿Quién debe ser el centro de atención? ¿El músico o el seguidor? Muchos piensan que el yo-centrismo es propio del artista exitoso. Bueno, en la gran industria puede que esto funcione bastante, pero no creo que figuras como Lali Espósito estén leyendo esto. Por eso, se recomienda no limitarse al “acá están las remeras, allá el disco, gracias, acá tu cambio”, sino incluir en los contenidos los “procesos de elaboración” de los discos, remeras, etc. Pedir que envíen fotos escuchando o usando los artículos sirve también. Cuando mencionan el merchandising, es mejor un “vamos a estar en la mesa de remeras, por si quieren charlar un rato”, que decir “gracias por venir, si les gustó compren algún disco por favor”.

LA RESPUESTA: NO DEJAR DE BUSCAR

Dedicarse a la música cuesta. Como dice Guido Procu, manager de bandas, sobre esto: “laburás muchas horas en muchas cosas para que salga bien un show de menos de una hora; lo que hay detrás de esa hora es increíble, por más que no se vea”. El músico puede dar clases, laburar en el local de la familia, vender sus habilidades como instrumentista en otra banda o realizar alguna de las estrategias que se comentaron anteriormente; lo importante tal vez no sea pegarla y ser exitoso, sino buscar y laburar, sabiendo que el proyecto vale más que cualquier cosa. Si el espíritu es ese, es probable que cada músico encuentre la manera de crecer.

Por otro lado, estamos los espectadores. Sabemos que el mundo y la naturaleza producen sonidos sin que nosotros tengamos que mover un dedo. La música puede vivir sin nosotros, pero ¿nosotros podemos continuar sin ella? ¿Cuánto nos puede costar ayudar a quienes viven con esfuerzo de este arte? ¿El Estado en qué puede aportar? Quedará en cada uno reflexionar y hacer algo o no. Darle o no diez pesitos más al pibe que toca el piano en el subte o en la plaza. Pensar que pagar cien pesos más en Spotify para que los artistas cobren más no está tan mal. El debate, como siempre, es necesario. Hace falta comenzarlo. Si como dijo Nietzsche, “la vida sería un error sin la música”, ¿por qué no pensamos cómo hace la música para ser parte de nuestras vidas?

POR JUAN ZINGONI

Arte: Rocío Belén Pérsico


Juan Ignacio Zingoni

Juan Ignacio Zingoni tiene 23 años, es de Bahía Blanca y estudia Ciencias de la Comunicación Social (UBA). Comenzó cubriendo recitales y entrevistando músicos para la revista digital "SPE". Co-produjo "Y se reía como loca" en FM La tribu y "Antes que nosotros" por Radio Monk. Sus temas preferidos para tratar son: arte, ciencia y medio ambiente. Como hobby escribe cuentos de ficción y aprende a tocar distintos instrumentos. Juan espera que cuando termine la pandemia pueda volver a producir "Terraza", un ciclo de música en vivo, cata de vinos y maridaje.

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