Chocolate para pensar el Acuerdo Mercosur – Unión Europea

POR RAMIRO GAMBOA / CORTESÍA EL ECONOMISTA

Los ojos de Macri están diciendo cosas todo el tiempo, como los de Kicillof, Cristina, Faurie y Merkel. Los ojos de Macri se enamoraron del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea tras veinte años de negociaciones; fue durante la última cumbre de países miembros del G20, en Osaka, Japón. En cambio, los ojos afiebrados del exministro de Economía, Axel Kicillof, conciben el acuerdo como una tragedia. ¿Comedia o drama?

Todes miran el acuerdo

Máximo Kirchner mira el acuerdo y dice que es una avivada de los europeos porque Argentina tiene un presidente que pone de rodillas a su pueblo; Macri sostiene que es el más importante de nuestra historia; Kicillof dice que va a ser una tragedia; y Pinedo dice que va a reducir los problemas de pobreza en nuestra región. Y todos se miran como enemigos, se gritan, se ríen y le echan la culpa al otro, ¿la culpa siempre es de los demás? ¿Por qué no concentrar el trabajo en la tarea y no en el juicio del otro? 

¿Qué se sabe del acuerdo? Expertos coinciden en que los sectores más beneficiados serán el de la industria automotriz para la Unión Europea y el sector agrícola para el Mercosur. Los países sudamericanos se comprometen a eliminar los aranceles del 35% que hasta la fecha imponía a los autos europeos y los de hasta el 18% a las piezas de la industria automoriz. Por su parte, Europa modifica los aranceles a más del 99% de los productos agrícolas procedentes de los países firmantes: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El comisario europeo de Agricultura, Phil Hogan, reconoció que la UE tuvo que hacer «significativas concesiones» en materia agrícola y agroalimentaria para lograr cerrar el pacto. En el lado del Mercosur la inquietud más patente es la de los sectores industriales porque el nivel de competitividad entre el desarrollo automotriz entre los países europeos y los sudamericanos está desequilibrado. 

Pensemos algo. Aunque sea equivocado, mejor pensar algo que no pensar nada. Durante un año electoral las dicotomías siempre son efectivas en términos políticos y eso lo sabe Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales: “Hay una cuestión de uso político doméstico que lleva a la dicotomía. La Argentina es un país donde las dicotomías políticas han sido los ejes de nuestra vida política y también hay un gran desconocimiento en general sobre el acuerdo, que hace veinte años que se negocia, es híper complejo, tiene más de quince capítulos, y pone de manifiesto un desconocimiento de aquellos que defienden el libre comercio en términos absolutos, como de aquellos que evaden el funcionamiento del mundo de hoy”.

En otras latitudes tienen una mirada más moderada del acuerdo, incluso dirigentes que tienen todas las credenciales para entrar al club de la izquierda: Evo Morales, presidente de Bolivia, lo saluda y dice que es importante trabajar en complementariedad y solidaridad en beneficio de nuestros pueblos. Su par uruguayo, Tabaré Vázquez, sostiene que es de los pactos comerciales más importantes del mundo, y su predecesor, José “Pepe” Mujica, dice que lo principal para el bloque sureño es vender sin aranceles. Cristina Kirchner, en el 2014 miró muy a los ojos al entonces presidente francés, François Hollande, y le dijo: “Estamos muy esperanzados en alcanzar las negociaciones entre la Unión Europea y Mercosur. Creo que podemos llegar a un muy buen acuerdo”.

Evo Morales, presidente de Bolivia, celebró el acuerdo. Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y figuran como estados asociados Bolivia, Chile Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam.
Mercosur eliminará progresivamente los aranceles del 27% al vino, el 20% al chocolate o de hasta el 35% que soporta ahora el whisky y otras bebidas alcohólicas con origen europeo. Europa a la vez tendrá que respetar y proteger denominaciones geográficas de Mercosur como los «vinos de Mendoza» o la «cachaça» brasileña.

Si hoy Macri enviara el acuerdo Mercosur-Unión Europea al Congreso Nacional para su ratificación, es muy probable que fuera rechazado. Un ejemplo básico: Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero, siempre negoció con Emilio Monzó sus seis diputados. Zamora ya anunció que apoya a la fórmula Fernández-Fernández, ergo esos legisladores ya no son negociables. Y en el Senado sucederá lo mismo. Monzó entregaba su paquete atado a Miguel Ángel Pichetto, que lideraba el bloque de senadores justicialistas. Ahora, Pichetto no podrá conjugar voluntades peronistas a favor del gobierno. El peronismo seguirá contando con mayorías relativas en los dos recintos de sesiones, a pesar de un triunfo de Macri. 


En esta coyuntura electoral, Macri no tiene margen político para aprobar el tratado bilateral, aunque estuviera redactado y a consideración de sus socios del Mercosur y los 28 miembros que integran la Unión Europea (incluida Gran Bretaña que aún no ejecutó el Brexit).

¿Por qué no proponer cambios y mejoras al proyecto oficialista? ¿Por qué Alberto Fernández critica un acuerdo del que todavía no se saben los términos ni la letra chica? ¿Cristina sigue respaldando un acuerdo, como lo hizo públicamente en el 2014?

La Comisión Europea calcula las exportaciones del bloque al Mercosur en 2018 en US$50.800 millones, mientras las importaciones desde los cuatro países sudamericanos fueron de US$48.100 millones.

Los treinta gloriosos

¿Un ejemplo de acuerdo global exitoso? El Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Luego de la hecatombe producida por la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba devastada. Las sociedades europeas sufrían el hambre, la miseria y las consecuencias de una guerra que provocó más de cincuenta millones de víctimas.  Francia y Alemania estaban distanciadas brutalmente.

La superación de la rivalidad entre Este-Oeste estaba directamente relacionada con una reconciliación franco-alemana. El historiador Peter Fritzsche, en su texto Rehearsals for Fascism (Ensayos para el fascismo), asevera la valentía que tuvo Robert Schuman, ministro francés de Relaciones Exteriores, al llamar el 9 de mayo de 1950 a las autoridades alemanas —principalmente— para realizar un acuerdo que marcaría el futuro de la historia política del siglo XX. El acuerdo sobre la base simbólica del carbón y del acero —industrias fundamentales de los años cincuenta— generaba una complementariedad entre los recursos franceses y alemanes. El éxito del acuerdo perfiló el crecimiento económico más poderoso e igualitario que haya percibido Europa. Los 30 años posteriores a la firma del acuerdo fueron categorizados por una gran cantidad de autores y pensadores, como “los treinta gloriosos”.

Mientras nuestros dirigentes incitan al odio, y cada dos frases usan un adjetivo descalificativo para hablar del adversario, reflexionemos sobre el capitalismo del siglo XXI: “Algunos piensan en un comercio de siglo XX como el Fordismo de bienes terminados, o de comercio hiperliberal que no existe. Lo que sostienen los sectores liberales, que el mundo es un lugar libre de toda traba, tipo panacea, es una ficción y pensar que uno puede desarrollarse endógenamente aislado del mundo, es otra ficción. En muchos círculos políticos intelectuales hay un gran desconocimiento y se opina y se opera desde una visión de preconceptos que todo el mundo tiene, pero que no están evidenciados empíricamente”, asegura Actis.

“La clave es que el Mercosur pueda lograr una cierta coordinación macroeconómica entre los socios, un cierto modelo de desarrollo virtuoso para aprovechar las oportunidades que puede dar el acuerdo con la Unión Europea”, aclara Esteban Actis, docente e investigador de Relaciones Internacionales.  

“Mucha prudencia porque no se saben los términos del acuerdo; la disyuntiva entre proteccionismo y librecomercio es errónea, y a nivel mundial no se discute en esos términos”, dice Esteban Actis, quien propone pensar una visión de política comercial argentina estratégica sobre cuáles son los aspectos en los que nuestro país tiene que ser ofensivo en materia comercial y en cuáles defensivo. ¿Por qué el debate se torna en una cuestión absoluta pensando en un comercio del siglo XX? Actis aclara que el capitalismo de esta época  tiene cadenas globales de valor, producción atomizada —lejano al del XX— y entiende que el acuerdo puede ser una buena oportunidad o no dependiendo de los términos, los cuales aún no se conocen. Siempre hay tensiones entre el pragmatismo y la ideología, lo importante es navegar esas tensiones sin adjetivos y con argumentos. Se trata de percibir el mundo con una nueva mirada, o una mirada renovada. Alberto Fernández lanzó un video donde respalda la idea de “volver mejores”. “Mejor que decir es hacer”, dijo el general Perón.

Crear es generar una nueva idea y transformarla en un producto original. Esa creación se hace con la “rosca”, un instrumento ineludible de la política. ¿Por qué no se usa la “rosca” para lograr un mejor acuerdo? 

Hacer un análisis categórico del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea sin conocer sus partes medulares es hacer tarot o futurología, y contribuir a la demencia colectiva. Quizá la Argentina necesita de rondas de chocolates gratis para sus ciudadanos y, sobre todo, para sus dirigentes. El chocolate, ese antídoto que usaba Harry Potter para combatir a los dementores, entes temibles y aterradores que chupaban el alma, puede servirnos para calmarnos un poco y pensar. 

A veces, cuando el país se vuelve invivible, mejor comer chocolate.

Arte: María Belén Pérsico.

¿Qué mundo preferís?

«La guerra comercial entre Estados Unidos y China afecta y complica a la Argentina, pero la gran responsabilidad es no haber preparado al país para tal contingencia. Argentina no sólo carece de inteligencia estratégica, sino también de un cuadro de situación de la suerte de caleidoscopio en que se ha transformado la arena geopolítica y en consecuencia geoeconómica global», asegura el analista internacional, Horacio Calderón.

Si Calderón tuviera que elegir entre tres opciones: mundo unipolar con hegemonía estadounidense, mundo bipolar con hegemonía compartida entre China y Estados Unidos o un mundo multipolar, optaría por la tercera opción que se caracteriza por una mayor cantidad de países que tienen peso considerable en el rumbo de las decisiones globales.

«La Argentina debe estar preparada para lidiar con realidades que ni siquiera puede influenciar en lo más mínimo, como consecuencia del estado de irrelevancia en que nos han sumido los gobiernos de las últimas décadas», dice Horacio Calderón.

Esteban Actis sotiene que lo ideal sería un mundo multipolar, pero percibe que el mundo va hacia una bipolaridad.

Sendero Elegante: —¿Qué mundo le conviene a la Argentina?

Esteban Actis: Una bipolaridad distendida, donde las dos potencias puedan llevarse y acomodar sus intereses en una mesa de negociación; lo que no le conviene es una bipolaridad ríspida, donde las potencias intenten sobreponerse una hacia otra a partir de guerras comerciales.

Tregua

Quienes sí comieron chocolate y experimentan una etapa de distensión son Trump y Xi Jinping. “En un contexto donde la economía norteamericana y la economía china tienen algunos desequilibrios, un contexto de profundización de la guerra comercial puede llevar a ambas a una situación no deseada. La tregua que se anunció en Osaka tiene que ver con que justamente los efectos de la guerra comercial se están empezando a sentir y ni el presidente estadounidense, ni el chino se pueden dar el lujo de jugar su capital político en un conflicto que ya tiene sus consecuencias”, asegura Esteban Actis.

Sendero Elegante: —¿Cómo impacta la tregua chino-estadounidense en Argentina? 

Esteban Actis: —Para la Argentina y para todos los países en desarrollo es preferible un contexto de distensión, una mesa negociadora abierta donde las dos potencias puedan saldar sus diferencias, que son profundas en materia comercial, tecnológica, geopolítica, implica una menor aversión al riesgo global, una tranquilidad en los mercados internacionales, y, para la Argentina, en un contexto de vulnerabilidad externa financiera, una mejor posibilidad de manejar sus crisis en términos de balanza de pagos, de financiamiento de deuda. Es fundamental, no solo para el gobierno de Macri, sino para cualquiera alternativa que logre llegar al poder que esta tregua se mantenga.

Sendero Elegante: —¿Cómo es el vínculo entre la Argentina y esas dos potencias mundiales?

Esteban Actis: —Estamos asistiendo a la conformación de una doble dependencia con las dos potencias más importantes del mundo. Una dependencia financiera con los Estados Unidos, sobre todo con el apoyo de la Casa Blanca al préstamo del FMI, y, por otro lado, tenemos una dependencia muy fuerte con China en materia comercial y de inversiones. Las principales inversiones que pueden dinamizar la economía argentina son de empresas chinas. 

El reto más difícil que tiene la Argentina desde su situación periférica, y con una vulnerabilidad muy crítica en la coyuntura, es manejar la doble dependencia sin que se torne adversa en el mediano y largo plazo. 

POR RAMIRO GAMBOA / CORTESÍA EL ECONOMISTA

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