¿QUE PASA EN CHILE, PO´?

POR JUAN PABLO CHIODI / SENDERO ELEGANTE

 

80.000 docentes de paro durante más de 50 días, medio millón de alumnos sin clases, y carabineros que detienen dentro de las escuelas a estudiantes que responden con bombas molotov. ¿Qué es todo este quilombo que pasa en Chile? Vamos por partes.

 

LOS DOCENTES SE PLANTAN

 

Hace ocho semanas que los docentes chilenos están de paro, pero, ¿qué es lo que exigen? En primer lugar, demandan el reconocimiento de la deuda salarial histórica. La deuda surge por el desconocimiento por parte del Estado del reajuste salarial, que desde 1981 deberían haber recibido los docentes: implica un incremento de hasta un 90 % del sueldo base. Sin embargo, los docentes nunca recibieron este beneficio; por el contrario, han perdido poder adquisitivo. Demandan además el reconocimiento de un bono salarial para docentes de jardín y de educación especial.

 

Otro punto clave que pide el gremio es terminar con la precarización del trabajo docente y lograr la titularidad en las horas. Según los docentes, son miles los profesores “suplentes” que cumplen iguales funciones y responsabilidades que los titulares, pero que por su condición cobran menos. Hay casos de profesores con 20 años de antigüedad que siguen contratados de forma precaria. 

 

Pero las reivindicaciones no sólo son económicas, además demandan soluciones a los problemas de infraestructura de los colegios: plagas de ratones, falta de calefacción y aulas containers. Rechazan también la modificación curricular que contempla la eliminación de Historia, Educación Física y Arte como asignaturas obligatorias para tercer y cuarto curso de la educación media (bachillerato). 

 

Los manifestantes exigen la presencia de la ministra de Educación Marcela Cubillos en la mesa de negociación y que se “termine la represión” en las movilizaciones.

LA NO RESPUESTA DEL GOBIERNO

 

La respuesta del gobierno no fue la esperada. O si. La reacción inicial fue hablar de “un paro por motivaciones ideológicas”, mientras se negaban a recibir a los docentes y negociar. El descontento de los profesores era evidente: la profesora Inés Tapia interceptó a la ministra de Educación Marcela Cubillos en el cementerio y la acusó de incompetente, y de ignorar a los docentes, mientras la grababa con su celular. La respuesta al escrache no se hizo esperar y el propio presidente Sebastián Piñera tuiteó: “Si alguien no puede respetar ni siquiera la solemnidad y privacidad de un cementerio, ud cree q está preparado para educar a nuestros niños y jóvenes?”. 

 

“Renuncia Cubillos, te ha quedado grande el poncho” le reprochó la profesora Inés Tapia a la ministra de Educación. 

 

Recién luego de 3 semanas de paro y movilizaciones —escrache incluido— la ministra Cubillos accedió a sentarse a dialogar con el Colegio de Profesores, la asociación que nuclea a los casi 100.000 docentes chilenos. Sin embargo, no parecía muy abierta al diálogo; el día anterior del encuentro la Ministra de Educación tuiteó: “No permitiré que me sigan usando como excusa para no volver a trabajar a sus salas de clases. Ahora veremos si el Colegio de Profesores tiene voluntad real de terminar con este paro”. Durísima.

 

Hoy los docentes chilenos comienzan su octava semana de paro consecutivo, y el conflicto no parece solucionarse. El Gobierno propone otorgar un bono y armar una mesa para discutir la reparación histórica, pero no va a ceder con la reforma curricular. Historia no será más una materia obligatoria en tercer y cuarto año. Aún cuando el titular de la Federación se manifestó a favor de levantar el paro y seguir negociando con el gobierno, las bases docentes no quieren saber nada y el paro hoy en día continúa.

 

¿AULAS SEGURAS O JAULAS SEGURAS?

 

Pero los docentes no son los únicos que protestan en Chile. Los estudiantes también se encuentran movilizados en rechazo —entre otros motivos— al proyecto de Aulas Seguras, al que llaman ley de «Jaula Segura». El proyecto permite a los directivos de las escuelas expulsar de manera simple e inmediata a alumnos que se vean involucrados en hechos de violencia. 

 

El proyecto fue aprobado por mayoría simple en el Congreso en septiembre del año pasado, pero sin embargo generó el rechazo no solo de los estudiantes, sino también de los docentes. Para los maestros la principal crítica al proyecto es que no brinda las herramientas pedagógicas para enfrentar la creciente violencia, sino que solo la castiga.  Además, sostienen que la ley termina simplemente “trasladando” el problema desde los liceos emblemáticos del centro de Santiago hacia los liceos periféricos. 

 

Pero la expulsión de alumnos problemáticos no es ninguna novedad en Chile. El año pasado fueron 745 los estudiantes expulsados en todo el país, un promedio de seis por semana. Si no es un fenómeno nuevo, ¿qué es lo que impulsó al gobierno a tomar esta polémica medida para acelerar y facilitar las expulsiones?

 “Nuestro Gobierno va a perseguir con toda la fuerza de la ley a aquellos delincuentes y violentistas que, disfrazados de estudiantes, pretenden causar un clima de terror al interior de nuestros establecimientos educacionales”, decía Piñera cuando se aprobó la ley de Aulas Seguras. 

 

LOS OVEROLES BLANCOS

 

Las protestas estudiantiles en Chile tienen una larga historia: el país trasandino aún conserva casi intacto el sistema educativo privatista implementado durante la dictadura de Pinochet, lo que generó durante años reclamos de estudiantes por el derecho a una educación pública y de calidad. Pero hay un elemento que sí es novedoso y es la presencia de los “overoles blancos”: estudiantes radicalizados, que disfrazados con overoles blancos –al mejor estilo La casa de papel- hacen piquetes frente a los liceos, prenden fuego neumáticos y arrojaron bombas molotov contra los carabineros.

Los “overoles blancos” se enfrentan con carabineros dentro del Liceo de Aplicación y la noticia es cubierta de forma «polémica» por el canal Mega.

 

De acuerdo a cifras policiales, durante el 2018 se han realizado cerca de 160 intervenciones en colegios de la comuna de Santiago, donde se detectaron unas 500 bombas molotov y se detuvo a 96 alumnos. El momento más importante fue en junio del año pasado cuando un grupo vestido con overoles blancos entró al Liceo de Aplicación -lo que podría ser el Pellegrini chileno- y dejaron panfletos con amenazas al rector Humberto Garrido: «Has firmado tu sentencia con tus actos, nuestro puñal apunta a ti y a todos los cómplices». El rector llevaba dos semanas en el cargo, y había puesto a 44 alumnos con riesgo de expulsión por participar en tomas y piquetes.

 

«Durante el 2018 se han realizado cerca de 160 intervenciones policiales en colegios de Santiago, donde se detectaron unas 500 bombas molotov y se detuvo a 96 alumnos»

 

A la hora de explicar el surgimiento de grupos estudiantiles violentos, el presidente del Centro de Alumnos del colegio Nacional, Rodrigo Pérez, dice que «hay un proceso de movilización que lleva mucho tiempo y cuando la institucionalidad no ha dado respuesta en cinco, siete, ocho años y no se ha hecho cargo de las demandas estructurales que se proponen al sistema educativo público, la radicalización comienza a ser uno de los síntomas». «Nosotros no validamos ese transitar porque no queremos violencia para nuestra comunidad educativa, pero sí entendemos por qué se generó», dijo Pérez. Mientras tanto el gobierno de Piñera responde con la aplicación del proyecto Aula Segura e incrementa las detenciones y la  presencia de los carabineros para controlar a los estudiantes. 

Carabineros detienen a estudiantes que realizaban un piquete enfrente a su Liceo.

 

 

¿ADIÓS AL NACIONAL?

 

«Si sigue la escalada de violencia, tenemos que refundar el colegio», amenazó el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri. El intendente se refiere a la posibilidad de cerrar el Instituto Nacional de Santiago -“El Nacio”-, el Liceo más emblemático de Chile y cuna de 18 expresidentes, entre ellos Salvador Allende. Después de semanas de violentas protestas en pleno centro de Santiago, el Instituto Nacional es escenario cotidiano de protestas, que incluyen enfrentamientos con la Policía y  lanzamiento de bombas molotov desde los patios y techos.

 

Carros hidrantes y decenas de policías de las fuerzas especiales permanecen apostados hace meses en los accesos al colegio. Para enfrentar la violencia, el municipio de Santiago planteó la revisión de mochilas – fuertemente rechazada por la comunidad escolar- y la instalación de cámaras de vigilancia. Los estudiantes, por su parte, culpan a las autoridades por el estado de abandono del colegio, con aulas y baños en malas condiciones, y plagas de ratones.

 

Por lo pronto, las autoridades decretaron el adelantamiento del receso invernal luego de que un estudiante sufriera quemaduras al manipular una molotov. Las clases retornaron la semana pasada pero el clima sigue muy tenso.

Los carabineros han ingresado varias veces a los patios y aulas del colegio. Al menos 50 alumnos fueron detenidos solo este año.

 

¿HACIA DÓNDE VA LA EDUCACIÓN CHILENA?

 

El modelo educativo chileno es el más privatizado y competitivo de entre los 65 países que utilizan la prueba PISA. La principal consecuencia de esta privatización es la segregación extrema.  Según un estudio realizado por la ONG “Derecho a la Educación” el 70% de los estudiantes de escuelas municipales son de escasos recursos mientras que el 75 % de los alumnos de escuelas privadas son de hogares con mayores ingresos.  

 

“La desigualdad en nuestro país se expresa de forma brutal y se refleja en la segregación escolar: los ricos estudian con los ricos, los medios con los medios y los pobres con los pobres, provocando que la educación pierda uno de sus principales objetivos: la integración social”. Así describe el presidente del Colegio de Profesores de Chile, Mario Aguilar, la realidad educativa en Chile.

 

Los paros docentes y los grupos de estudiantes más radicalizados no son la única muestra de un sistema educativo en crisis. Lo que aumenta, junto a la violencia y los reclamos, son la depresión y la ansiedad en los estudiantes y docentes.

 

“La Primera Encuesta Nacional de Salud Mental Universitaria de Chile revela que un 46% de los alumnos tienen síntomas depresivos y muestras de ansiedad y un 54% sufre de estrés”, explica Rodrigo Rojas, doctor en psicología y magíster en educación. Sobre las causas de la depresión y ansiedad, Rojas destaca la política educacional chilena, que potencia el perfeccionismo y la competencia. Desde el Ministerio de Educación no contemplan a los profesores como parte relevante para frenar la ansiedad y el estrés en los alumnos. “Los docentes presentan licencias médicas por enfermedades mentales con una tasa impresionante por la inestabilidad de su oficio, por la situación política que los posterga, por tener que rendir cuentas sin mayor apoyo y ser el resultado de un caldo de cultivo que los desgasta poco a poco”, señala Rojas.

 

«Lo que aumenta, junto a la violencia y los reclamos, son la depresión y la ansiedad en los estudiantes y docentes. El 46% de los alumnos tienen síntomas depresivos y muestras de ansiedad y un 54% sufre de estrés”

 

La tasa de suicidios en Chile es la segunda más alta de Latinoamérica y está dentro de las más elevadas del mundo. El suicidio es la segunda causa de muertes en adolescentes, después de los accidentes. La cifra viene creciendo año tras año: en el 2018 según el Ministerio de Salud casi un adolescente por día murió por lesiones auto infringidas, y se estima que por cada uno fallecido hay 20 que lo intentan y otros 50 que lo contemplan como posibilidad.

 

El problema del sistema educativo chileno es mucho más complejo que adolescentes “rebeldes” enfrentados a la policía, o docentes movilizados por motivaciones “partidarias”. Mientras tanto, la respuesta del gobierno a los reclamos es ignorar a los docentes y mayores sanciones, detenciones y control sobre los estudiantes. ¿Quién lo hubiera adivinado? Mayor represión no disminuyó la violencia. En algún momento tendrán que hacerse cargo, y decidir qué tipo de educación y sociedad quieren para Chile. 

 

POR JUAN PABLO CHIODI / SENDERO ELEGANTE

Juan Pablo Chiodi

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