Andrés Malamud: “Hay grieta desde toda la vida”

POR IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE

 

Es el último día del XIV Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP). Nos encontramos con el politólogo Andrés Malamud en el comedor de la Universidad Nacional de San Martín. Antes de llegar lo interceptan algunos colegas para saludarlo y sacarse una foto. Algo habitual en los cuatro días de congreso: Malamud es uno de los principales exponentes de la disciplina en el país y en el mundo.

 

“Un politólogo es alguien que estudia la política, no es alguien que la hace”, explica Malamud, en relación a una confusión habitual. Egresado de la Universidad de Buenos Aires, hoy se desempeña como investigador principal de la Universidad de Lisboa, en Portugal. Escribió sobre muchos temas, pero la política argentina le sigue fascinando y visita el país continuamente. A futuro cree que se estará “políticamente mejor y económicamente igual”, en comparación con el que teníamos en 2015.

 

Además de dedicarse a la investigación, Malamud se empezó a destacar por sus tuits picantes y por su presencia en los medios de comunicación. Su estilo directo y sencillo clarifica la realidad compleja de la Argentina. Hablamos sobre la subestimación a Mauricio Macri, y qué futuro le espera al peronismo y a Juntos por el Cambio.

 

¿Qué país le queda al próximo presidente económica y políticamente? ¿Macri deja una pesada herencia?

 

—Al próximo presidente le queda un país políticamente mejor y económicamente igual. Políticamente mejor porque cualquiera puede acabar un mandato; ya no hace falta ser peronista para que no te echen antes de tiempo. Económicamente igual porque el problema de Argentina es estructural producto de la baja tasa de inversión, en parte porque hay un Estado que es una mochila y en vez de facilitar inversiones, las complica, pero sobre todo porque no hay argentinos ni suficientes extranjeros que vengan a hundir plata para ganar dinero más adelante. Con la tasa de inversión de menos del 20%, no hay desarrollo sustentable. Ese es el problema que viene y es lo que hay que resolver con o sin acuerdos políticos. 

 

—¿Cuál es la importancia histórica de esta elección?

 

—Los candidatos dicen que es muy alta. Algunos llegan a decir que es la más importante desde 1983; yo soy menos drástico. Creo que la democracia está consolidada y, en una democracia consolidada, las elecciones son cosas normales. 

 

—¿Cómo ves la lucha por la presidencia? ¿Quién tiene mayores ventajas?

 

—Veo una elección bipolar, que no es lo mismo que polarizada. Bipolar significa que la mayoría de los votos se concentran en dos candidaturas. Polarizada significa que esas dos candidaturas están muy alejadas ideológicamente. Más allá del discurso, no observo tanta lejanía ideológica. En este momento, la foto muestra a los Fernández un poco por arriba y la película muestra a Macri subiendo. Si proyectamos la película, el Gobierno está mejor.

 

«Si proyectamos la película, el Gobierno está mejor».

 

—En los últimos tiempos, en nuestro país usamos la palabra bipolaridad con otro término, “grieta”. ¿Es un elemento novedoso o tenemos experiencias previas?

 

—Hay grieta desde toda la vida. Hubo grieta cuando se creó la Unión Cívica Radical, que tuvo que hacer revoluciones para llegar al poder y no lo consiguió.

 

También durante el peronismo, cuando los líderes de la oposición estaban presos o exiliados, pienso en Ricardo Balbín, preso, y en Ernesto Sanmartino, exiliado. Incluso el famoso abrazo entre Perón – Balbín no esconde que había violencia política en la Argentina; mataban opositores y sindicalistas.

 

A partir de 1983, tenemos una grieta importante también: Alfonsín – Cafiero, que, durante un año, como el abrazo entre Perón y Balbín, parece subsumida dentro del consenso. Pero después, vuelve la grieta; menemismo – antimenemismo, kirchnerismo – antikirchnerismo. La diferencia en la actualidad es que la grieta ya no es violenta. Esto lo que demuestra es el progreso de la política argentina: seguimos agrietados, pero no nos pegamos.

 

«La grieta ya no es violenta. Seguimos agrietados, pero no nos pegamos»

 

—¿La grieta es algo normal en todos los países o es algo exclusivamente nuestro?

 

—Si mirás alrededor, el mundo está así: Trump y antitrump, Bolsonaro y antibolsonaro, y estamos viendo que en varios países de Europa  -Italia, por ejemplo- está pasando algo muy parecido y a veces más grave. Así que Argentina, aunque no lo creamos, es un país bastante normal. 

 

—Hace algunos años escribiste un texto donde explicabas que la política argentina podía entenderse como una lucha entre dos polos: peronista – no peronista.  El polo peronista era comandado por el Partido Justicialista y el principal partido del polo no peronista era la Unión Cívica Radical. ¿Sigue vigente esa división?

 

—Se mantiene la bipolaridad como demanda del electorado y se reconstituyó la bipolaridad como oferta de los partidos, solo que ahora no es el radicalismo el partido prioritario de ese espacio o el hegemónico, sino que es un socio menor. Pero si uno compara los mapas electorales de 2015 con 1983, ve que a Macri y a Alfonsín les iba mejor más o menos en las mismas zonas, en los mismos municipios del Gran Buenos Aires. En las provincias hubo algunos cambios, pero, aun así, el radicalismo (y Juntos por el Cambio) sigue teniendo más arraigo en las zonas urbanas y en las de la pampa húmeda. Mientras que el peronismo tiene más arraigo en las zonas suburbanas y, en este momento, en el noroeste y en la Patagonia. 

 

—Entonces, ¿la ruptura que ordena la sociedad en dos polos es la misma de siempre?

 

—Decir el mismo es muy fuerte. Es una continuidad donde la base es la misma: la división entre los polos es la clase social, los sectores populares son más afines al peronismo y las clases medias más afines al no peronismo. 

 

—Si esta división sigue presente, ¿cómo se entiende que los tres binomios de precandidatos a presidente tienen un peronista en su fórmula? 

 

—Perón lo explicaba bien: peronistas somos todos. Pero acá lo que hay es claramente un intento de Cambiemos de correrse hacia el votante mediano. ¿Que es el votante mediano? El número 50, que tiene tantos votantes de un lado como del otro. Si la mayor parte de los votantes argentinos son peronistas o cercanos al peronismo, entonces hace falta tener un poquito de peronismo adentro para ganar la elección, y este es el reconocimiento que hizo Macri; él no se corre a la derecha o a la izquierda porque en Argentina esa división es poco importante, se corre hacia el peronismo, que es el centro espacial.

 

«Hace falta tener un poquito de peronismo adentro para ganar la elección, y este es el reconocimiento que hizo Macri»

 

—Ya sea que gane la fórmula Macri – Pichetto o Alberto Fernández – Cristina Fernández, ¿ambos posibles vice podrían ser conflictivos o cooperativos?

 

En el caso de Pichetto, sería cooperativo. Es un hombre de Estado y lo ha demostrado con una lealtad absoluta siempre. En el otro caso, soy incapaz de predecir. 

 

—La vuelta de Cristina Fernández como candidata a vicepresidente sorprendió a todos. ¿Existe otro caso en la historia mundial de un expresidente o presidente que decide volver como vicepresidente? 

 

No exactamente, pero hay casos cercanos de una persona muy poderosa que decide ser el vicepresidente de una persona menos poderosa: Marcelo Tinelli con Matías Lammens, en San Lorenzo.

 

—A nivel nacional, lo que podemos observar son casos de sucesión con el poderoso: por ejemplo, Putin, quien fue dos veces presidente; como no podía ser una tercera vez, lo pone a Dmitri Medvedev y él se queda como primer ministro. Medvedev es superior jerárquicamente en términos institucionales,pero el jefe es Putin. Después de los cuatro años de Medvedev, Putin vuelve. Como no es un sistema presidencialista, no es el vicepresidente, pero es el equivalente: es el número dos, siendo el uno. 

 

—Para ganar los candidatos tienen que buscar al votante “de centro” o al “independiente”, que muchas veces es el indeciso, y si tenemos en cuenta que las campañas electorales se orientan a ellos, ¿creés que la estrategia de Alberto Fernández los puede llegar a convencer? ¿Qué diferencias notás con la de Juntos por el Cambio?

 

—Todos los analistas aceptan que la campaña [de Alberto Fernández] está muy mal coordinada: no hay una buena división del trabajo y, sobre todo, el mensaje no está claro. Parece que el objetivo fue transmitir humanidad, cercanía, que él es un hombre común y que no será manejado. Que es un hombre común creo que tiene éxito en transmitir, que no será manejado, no. Porque no encontró la respuesta a la pregunta: ¿qué papel va a tener Cristina en su gobierno? Él no puede responder «yo conozco mi papel» , tiene que responder cuál va a ser el de ella. Mientras que Juntos por el Cambio es todo lo contrario: campaña centralizada con el foco del mensaje clarísimo. 

 

Y si el peronismo pierde, ¿qué esperás a futuro?

 

— Hay dos escenarios. Uno, si como sugieren Zarazaga y Torre, la división social del peronismo es irrecuperable, que haya por lo menos dos partidos que los represente: uno que represente a los sectores asalariados sindicalizados, y otro a los informales, que están de manera precaria en el mercado de trabajo o están excluidos. Pero el otro escenario es que el peronismo continúe tejiendo un puente entre esos dos sectores, como viene haciendo en buena parte de las elecciones. 

 

¿Qué candidato prefieren los gobernadores? 

 

—Por dos razones, a buena parte de los gobernadores, le resultaría más simpático que gane Macri. Primero, porque le tienen miedo a Cristina Fernández de Kirchner y segundo porque tienen aspiraciones presidenciales en 2023.  Les conviene un presidente que no pueda ser reelecto en 2023  —Macri— – y no uno que tenga reelección – Alberto –. 

 

«A los gobernadores les conviene un presidente que no pueda ser reelecto en 2023  —Macri— – y no uno que tenga reelección – Alberto –».

 

—¿Cómo están las provincias? ¿Es rentable la gestión Cambiemos?

 

— Los gobernadores están mucho mejor con Macri que lo que nunca estuvieron con Cristina: hoy hay 21 provincias con superávit. Con Macri acordaron, y bien. En cambio, Cristina es imprevisible. Además, sobre Macri tienen poder, no es simplemente simpatía personal. Si Macri gana, va a estar en minoría,entonces ellos tienen las llaves de las leyes. 

 

—¿Y a Macri le conviene esta relación con los gobernadores?

 

—A él no le fue tan bien. Entregó demasiado y no les pidió tanto a cambio.

 

—En relación a la habilidad política de Macri, hace poco tuiteaste que «Macri está subestimado en materia de política exterior». ¿Creés que su liderazgo fue subestimado más allá de este hecho puntual? 

 

—Ahora menos, pero lo fue. Hay muchos que no lo vieron —vimos—  venir como presidente; no fuimos capaces de ver que él toma decisiones que, a veces, dividen la diferencia entre lo que sus consultores o asesores le sugieren. Por ejemplo, en 2015 él tenía la opción de no arreglar con nadie y seguir PRO puro, o arreglar con el radicalismo y Massa. Tenía asesores que le indicaban exactamente estas dos opciones. Él tomó una tercera: radicales si, Massa no. Hasta donde yo sé, fue su olfato. Contra Durán Barba, que no quería a nadie; contra Monzó, que quería a todos. Evidentemente tiene un faro del que los demás carecemos y ahora en política exterior, lo mismo. Más que por analista o por voluntarioso, lo que él tiene  —y esto los kirchneristas difícilmente lo reconocerán—  es voluntad política. 

 

Las encuestas dicen que hay un cabeza a cabeza en la provincia de Buenos Aires entre Vidal y Kicillof. Hay una frase que dice “quien gana la provincia, gana la Nación”. ¿Es así?

 

— No. Quien gana la provincia tiene más probabilidades de determinar si el próximo presidente dura. Me imagino a Vidal ganando y a Macri probablemente ganando, pero también me imagino a Vidal perdiendo y haciendo campaña por Macri, pidiéndole al pueblo de la nación argentina que no repita la injusticia que cometieron en la provincia. Si Vidal pierde por poco, es probable que haya una corriente de opinión pública de arrepentimiento y frustración, diciendo que ella era mejor y perdió por condiciones ajenas, como el arrastre, y me la imagino a ella victimizándose en favor de Macri y haciéndole ganar el balotaje. Lo que no me imagino, es una gestión pacífica entre Macri y Kicillof. 

 

Imaginemos que Juntos por el Cambio pierde, ¿qué podría pasar con PRO?

 

—Si se pierde la Nación y provincia de Buenos Aires, es muy difícil que PRO sobreviva, así como está. Probablemente vuelva a ser lo que era: un partido vecinal de la Ciudad de Buenos Aires.

 

—En caso de que Juntos por el Cambio pierda la provincia y la Nación, ¿qué rol tendrá María Eugenia Vidal en el futuro del partido?

 

—En la provincia, María Eugenia Vidal está para quedarse. Tiene un capital político que pocos tienen y va a tener un parapeto en la Legislatura bonaerense con muchos legisladores leales, además de tener intendentes. Tiene desde donde reconstruirse.

 

—¿La derrota no podría llevar al surgimiento de una nueva fuerza política que reemplace el lugar del PRO o a un renacimiento de la UCR? 

 

—Nada está predeterminado. Esa demanda social [de voto no peronista] va a seguir existiendo; el radicalismo todavía no está en condiciones de suplirla, salvo que gane en Avellaneda y Mar del Plata, donde tiene candidatos propios, pero son elecciones muy difíciles, sobre todo Avellaneda. Así que veo al PRO en problemas, pero no veo a nadie con capacidad de reemplazar al liderazgo de Vidal, la promesa de Vidal. Eso es lo que garantiza que el PRO no necesariamente vaya a morir. 

 

—En el panorama de la ciudad, ¿cómo podemos entender el paso de Lousteau al oficialismo? ¿Lo benefició o lo perjudicó?

 

—Por lo que vimos hasta ahora, lo beneficia. En expectativa, no se demuestra que la gente esté enojada con Lousteau, más bien lo contrario. Él se mostró como opositor en la capital, enfrentando a Horacio Rodríguez Larreta  —en general con respeto—  pero no siempre fue visto como opositor a nivel nacional. En esta alianza, Lousteau no entró con los restos, entró a ser socio: le entregaron la primera candidatura a senador, aceptaron sus condiciones de que lo acompañara una mujer joven y verde (N de R: por el pedido de que sea una persona en favor de la legalización del aborto), y mantuvieron a Santilli como vicejefe de Gobierno, impidiéndole presentarse dentro de cuatro años y abriéndole el camino a Lousteau. Así que es un acuerdo súper honorable para todas las partes, Larreta en la elección próxima entrega la ciudad, a cambio de la Nación, y Lousteau entra para sucederlo en esta elección colaborará con la Nación con una agenda propia: el aborto legal. 

 

—La irrupción de Lammens como figura progresista de centro-izquierda  liberal, más cercana al electorado de Lousteau, ¿puede llegar a ser un desafío para Lousteau 2023? 

 

— No. La ciudad de Buenos Aires es el único distrito en la República Argentina en que el peronismo pelea para salir segundo. Si le va bien, sale segundo. Así que en la capital, el peronismo tiene que reclutar candidatos de afuera porque los de adentro no le alcanzan, pero los de afuera tampoco, porque el peronismo en capital es minoritario. 

   

«La ciudad de Buenos Aires es el único distrito en la República Argentina en que el peronismo pelea para salir segundo».

 

POR IGNACIO SANTORO / SENDERO ELEGANTE

PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL: JUAN MANUEL CAFFERATA

Revista Sendero

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