El deporte es política

POR JUAN MARTÍN BARREIRO

 

La reciente llegada de Diego Maradona como nuevo entrenador de Gimnasia y Esgrima de la Plata revolucionó al fútbol local e impactó económicamente en el club. En solo tres días, el equipo platense sumó 3000 nuevos socios (junto con los recuperados, quienes se pusieron al día con su cuota)  y aumentó un 10% su masa societaria. Asimismo, el “Lobo” tuvo que triplicar su estructura de atención, renegoció contratos con los patrocinadores, espera el arribo de nuevos sponsors y trabaja sobre la capacidad de su estadio para albergar mayor cantidad de público.

 

La figura de Maradona en nuestra sociedad tiene un peso muy significativo, tanto en el ambiente futbolístico como político. En los últimos años, manifestó su apoyó públicamente al kirchnerismo, que felicitó y celebró la llegada del extécnico de la Selección argentina. “La verdad que la gente del `Lobo´ debe estar enloquecida. Yo no soy muy fanática del fútbol, la que sí era fanática era mi mamá, y mi hermana que está exultante”, dijo la expresidenta Cristina Fernández durante la presentación de su libro en Misiones. Un ícono deportivo como Maradona va a influenciar y revolucionar políticamente la ciudad de la Plata a través de su fanatismo, que va ser una de las claves para la victoria de la candidata a intendenta de la Plata por el Frente de Todos, Florencia Saintout, quien comentó sobre el arribo del exfutbolista: “Me pone contenta su llegada porque es una persona muy querida; La Plata debe pensar en grande, tiene que recuperar el orgullo de ser la ciudad que es. Me parece importante que llegue Maradona, que es reconocido en el mundo; nada mejor que esté aquí”.

 

Diego junto al plantel de Gimnasia en su presentación como nuevo técnico del club.

El ejemplo de Maradona nos muestra la trascendencia que tiene el deporte dentro de un país o una comunidad. Afecta distintos ámbitos públicos y forma parte de la cotidianidad de las personas.

 

La actividad deportiva tiene un importante poder social, político y cultural, que muchas veces afecta positivamente una sociedad y puede marcar un antes y un después en la historia de un país. Hubo deportistas que influenciaron políticamente a sus sociedades y usaron el deporte como pilar y símbolo de unión para transmitir un mensaje positivo al pueblo. El deporte no solo debe verse como una actividad, sino como una herramienta de progreso social que alcanza cierta relevancia política. Entre algunos hechos significativos están: 

 

-Cuando el mejor boxeador de la historia, Muhammad Ali, fue más que un atleta y tuvo sus mayores peleas fuera del ring, negándose a participar en la guerra de Vietnam y dándole voz a una generación de afroamericanos hartos de los maltratos en Estados Unidos. 

 

-Jesse Owens, el corredor estadounidense negro, quien obtuvo cuatro medallas en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, frente Adolf Hitler, demostrándole que no existe tal supremacía de la raza aria. 

 

-Richard Nixon restableció las relaciones con China y, de esta forma, estimuló y facilitó el viaje de la delegación estadounidense de ping pong al país asiático.

 

-Y también se produjo el “milagro de Navidad”, durante la Primera Guerra Mundial en diciembre de 1914, tras siete meses de conflicto: las tropas francesas, inglesas y alemanas vivían en trincheras a metros de cada una y en Nochebuena ambas partes decidieron intercambiar regalos y sellaron un momento de paz a través de un partido de fútbol.

 

Unión “Du Blues”

 

El 12 de julio de 1998, 1,5 millones de franceses exaltados se reunieron en los campos elíseos para celebrar. Cantaban, gritaban y festejaban en el centro de París. Pero, ¿cómo entra todo un país en un estado de euforia permanente? Todo comenzó con una hazaña deportiva.  

 

Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de las ciudades francesas quedaron destruidas. El Estado comenzó a reclutar trabajadores del sur y del este europeo, como también colonias del norte de África para reconstruir al país en los años cuarenta y cincuenta. Durante ese tiempo, Francia trajo más inmigrantes que cualquier otro país europeo. La economía a fines de los sesenta y principios de los setenta creció rápido y hubo una escasez de mano de obra que atrajo a más inmigrantes, principalmente del oeste africano y del mundo árabe. Muchos de ellos se establecieron en grandes centros de vivienda fuera de las importantes ciudades. A su vez, el fútbol francés no se encontraba en su mejor momento; la Selección estaba en crisis. Ante ese panorama, la Federación de Fútbol Francés decidió crear una estructura nacional para desarrollar talento y estableció uno de los primeros sistemas de academias de fútbol en Europa, en 1972. Esto llevó al reclutamiento de jóvenes talentosos; la mayoría provenían de los suburbios.

 

En junio de 1996, la Selección francesa estaba compuesta por jugadores de distintas etnias, orígenes y religiones, lo que llevó a irritar al líder de la extrema derecha Jean-Marie Le Pen, entonces presidente del Frente Nacional, quien criticó al equipo francés: “Es artificial que se haga venir a extranjeros y luego se les bautice como equipo de Francia”. De igual manera, para Le Pen, “Le Bleus” eran malos patriotas y malos ciudadanos franceses por no cantar el himno y no demostrar su nacionalismo. El líder del Frente Nacional representaba el statu quo de ese momento y hacía ver que la diversidad de orígenes no era bienvenida ni aceptada unánimemente por el pueblo francés. 

 

También, entre 1995 y 1996 Francia sufrió una ola de atentados terroristas que tenían un rostro: Khaled Kelkal, un francés de origen argelino, criado en los suburbios de Lyon. Kelkal personificó al enemigo público número uno de aquellos años: un hombre de origen árabe criado en los suburbios. A partir de ahí, se comenzó a discutir sobre integración e inmigración. El gobierno endureció la ley de las condiciones de estadía de visitantes extranjeros.

 

Ya en 1998, este país europeo fue sede de la Copa del Mundo. En ese entonces, el fútbol era el reflejo de la sociedad francesa. El equipo encabezado por la leyenda Zinedine Zidane salió campeón de la competición y logró reunir a los mejores jugadores del país, que representaban la diversidad. En pleno gobierno de coalición, la victoria generó un aumento de popularidad hacia el presidente Jacques Chirac y atrajo a millones de personas a celebrar en los parques elíseos. La Francia azul, blanca y roja se convirtió en negra, blanca y árabe, tres palabras que definían y reclamaban una nueva identidad colectiva. El deporte había curado las dolencias de la sociedad a largo plazo. “El deporte es política”, fue la frase de Lilian Thuram, jugador de la Selección francesa campeona del mundo.

 

Zinedine Zidane, la figura de la Selección campeona del mundo.

“Invictus”

¿Cómo hacer para inspirar a una nación dividida por el racismo y la discriminación? «El deporte tiene el poder para cambiar al mundo. Tiene el poder para inspirar. Tiene el poder para unir a la gente de la manera en que pocas cosas lo hacen. Les habla a los jóvenes en un lenguaje que ellos entienden. El deporte puede crear esperanza donde antes sólo había desesperación. Es más poderoso que el gobierno en cuanto a romper las barreras raciales”, dijo una vez el expresidente sudafricano Nelson Mandela. Sudáfrica en 1994, tras 46 años de haber sido un país gobernado por un sistema de segregación racial llamado “apartheid”, eligió democráticamente como presidente a Nelson Mandela.

Mandela recibió un país dividido y necesitaba una manera de conectarlos. El rugby fue el punto de unión que decidió utilizar el flamante mandatario para terminar de una vez por todas con el conflicto entre blancos y negros. Durante años, éste fue un deporte amado por los blancos y odiado por los negros, quienes consideraban a la Selección nacional como símbolo de la arrogante supremacía blanca. 

En 1995, Sudáfrica fue sede del Mundial de Rugby y Mandela aprovechó esta competición internacional para cambiar la ideología cultural sudafricana. Los “Springboks” llegaron a la final para enfrentarse a los poderosos “All Blacks”. Mandela entró al estadio para apoyar a un equipo compuesto por jugadores blancos, lo que generó un apoyo en conjunto al equipo nacional. El equipo sudafricano venció a los favoritos neozelandeses y negros y blancos celebraron juntos la obtención del título y terminaron así con la división racial del país. Fue un momento de unión nacional que Mandela pareciera haber alcanzado mágicamente.

 

Morgan Freeman, el actor que interpretó al expresidente sudafricano en la película “invictus”, lo describió como un héroe para todos: atesoró la liberación, la libertad y la dignidad para la humanidad.

 

Nelson Mandela presente en el Mundial de Rugby de 1995. Su participación ayudó a terminar con el conflicto histórico entre blancos y negros en Sudáfrica.

El héroe pacífico 

 

A principios del 2000, Costa de Marfil lidiaba con una guerra civil, que manifestaba tensiones entre musulmanes y cristianos, y entre marfileños e inmigrantes; causó la muerte de cientos de soldados y miles de civiles. Esto llevó a que el ejército francés se involucrara, lo que aumentó la violencia que amenazaba la prosperidad que el país había acumulado desde su independencia de Francia, en los años sesenta. Didier Drogba, un héroe nacional gracias a su éxito en el fútbol europeo, decidió usar su popularidad para sanar el conflicto. La nación se unía para ver al equipo nacional clasificar al Mundial del 2006 y Drogba tomó ventaja de ello. Una vez finalizado el partido que abrió las puertas de ese sueño, el jugador marfileño posó frente a las cámaras de televisión en el vestuario pidiendo paz. Luego de ello, ambas partes acordaron hablar y, un año después, el presidente declaró la finalización de la guerra junto al equipo de fútbol, que selló el acuerdo jugando un partido en la capital de las fuerzas rebeldes del norte, en lugar de jugar en la capital oficial. 

 

Didier Drogba juega con la Selección marfileña.

El sueño

 

Tras la vuelta a la democracia, el presidente Raúl Alfonsín fue la cara de la recuperación democrática. Sus primeras marcas hasta 1985, eran la de un país en busca de una restauración que enjuiciaba a las juntas militares. A partir de 1986, se sentía un cierto declive del alfonsinismo: la inflación mostraba una tendencia ascendente, que más tarde llevaría a la renuncia del presidente radical en 1989. La inestabilidad económica desfiguró su capital político hacia finales de su mandato. En 1986, ante un momento sociopolítico particular, el país ponía sus ojos en un joven oriundo de Villa Fiorito y en una Selección argentina que tenía el sueño de ganar su segundo Mundial de fútbol. El contexto político argentino era el de un país golpeado por los años de dictadura y a sólo cuatro años de la guerra de Malvinas. El Mundial de México le dio una alegría enorme al pueblo, que se ve reflejada en las imágenes de Maradona cuando venció a los ingleses en cuartos de final y abrazó la copa. Un hecho histórico que cambió el ambiente del país y quedará en la historia de nuestro deporte. El sueño del seleccionado nacional por un momento se convirtió en el sueño de todos.

 

Este ídolo deportivo es quien hoy, en su vuelta al fútbol argentino, revoluciona a la ciudad de la Plata e influencia al deporte políticamente.

 

Maradona celebró uno de sus dos goles en los cuartos de final del Mundial de México 86, frente a Inglaterra.

 

POR JUAN MARTÍN BARREIRO

PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL: JUAN MANUEL CAFFERATA

Juan Martín Barreiro

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