CALLES VERDES, CUERPOS REBELDES

POR BIANCA BARBIERI

 

El domingo 13 de octubre, mientras se realizaba el debate electoral con seis hombres como candidatos a presidente, en La Plata la política estaba fuera de las pantallas: en las calles. Luego de 34 años de Encuentros Nacionales de Mujeres ininterrumpidos, se vivía una convocatoria masiva con más de 200.000 mujeres y disidencias sexuales (cuadruplicó el del año anterior en Chubut).

 

Se realizaron más de 80 talleres en simultáneo el sábado 12 de octubre. No son clases en las que unxs enseñan y otrxs aprenden, sino que son horizontales, la palabra circula, se expresan distintas posiciones y se debate.

 

Uno de los talleres principales fue “Mujer, Estado, Poder y Religiones. Estado Laico”. Allí se habló de cómo la Educación Sexual Integral (ESI) no se cumple en casi ninguna escuela, ni en las privadas católicas, ni en las privadas laicas, ni en las públicas. Había feministas ateas y agnósticas, feministas que pertenecían a la agrupación “Católicas por el derecho a decidir” y feministas protestantes que luchan por el aborto legal, el Estado laico y la aplicación de la ESI en todos los niveles educativos.

 

¿Existe un capitalismo feminista? ¿Cuánto dinero estatal es otorgado a las iglesias? ¿Qué se hace en lo inmediato mientras se lucha por un Estado Laico? En medio de esas preguntas, surgió un debate ya que la marcha organizada para el domingo evitaba en su recorrido pasar por la Catedral. Hubo quienes consideraban elemental pasar por delante de ella ya que la Iglesia Católica es una de las instituciones principales históricamente denunciada por adoctrinamiento y condena a las mujeres. Por otro lado, estaban quienes lo veían innecesario, provocador y que sólo causaría repercusión negativa en los medios. Finalmente, el recorrido oficial se mantuvo igual, aunque algunas agrupaciones de izquierda se unieron para hacer un recorrido alternativo y marcharon frente a la Catedral.

 

Tetazo. Realizado por militantes de izquierda, frente a la Catedral. Fotografía: Info Blanco sobre Negro.

 

¿Encuentro Nacional de Mujeres?

En esta ocasión, uno de los principales temas de debate del Encuentro era si se debería llamar “Encuentro Nacional de Mujeres” o “Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias”. Quienes adhieren al cambio de nombre consideran que es elemental construir un Encuentro en el que se sientan representadas todas las identidades oprimidas por el sistema patriarcal: mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no-binaries. Superar el binarismo varón-mujer es también una lucha que se da dentro del feminismo.  Lo que no se nombra, no existe, y no pueden no nombrarse las disidencias que participan activamente en el Encuentro, argumentan quienes defienden esta postura. A su vez, consideran que al llamarlo “Nacional”, no representa a las comunidades de pueblos originarios y afrodescendientes invisibilizadas dentro del territorio argentino y, además, plantean que no tiene sentido limitar fronteras territoriales. El nombre “Plurinacional” hace referencia a la coexistencia de comunidades o pueblos dentro de un mismo gobierno o Estado.

 

Por otro lado, quienes defienden mantener el nombre piensan que el cambio es una estrategia para dividir el Encuentro y que bajo el nombre de “no binarie, bisexual o trans”, se corre el riesgo de que “entren hombres a un Encuentro que no les pertenece”. El diario digital del Partido Comunista Radical (PCR) señala: “El término nacional se refiere a que no es un Encuentro `municipal´, `regional´ o `provincial´, sino que es `Nacional´ porque participan del Encuentro mujeres que habitan en todo el territorio argentino”. La comisión organizadora del ENM se niega a cambiar el nombre, aunque la propuesta cuenta con un apoyo multitudinario, que se reflejó en el Estadio Único de La Plata el domingo por la noche al grito -ovacionado- de “plurinacional y con las disidencias”.

 

Integrantes de la campaña #SomosPlurinacional durante la marcha del sábado contra los travesticidios.

No queremos ser tu tesis

 

El domingo, en el taller de no binaries había alrededor de cuarenta personas, el ambiente era relajado y democrático, respetaban los turnos y las distintas posturas. Algunxs habían transicionado en su pasado para hacerse trans, pero luego se habían dado cuenta de que no se sentían ni varón ni mujer y que el problema no era su cuerpo, sino las categorías binarias que rigen en nuestra cultura.

 

Se habló acerca del DNI y de la lucha para poder quitar del documento el género que les fue asignado al nacer según sus genitales. Luego, surgió la idea de crear una red para unirse en esta demanda y aparecieron dos vertientes: quienes creen que es un dato irrelevante y que debería sacarse el casillero “Sexo” del DNI o, al menos, tener la posibilidad de dejarlo vacío; o lxs que piensan que se debería agregar la opción no binarie y que mientras la desigualdad de género exista es necesario nombrar y visibilizar cada categoría.

 

Además, se debatió para que se incluyera en la ESI la perspectiva no binaria y que la Ley de Identidad de Género hable de los pronombres e incluya “elle” para quienes no sientan comodidad con “él” o “ella”; los baños y deportes binarios también fueron cuestionados. Discutieron el nombre de no binaries y propusieron crear una nueva palabra que lxs identifique con carácter positivo, es decir, sin la necesidad de ser la negación de la norma. Cuestionar el sistema binario es cuestionar el modo en el que se organiza la sociedad, es replantear una estructura cultural fuertemente instalada y naturalizada, unx de ellxs explicó que es carpinterx y que no lx llaman porque es un trabajo masculinizado y no quieren a una mujer carpintera: “pero es que ni siquiera soy mujer, andá a explicarle eso a la persona a la que le haces los muebles”.

 

La denuncia también apuntó hacia el campo académico cuando unx joven pidió la palabra: “Sólo se interesan en nosotrxs para trabajos de investigación y tesis como si fuéramos una rata de laboratorio”. La mayoría de ellxs aclaraba que se sentía cómodx consigo mismx, pero no con cómo se lxs nombra.

 

Después de los talleres, la recorrida llevó a la feria, donde cientos de personas de todo el país habían viajado a vender sus productos: desde camperas de lana y vasijas de barro traídas de Jujuy hasta agendas feministas diseñadas en Bariloche. El Encuentro también era eso: olía a choripan, a hamburguesa y sonaban bombos, redoblantes y gritos con consignas como “Iglesia y Estado, asuntos separados” o “aborto legal en cualquier lugar”. Esa noche, más de 200.000 mujeres y disidencias sexuales marcharon durante 3 kilómetros; allí confluyeron todas las diversidades dentro del feminismo: lxs que pasaron por la iglesia y lxs feministas protestantes, lxs no binaries y las que quieren mantener el Encuentro sólo para mujeres, lxs que iniciaron los encuentros y lxs que iban por primera vez, lxs feministas de clubes de fútbol, de agrupaciones políticas, de colegios secundarios, de pueblos originarios, lxs afrodescendientes, lxs que estuvieron en la cárcel, lxs que fueron abusadas y lxs que ya no están, ellxs también estaban presentes.

 

El Encuentro es autogestionado, autoconvocado y horizontal, pero como todo espacio político, el feminismo también comprende discusión, debate y disputas de poder. Este año se hicieron presentes muchas luchas dentro del movimiento: la inclusión de otrxs sujetxs políticxs, más allá de las mujeres cis-heterosexuales, la inclusión de comunidades que se sienten invisibilizadas bajo el paraguas de lo “Nacional”, el rol del movimiento frente a la Iglesia, y muchas otras cuestiones que, seguramente, plantearán nuevas disputas políticas en el Encuentro del próximo año en San Juan.

 

Pañuelazo en la marcha del domingo. Foto: Infobae.

POR BIANCA BARBIERI

 

ARTE: LUCAS BAYLEY

 

Revista Sendero

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