EL HORACIO

POR SANTIAGO BOCCO

 

El político

 

Por primera vez no hubo balotaje en la Ciudad de Buenos Aires. Horacio Rodríguez Larreta superó todas las expectativas, sacó casi el 56% de los votos y ganó con comodidad en primera vuelta. 20 puntos debajo apareció Matías Lammens, su competidor inmediato. Una verdadera paliza electoral, no solo por el resultado en sí, sino también por la caída del gobierno  a nivel nacional y en la Provincia de Buenos Aires.

 

El gran mérito de Horacio Rodríguez Larreta fue —es— político; gran entendedor de su victoria electoral anterior —la del 2015—, en la que terminó codo a codo —voto a voto— con Martín Lousteau, se alió y lo convirtió en una pieza clave de su esquema. En esta elección pudo despegarse de Mauricio Macri (a diferencia del 2015 donde el ingeniero se inclinó por su candidatura ante la de Michetti) y formó su propio esquema partidario local. 

 

Con un currículum más cercano al peronismo, con pasado en las gestiones de Menem y Ruckauf en la Provincia, Horacio encontró su bastión en el antikirchnerismo. Amplió la base ya importante que heredaba de Mauricio Macri, sumó fuerzas progresistas y liberales, negoció con sectores conservadores y amalgamó al antikirchnerismo) detrás de su figura. Sumó a dirigentes como Martín Lousteau y Roy Cortina, quienes en algún momento compitieron electoralmente con él, y, actualmente, están a su lado. Larreta armó su propio “es con todos”, pero todos antikirchneristas.

 

Horacio Rodríguez Larreta decidió ampliar su espacio al incorporar a Martín Lousteau y al legislador socialista Roy Cortina. Esto fue clave para su triunfo en primera vuelta.

 

Fortalecido por las alianzas y por la victoria contundente, Horacio se inclina a un segundo mandato sostenido en los suyos. El sueño del exilio porteño de muchos exfuncionarios de Nación y de Provincia no tendrá lugar. Una repartición de cargos plural, donde los nuevos aliados tienen más lugar que los viejos compañeros y donde las mujeres crecen y ocupan cargos reales de poder. El larretismo se propone como una nueva opción acorde a los tiempos que corren.

 

Algunos de los primeros nombres que empezaron a circular en el nuevo gobierno de Larreta son: Guillermo Laje (primo de Martín Lousteau) como presidente del Banco Ciudad y tres mujeres como ministras: Soledad Acuña en el Ministerio de Educación, María Migliore en el Ministerio de Desarrollo y Hábitat y Clara Muzzio en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público.

 

El gestor

 

(In)voluntarimiente, uno piensa en Horacio Rodríguez Larreta y piensa en su gestión como jefe de Gobierno. Gestionar es su primera prioridad y así lo hace saber su propia imagen. 

 

Su perfil público es rutinario e informal. Muy similar a las remeras lisas que suele usar en actos públicos. Un perfil medianamente bajo para alguien de su exposición. Mejor que vestir es hacer. Mejor que hacer es realizar, y de las realizaciones (y no realizaciones) de su gestión nos centramos para elogiarlo o criticarlo. 

 

Poco se conoce de su esposa y de sus hijos como del resto de su familia. Si bien proviene de una familia tradicional, nadie acusa a Larreta de ser “cheto” e incluso son pocas (por no decir nulas) las veces que recibe o ha recibido acusaciones personales. Su rostro público es la gestión y se corre del personalismo histórico que recorre y recorrió siempre la política argentina.

 

El politólogo Pablo Touzon escribió que el diccionario político del larretismo era la integración. Integración de la Villa 31, con una obra antes inimaginable y valorada tanto por propios y ajenos que parece surfear la grieta. Integración de las mujeres, con mayores y mejores posibilidades y cargos; de las minorías, con una política cultural amplia y la bellísima estación Jáuregui. ¿Existe otro político que podría haberla hecho?

 

Sin embargo, la integración no fue total. Si bien ganó en 13 de las 15 comunas, perdió en las dos más postergadas: la Comuna 8 (Villa Soldati, Lugano y Villa Riachuelo) y la 4 (La Boca, Barracas, Pompeya y Parque Patricios). Históricamente, la avenida Rivadavia era el límite divisor de la Ciudad en términos sociales. Hoy, el límite se encuentra más al sur y más golpeado.

 

Triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en 13 de las 15 Comunas de la Ciudad. Foto: La Nación

 

La derrota debe haber dolido en la Comuna 4. Cuna y meca de la nueva política macrista: la sede del Gobierno de la Ciudad se trasladó a Parque Patricios para ser administrada desde unos edificios modernos. Pero fue desde allí, bien cerquita, que le dieron la espalda. 

 

No es válida la excusa de que “los pobres votan al peronismo”. Ya han ganado en esos lugares y La Boca ha sido un principado macrista, convertido en conventillos subsubalquilados y un Caminito que esconde problemas habitacionales gigantes. Un Premetro que te lleva a 1980 y en donde es más importante un policía que un maquinista. Es su propio Conurbano a vencer.

 


El futuro

 

Las dos alternativas que tiene Larreta para plantearse son opuestas,  pero con un nexo en común: la ampliación del poder y el crecimiento de su figura polìtica. 

 

Puede hacer de la Ciudad, una Córdoba: una provincia única y fuerte, con pensamiento dominante y con una estructura propia y opositora al del Gobierno Nacional. Crear sus propios nuevos cuadros y crecer ideológicamente por fuera del mainstream político de turno. Schiarettizarse pareciera lo más simple.

 

Pero la ambición es el motor de la política nacional. Con Vidal y Macri de capa caída, tiene el capital político y electoral necesarios para instalarse a nivel país. Es, junto a Axel Kicillof, hijo de una elección que los hará protagonistas a futuro. 

El 31 de octubre, María Eugenia Vidal y Axel Kicillof se reunieron en La Plata para empezar a acordar la transición bonaerense.

 

Saltar con garrocha la General Paz hacia el resto del país debe ser un pensamiento entre sueños de Larreta, como también el de varios. Le juega en contra el propio registro presidencial de quienes ya fueron jefe de Gobierno. Al igual que él, han tenido aceptables gestiones municipales, pero sin recuerdos, a excepción del olvido, dos personas que llegaron a la presidencia: Fernando de la Rúa y Mauricio Macri.

POR SANTIAGO BOCCO

ARTE: JUAN MANUEL CAFFERATA

 

Revista Sendero

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