UN MIEDO LOCO, UNAS GANAS LOCAS

POR: PALOMA VIOLETA GONZÁLEZ SANTOS

 

Integrantes de Los Miedos, una obra ecléctica y única que estrena en cada función. Fotografía de Javier Risso y Lucía Morón – Cortesía de Los Miedos.

 

Quien sintió alguna vez en su vida el abismo frente a una situación nueva o desconocida entiende lo que es el miedo, o lo que es Los Miedos, el espectáculo teatral que se presenta todas las semanas en el teatro El Grito, en Palermo, y en donde la música, la actuación y las luces se unen al juego de la pura improvisación.

 

La obra reúne un elenco de nueve actores, entre ellos dos músicos, que entran al escenario cada noche sin saber qué va a suceder. Cada función es única e irrepetible, nunca se sabe qué va a resultar, ni el principio ni el fin. Los actores se dejan llevar por el presente y por la presencia y habilitan así un nuevo mundo, algo absurdo, que mezcla idiomas, acentos, música, iluminación  que se conjugan y se accionan en vivo. 

 

Así, sin mediadores ni prejuicios, se desenvuelve esta experiencia de una hora que tiene la característica de que el director, Ale Gigena, actor y profesor, conocido por darle vida a uno de los hermanos de “La Odisea de los Giles”, no está atrás tomando nota sino que está en el escenario haciendo de guía para que la obra aparezca. Para entender un poco más del proceso de creación de la obra Revista Sendero se reunió con algunos de sus integrantes, Guido Fisz, Camila Peralta, Valentina Rata Zelaya (actores) y Ale Gigena, director, en un café para charlar un poco y entender mejor este proceso. 

 

Ale Gigena, actor, profesor y director de la obra en conversación sobre Los Miedos, su origen y principios. 

 

¿Cómo surgió la obra?

Ale Gigena: Hicimos un corto hace dos años que se llama Turingia que lo co-dirigí con Román Martino que estaba antes en Los Miedos, uno de los músicos, y ahí les propuse a todo el elenco del corto si querían hacer esta experiencia. Queríamos llevar un poco el lenguaje de las clases a un espectáculo, en este caso de improvisación. Aceptaron y empezamos a ensayar. 

 

¿Hay algunas reglas dentro de la improvisación? 

Camila Peralta: Reglas, reglas no hay de improvisación. Hay una premisa que es probar, estar presente, no es que no tenés que hacer algo o hacer algo de alguna forma. Es simplemente lo que sucede entre nosotros y con Ale que toma diferentes formas. 

 

Valentina Rata Zelaya: También hay algo que está muy vinculado con el trabajo previo de cada uno, con su propio material y con las zonas en las que cada uno se divierte mientras prueba e investiga, siempre en vínculo con los otros pero también en una búsqueda de lo propio. 

 

La obra mezcla actuación, iluminación y música que se van retroalimentando el en juego de la improvisación. Fotografía de Gina Mantegna – Cortesía de Los Miedos.

 

¿Hay patrones en el contenido de cada función?

Valentina Rata Zelaya: Sí, siempre terminamos yendo a zonas que hablan de la familia o de los vínculos entre las personas. Más que temas políticos o narrativas más grandes, en general nos centramos más en la intimidad. No hay una pretensión de lo que se cuenta a nivel narrativo y por eso vamos a esos lugares.

 

Ale Gigena:  Aparte [la obra] funciona también como algo más paradójico. Al no estar pendientes o atentos a un cierto contenido que pueda traerle al espectador hace que el contenido pase a primer plano. Tenemos amigos que van a ver los temas y nos dicen: che, tocaron este tema y qué profundo lo manejaron artísticamente. Siento que funciona más desde ese lugar paradójico. No estamos atentos porque conducir Los Miedos hacia un contenido hace que algo tenga que resultar y en este caso el resultado es como el de una obra de arte, le corresponde al espectador. 

 

En la obra los actores van creando pequeñas escenas que el director las entiende como cuadros, sin principio ni fin. Aquí Débora Noshimoto y Valentina Rata Zelaya en una función en el teatro El Grito.  Fotografía de Gina Mantegna – Cortesía de Los Miedos.

 

 

¿Cómo es la relación actor-director?

Guido Fisz: Si hay una premisa es estar disponible y permeable y dejarse también llevar por Ale. Se retroalimentan las dos propuestas, la de los actores y la del director y está bueno estar presente y no fijarse a ninguna idea y poder cambiar inclusive dentro de la escena, de idioma y de personaje. 

 

Ale Gigena: Sí, las propuestas son de ambas partes todo el tiempo. Y de esas propuestas aparecen cosas, si no es esperar a que pase algo interesante y no es la idea. Nos corremos de esos lugares para evitar lo exitista y encontrar el lugar más honesto de cada uno, artísticamente hablando. 

 

La premisa de la obra es entonces el presente y lo irrepetible, ¿no?

Camila Peralta: Pasa algo en los miedos que es como si no importase nada, no importa el contenido ni de qué está yendo la escena o de qué estamos hablando. La riqueza de la obra es el brillo de la presencia en la actuación y que no importe más nada. Que es por lo menos lo que disfruto como espectadora, cuando veo a un actor que está ahí y no me importa de qué está hablando, ni en qué idioma. Hay algo de eso, en sentirlo como actriz y también antes como espectadora de Los Miedos, porque yo me sumé este año, que es la mayor riqueza.

 

A contraluz Ale Gigena dirige una escena y el grupo de actores que tienen entre ellos un lenguaje propio. Fotografía de Gina Mantegna – Cortesía de Los Miedos.

Si hacemos ahora el camino desde el proceso actoral hacia la experiencia del público, puedo decir que al encontrarme con Los Miedos tuve la misma sensación que cuando a los 16 años leí por primera vez “La Cantante Calva” de Ionesco. Sentí esa frescura de encontrarme con algo distinto y pensar ah, esto también puede ser teatro.  Algo que no tiene una narrativa clara puede decir muchas y fuertes verdades. Puede mostrar los mecanismos del discurso y de la actuación, que brilla como, dice Camila, desde lo más íntimo; puede hablar de la familia, de los vínculos, de los conflictos de una forma quizás más auténtica. Y sobretodo, hace evidente el tiempo, líquido e irrepetible, que compartimos todos juntos en este evento que claramente no se volverá a ver nunca más. Nos despoja de la reproducción y de esos espacios exitistas y resuelve todo de una forma cruda y palpitante. 

 

Es por esto que Los Miedos es compleja e imperdible y puede verse miles de veces. La obra nace y muere en el momento para renacer de nuevo en otro tiempo, con otro público y otras condiciones. Y así, invita a liberarse de preconceptos y lanzarse a cosas nuevas, que muchas veces nos generan miedo, pero también unas ganas enormes de atravesarlo, sin pensarlo mucho. Como dijo una amiga mía: un miedo loco, unas ganas locas. 

 

La obra cierra la temporada con su última función el próximo domingo 15 de diciembre a las 22.15, en Costa Rica 5459, a la gorra, y promete un 2020 con más funciones y más miedos que enfrentar.  

 

POR: PALOMA VIOLETA GONZÁLEZ SANTOS

Revista Sendero

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