SE PUEDE CAMBIAR DE TODO, MENOS DE PASIÓN

THIAGO CARRERO

 

“Los fanáticos de un club amamos a nuestros referentes y necesitamos a los mejores entrenadores pero, admitida esa dependencia, no somos de River para aspirar a resultados ni estilos de juego sino para realizar un propósito. Cada cual le dará a su equipo los significados que quiera, pero uno de los míos, acaso el principal, es que soy hincha como una forma de seguir estando con mi viejo y para que, más adelante, mi hijo continúe conmigo”

Andrés Burgo en River para Félix.

 

Los periodistas suelen contar hechos en los que distintos protagonistas logran hazañas o les sucede algo importante, o que tal partido político gana una elección. En fin, hablan o escriben sobre otros. Pero, en este caso, el periodista asume el papel de protagonista, no el principal ya que añade a su padre y a su hijo, interpela a fanáticos de fútbol y/o padres contándoles su historia, de generaciones a generación, siempre con River como bandera. Porque, al fin y al cabo, el periodista cuenta historias.

 

Andrés Burgo, periodista especializado en deportes, dio a luz a su sexto libro River para Félix (y cierra su trilogía sobre el club de Núñez) sobre la relación con su padre y su hijo a través de River, con un repaso de los partidos más importantes, anécdotas de cancha, situaciones de tablón u hormigón, que logran atravesar a fanáticos de fútbol sin distinguir camisetas.

 

Nos recibe en su casa en Coghlan, a no más de 15 minutos de Figueroa Alcorta 7597, donde está situado el Monumental, su segundo hogar. Entre mate y mate, con el derby de España de fondo y con Félix entreteniéndose con sus juguetes, aunque cada tanto aclama la atención de su padre, quien describe el proceso del trabajo que tomó forma de libro de casi 300 páginas, editado por Planeta, y que tiene a ambos en tapa camino a la cancha. Con el mismo nivel de orgullo con el que cree hoy en día en Marcelo Gallardo y su equipo, después del inesperado giro en la final de la Libertadores 2019 ante Flamengo, él encuentra la misma sensación con su libro.

 

River para Félix, la aventura de recibir y transmitir la herencia gallina. Una historia de padres e hijos es la historia del amor a la camiseta a través de tres generaciones, estructurada en forma de partido de fútbol: el pitido inicial con los detalles por los que decidió hacer el libro, el primer tiempo con su relación con Darío (su papá), el entretiempo con su fallecimiento y, finalmente, el segundo tiempo, donde cuenta los primeros años de Félix (su hijo), siempre con la excusa de contar la pasión por el Millonario, acaso el vínculo padre e hijo con la camiseta que se mantiene.

 

A pesar de dicha forma particular que adopta el libro para contar la historia, el autor revela que fue dicho estilo una de las trabas que lo llevaron a trabajar extensamente en la obra: “El libro lo empecé hace tres años, en 2017. Fue surgiendo a medida que lo escribía. Pero no tenía la estructura todavía, sabía que tenía que ir para un lado, tenía que ir para Mar del Plata y no tenía la ruta; creo que al principio empecé yendo para Rosario y después encontré el camino a Mar del Plata -ironiza-. Por eso me costó más que el resto, digamos, porque para mí es clave la estructura en un libro y no la encontré hasta el final. Después, más o menos, hasta que fue primer tiempo y segundo tiempo ya está claro. El editor Fabián Casas fue clave para decirme que tenía que dividirlo en dos tiempos, porque yo lo quería alternar: que empezará un capítulo ‘Yo, hijo’ y que terminara ‘Yo, padre’”.

 

HUMANIZAR AL HINCHA

 

 

El libro anterior de Burgo fue La final de nuestras vidas, la crónica de acaso uno de los partidos más importantes del siglo, como lo fue la final de Libertadores 2018 entre River y Boca jugada en Madrid, en donde el autor confiesa que fue su momento más feliz como hincha, tras haber escrito 7 años atrás el relato en primera persona de cómo vivió desde las tribunas en ‘Ser de River, en las buenas y en las malas’ el naufragio del Millonario al Nacional B, donde, por otro lado, afirma que ese fue el momento donde fue más hincha de River que nunca.

 

“Busco que mi historia sea la de todos. Eso me dí cuenta en Ser de River y La final de nuestras vidas, lo que me pasa a mí no es extraordinario, es lo que nos pasa a todos, a la mayoría o a muchos. Es así. Trato de decir las cosas que me pasan en vez de gritarles, porque a los hinchas nos pasan cosas, pero no las gritamos, las decimos o las sentimos; trato de no sobreactuarlo”, se sinceriza el autor.

 

En el caso de River para Félix, Burgo propone un viaje introspectivo, más allá de la cuestión de la herencia futbolera, de los jugadores o equipos que pasan, sino de una cultura familiar que también ha ido cambiando con el tiempo, de padres distanciados pero sin posibilidad de divorciarse, en épocas de dictadura a la joven democracia, hiperinflación y sucesivas crisis; no es sólo fútbol, es todo lo que pasa alrededor del fútbol.

El último libro de Andrés Burgo tiene 304 páginas en las que el autor cuenta la aventura de recibir y transmitir la herencia «gallina».

 

Dicho viaje introspectivo dio como resultado lo que califica como “un libro honesto” en el que desnuda todas las internas personales, familiares y conyugales por las que atravesó a lo largo de sus 45 años: “Es un libro de la vida y en la vida nos cuesta todo. Ahí cuento que la paternidad me cuesta, que la maternidad me cuesta, el periodismo día a día y River está ahí, como nuestro salvoconducto de la felicidad en más de un momento. River es el que casi siempre gana, nosotros ganamos y perdemos todo el tiempo. Es como una reserva de felicidad. Y está bien, el fútbol es real, pero es una ficción; es tomarse un descanso de uno mismo. ¿Qué va a ser si no es River? Puede ser la comida, el asado, pero en mi caso es River”.

 

PERIODISMO EN ERA DE REDES SOCIALES

 

Tras una adolescencia con las revistas El Gráfico y Solo Fútbol como lecturas obligatorias, su camino profesional indiscutiblemente iba a orientarse a la comunicación: “Me gustaba el fútbol, me gustaba leer, era tímido, como lo sigo siendo, pero encontré en la lectura un lugar de socialización introvertida, donde podía enterarme de las cosas que pasan pero sin la necesidad de hablar con la gente”, detalla mientras reivindica su pasión por el oficio: “Siempre quise ser periodista, nunca quise ser otra cosa. No me vinculé al periodismo porque me gustaba el fútbol: me gustaba el periodismo”.

 

Andrés Burgo se considera, y sus seis libros son muestra de eso, como un periodista de la gráfica a pesar de sus trabajos tanto en radio como televisión. Sin embargo, en esta última década fue la rama periodística que más sintió esta nueva reconversión sin un rumbo demasiado fijo, donde desaparecen medios y con ellos miles de puestos de trabajo, en diarios como Crítica de la Argentina (en 2009) donde él trabajaba.

 

En el libro, el periodista nostálgico de esa época donde muchos se informaban mediante el papel y no a través de una pantalla, cuenta: “Quise contar cómo las redacciones dejaron de ser un lugar de pertenencia e identificación y eso lo suplanto un poco con la cancha. Mi día a día antes en una redacción, ya no lo tengo más, es difícil de encontrarlo. La gente se informa a partir de las redes sociales o de grupos de mensajería, pero al mismo tiempo las redes sociales ni los grupos de mensajería nos pagan, los únicos que lo hacen son los medios”.

 

UN LEGADO MONUMENTAL

 

En épocas donde los padres eran más aislados, fríos, casi la antítesis del rol que jugaban las madres, la relación del periodista con su papá lograba unirse en un grito de aliento al vistoso River, que arrasaba en el plano local y conseguía sus primeros títulos internacionales en la década del 80’ y 90’: “Mi relación terminó siendo espectacular, pero bueno en esos momentos de ausencia me parece que River fue muy importante”.

 

De ser hijo a convertirse en padre, en esa carrera de la paternidad y el equipo del que es hincha para dejarle como legado a su hijo el sentimiento por la banda roja en la piel, Burgo reflexiona: “Yo no sé si le va a gustar el fútbol a él y yo no sé si va a ser de River».

 

Ya sea River o cualquier otro, los clubes son un anzuelo en la relación padre-hijo o madres-hijo, un nexo para lograr la comunicación entre partes que suele ser difícil o incluso inexistente, un motivo para estar «juntos en las buenas y en las malas» o, como explica, Burgo “una garantía de trascendencia», porque “River no se va a acabar. Un club de fútbol es una apuesta de inmortalidad, todos nos vamos a morir, River va a seguir. Es dejar algo que me va continuar, River existía antes de que existieran mis abuelos. Hay un tratado de eternidad de ‘te dejo esto y vos dejatelos a tus hijos’, hay un poco de juego en eso también”.

 

Finaliza la entrevista y Burgo prepara a Félix para llevarlo al Monumental, donde realiza actividades deportivas, y salen rumbo al auto de la mano. «Ojalá seas de River» es uno de los capítulos del libro. El autor sabe que será su decisión, pero como 7 de cada 10 hijos son hinchas de su club por sus padres, él busca que «Burguito» forme parte de ese número. Para poder seguir gritando goles en la tribuna juntos, como lo hacía con su papá. Por eso, hace rato está en la pista, corriendo como el Pity Martínez en Madrid, queriendo meter su gol, que es que su hijo herede River y sea parte de su vida cuando ya no esté, aunque quizá sea una forma de seguir juntos.

 

THIAGO CARRERO

 

Revista Sendero

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