POR FRANCO PÉREZ
Argentina se convirtió en una especie de distrito clave para el socialismo boliviano. Según datos oficiales del Órgano Electoral Plurinacional de Bolivia, en las últimas elecciones presidenciales del 20 de octubre pasado, anuladas por irregularidades, Evo Morales obtuvo en Argentina 78.226 votos, de los cuales más de 65.000 fueron en Buenos Aires. Eso representa al 82,52% de los 98.458 ciudadanos bolivianos que sufragaron en el país. Si se tiene en cuenta que fuera de Bolivia votaron 198.619 personas a nivel global, significa que aquí estuvieron –y están– casi la mitad de esos votos.
Tras estar más de dos meses exiliado en México, Evo Morales arribó a nuestro país en calidad de refugiado el 12 de diciembre pasado, dos días después de la asunción presidencial de Alberto Fernández, a la cual se especulaba que podría asistir, pero unas horas antes el nuevo canciller Felipe Solá salió a negarlo: “Cada país tiene el presidente que elige y nosotros nos acomodamos. Podemos tener amigos, pero estamos hablando de países. Y los países tienen pueblos que eligen, por lo tanto las relaciones que más le importan al pueblo son entre países, no entre amigos”. Que dos de sus hijos ya vivan en Argentina, el nuevo contexto político y la cercanía con Bolivia resultaron claves para su llegada. Aquí se convirtió en el jefe de campaña del armado político para las elecciones presidenciales del próximo 3 de mayo.
A través de congresos abiertos organizados por el Movimiento Al Socialismo (MAS) en Bolivia, y con la coordinación a distancia del propio Morales, se decidió que el candidato presidencial de esa fuerza política sea Luis Arce, ex ministro de Economía en la gestión del socialismo boliviano, y que lo acompañe en la fórmula como vicepresidente el excanciller David Choquehuanca.
Unos días antes de las fallidas elecciones del 20 de octubre pasado, Arce dio una entrevista al diario Ámbito Financiero. En ella se definió como “socialista” y se refirió a las políticas aplicadas durante su gestión como “un modelo económico social comunitario productivo con muchos elementos. Reconoce que en Bolivia conviven varios modos de producción, para utilizar la terminología marxista. Y lo primero que hicimos fue reconocer esa híbrida relación entre modos de producción y empezar a interactuar con algo que durante el neoliberalismo estaba proscripto: la presencia del Estado. Hoy, el Estado toma la vanguardia de la economía boliviana, es el actor más importante de la economía. Nosotros nacionalizamos, entonces la plata se quedó en Bolivia y la disfrutamos”.
En ese contexto, el 22 de enero se organizó en el estadio de Deportivo Español el primer acto político masivo de Morales desde que salió de su país. La excusa para la convocatoria era que se cumplían 14 años del inicio de su primer gobierno, pero también había otro dato: ese mismo día el expresidente debía concluir su mandato constitucional al frente del Estado Plurinacional de Bolivia. Tampoco fue casualidad la zona elegida para organizar el evento: el Bajo Flores, donde se encuentra el estadio, o barrios aledaños, como Villa Soldati o Flores, tienen entre sus habitantes a buena parte de la comunidad boliviana que vive en Capital Federal. Igual, que el árbol no tape el bosque, la concurrencia no fue exclusiva de esos lugares. En el viaje que realizó Revista Sendero desde el centro porteño, los colectivos iban llenos, con personas que subían en distintos puntos de la ciudad para ver y escuchar a Evo Morales. Pero también hubo concurrencia que llegó desde el conurbano, del Interior y de la mismísima Bolivia.
Si bien hubo presencia de organizaciones sociales y políticas argentinas, el folclore en los alrededores mostraba algo distinto. Por ejemplo, hubo miles de personas que se dirigían al estadio y en ningún momento lo hicieron por las calles: siempre por la vereda, incluso pese a tener la ventaja del poco tránsito que circulaba un rato antes del inicio del acto. A pocos metros sí pasaba, pero con las agrupaciones argentinas que se hacían notar con bombos, cánticos y banderas. Esta vez el menú parrillero no dominaba la oferta gastronómica: la jornada incluía salchipapas, pollos broaster, silpanchos, salchichas fritas con ensalada, jugos autóctonos; un menú andino que no se acostumbra a ver en un evento masivo en nuestro país.
El público ubicado en las tribunas populares y plateas regalaba una postal por la cantidad de paraguas abiertos para aliviar un sol imponente que superó los 30 grados. Allí convivían cientos de ciudadanos bolivianos con argentinos que flameaban banderas del Partido Comunista, de La Cámpora, del Movimiento Evita, de Miles, el partido encabezado por Luis D´Elia, la Corriente Clasista y Combativa, el Comedor Los Pibes o la CTEP de Juan Grabois. Dicho así, suena como música para los oídos de quienes desean creer que hubo una presencia masiva del aparato, pero en el estadio la preponderancia era de banderas bolivianas y Whipalas, el símbolo de los pueblos originarios: esa bandera de siete colores que representa a la filosofía de la nación andina y aymara, la Madre Tierra, el espacio, el tiempo, la energía y el planeta.
En un tramo de su discurso, Morales no dudó en decir que Estados Unidos fue quien estuvo detrás de las presiones para su renuncia: “Este es un golpe al indio y a nuestro proceso de cambio por el imperio norteamericano, no solamente de la derecha boliviana. Hemos demostrado que sin el capitalismo y sin el FMI es posible un nuevo mundo, una nueva Bolivia”. Según él, la industrialización del litio puede ser la motivación principal para sacarlo del camino: su país tiene la mitad de las reservas de todo el planeta de ese mineral clave para la industria tecnológica de celulares, baterías, máquinas y computadoras, entre otros.
Distintos informes señalan que entre Argentina, Bolivia y Chile están aproximadamente el 85% de las reservas mundiales de litio. Hasta el momento, nunca se informó la posibilidad de hacer un trabajo en conjunto entre estos tres países. Así lo planteó por primera vez en público el exmanadatario boliviano: “Argentina tiene reservas de litio, Chile también. Qué lindo sería que tres países sudamericanos industrialicemos nuestro litio. De acá a poco tiempo podemos decidir el precio del litio para todo el mundo”.
Ya sobre el final, le prometió a su público: “Es cuestión de tiempo: vamos a recuperar la democracia y vamos a volver al Gobierno”.
Voces debajo del escenario
Además de la asistencia local, se acercaron a la cancha de Español miles de bolivianos y bolivianas que viven en Argentina y, en varios casos, lo hacen desde antes de la llegada de Evo al poder. Así es el caso de Brígida González, que vive en nuestro país hace treinta años, y es la primera vez que no puede ir a Bolivia desde que llegó a la Argentina. Ella dice porqué: “La frontera está peligrosa para salir, por eso no lo hacemos, más allá de que este año no hay dinero. Están revisando los documentos, si radicamos aquí en Argentina. Ellos directamente piensan que nosotros apoyamos a Evo o que somos masistas, imaginen eso. Nunca vivimos algo así”. Hay que recordar que, como se menciona al principio, en la última elección, el MAS obtuvo el 82% de los votos en nuestro país, y en elecciones anteriores alcanzó el 90%. La comunidad boliviana en Argentina se identifica mayoritariamente con ese espacio político.
Con una gran Whipala en sus manos, Gabriel, un joven ciudadano boliviano residente en nuestro país, asegura también a Revista Sendero que prácticamente no tiene comunicación con sus familiares en Bolivia: “Tienen miedo de hablar porque dicen que son perseguidos y hostigados. Es para evitar que haya apoyo a Evo y para que no se sepa que fue un golpe de Estado. Mi hermano me dice que no se puede hablar en contra del gobierno, que es fichado mediante WhatsApp. Pero sabemos claramente que en Bolivia se dio un golpe de Estado, que no se respetan los derechos humanos y que no hay Estado de Derecho”. A menos de cinco metros, Constanza, también firme con su Whipala, comenta que “Evo es un campesino que ha gobernado mejor que todos los otros. Ahora Bolivia está peor, porque volvió a haber discriminación hacia las mujeres de pollera. Eso fue algo que cambió con su gobierno”.
Desde el barrio 1-11-14 también llegó Ruth junto a su familia, “autoconvocados para apoyar a nuestro hermano Evo porque Bolivia está sin derecho y hay bastante discriminación a quienes apoyan al hermano Evo Morales. No se puede hacer política, no hay democracia y no hay libertad de expresión. La actual presidenta dice que cuando uno expresa la convicción por el MAS es sedición. Pero, personalmente le digo: no es sedición, sino libertad de expresión”.
Hasta el 2 de febrero se pueden presentar listas para las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 3 de mayo. Por el momento, confirmaron sus candidaturas Luis Arce, del MAS; Carlos Mesa, quien salió segundo en los sufragios cuestionados de octubre; el empresario de derecha Luis Fernando Camacho, uno de los principales impulsores de las protestas contra el gobierno de Evo Morales; y el viernes se conoció que la presidenta interina Jeanine Áñez también participará en las elecciones, aunque había dicho que no lo haría.
En las encuestas que circularon ningún candidato supera el 30 por ciento de los votos, aunque el MAS es quien las lidera. Será clave esta semana para ver cuáles serán las listas presidenciales definitivas y si se producen alianzas entre algunas de esas fuerzas, pero todo el foco estará puesto en ver cuál será la reacción del electorado boliviano el próximo 3 de mayo tras vivir más de cuatro meses de tensión política y social. Queda poco para que se devele el misterio.
POR FRANCO PÉREZ
Me gusta como escribe Franco, esta muy clara esta nota, tremendo tema…