DESAPARECIDOS DEL DEPORTE

POR THIAGO CARRERO

 

El 24 de marzo de 1976, la junta militar comandada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti derrocó al gobierno de la presidenta Isabel Martínez de Perón para dar inicio a la dictadura militar más sangrienta del país.

 

El Mundial de fútbol de 1978 organizado en nuestro país —Videla le entregó la copa del mundo al capitán Daniel Passarella— y la posterior consagración del seleccionado juvenil en el Mundial de Japón de 1979 —con Diego Maradona como figura central— se usaron para dar al mundo la imagen de que la Argentina era país “derecho y humano»; mientras tanto, desaparecían deportistas que tenían una militancia activa. 

 

El periodista y escritor, Rodolfo Walsh, jugaba ajedrez en Estudiantes de La Plata, donde era socio. Desapareció el 25 de marzo de 1977, tras enviar su Carta Abierta a la Junta Militar.

 

“El Mundial surtía el mismo efecto que la música por altoparlantes en los campos de concentración: garantizaba que nadie escuchara o viera a las víctimas. O acaso, ¿quién les prestaría atención a sus familiares mientras se jugaba un campeonato financiado con 517 millones de dólares, unos 400 más que los pagados por España en la edición siguiente de 1982?”, describió el periodista Gustavo Veiga en su libro Deportes, desaparecidos y dictadura, el primer trabajo periodístico que se realizó en torno exclusivamente a los deportistas desaparecidos, en el que luego se basó el documental de canal Encuentro con el mismo nombre. Fue editado en 2006 y allí develó unos 20 casos; en 2010 reeditó el libro con el total de 35 casos, y en 2019 lanzó la tercera edición con las historias de 220 deportistas desaparecidos. Así como el libro reivindica la identidad de los desaparecidos, también desenmascara a los cómplices: como el caso de Juan Manuel Fangio, único argentino campeón en cinco oportunidades de Fórmula Uno, presidente de Mercedes Benz desde 1974, empresa donde desaparecieron 14 empleados durante la dictadura que el conductor apoyaba.

 

En su libro, Veiga recopila tanto sus artículos publicados en Página/12 como de colegas que fueron descubriendo, en casi 40 años de democracia, más casos. La triste nómina la integran distintos hombres y mujeres que practicaban ajedrez, atletismo, boxeo, básquet, ciclismo, fútbol, rugby y voley. 

 

MIGUEL SÁNCHEZ: EL ATLETA, EL POETA, EL MILITANTE

 

 

Miguel Benacio Sánchez compitió en el maratón de San Silvestre (Brasil) el 31 de diciembre de 1977, gracias a los números que vendió de una rifa por una cámara fotográfica Polaroid en el Banco Provincia donde trabajaba. Fue detenido días después de competir: el 8 de enero de 1978 y fue llevado al centro clandestino El Vesubio, ubicado en Ciudad Evita. Militaba en una Unidad Básica de la Juventud Peronista en Villa España, Berazategui. Tenía 25 años y buscaba destacarse en su deporte como lo hizo su entrenador Osvaldo Suárez, ganador por tres años consecutivos de la San Silvestre y de cuatro medallas de oro en los Juegos Panamericanos. A Osvaldo —su entrenador—,  los militares también lo dejaron  fuera de la pista de otro manera, ya que la Revolución Libertadora lo proscribió de viajar a los Juegos Olímpicos de Melbourne (Australia) en 1956 a tan sólo cinco días del inicio.

 

El periodista italiano Valerio Piccioni descubrió su historia en un viaje a Buenos Aires y el 9 de enero del 2000, organizó en Roma la primera Corsa de Miguel en la que hubo 350 participantes, que tenían estampado en sus camisetas el poema “Para vos atleta”, que Sánchez escribió un año antes de su desaparición. 

 

Elvira, la hermana de Miguel, relató en una entrevista para Clarín el secuestro de su hermano: “Vinieron entre seis y ochos tipos presentándose como un comando militar, sin credenciales, y preguntaron por Miguel Ángel. Era extraño porque el nombre de mi hermano es Miguel Benancio (así, con B larga). En el paredón se colocaron dos con ametralladoras y el resto empezó a revolver todo, buscando información con tanta violencia que hasta tiraron una biblioteca entera al piso. El perro se asustó tanto que no ladró por dos años. A Miguel le indicaron que se pusiera el equipo de gimnasia que estaba en una silla y se lo llevaron. Pidió darle un beso a mi mamá antes de irse, pero no lo dejaron”.

 

El pasado 22 de marzo se suspendió, por la pandemia del Coronavirus, la que iba a ser la 20° edición de “La carrera de Miguel”. En la del 2019 corrieron más de 3500 personas. Además de la carrera, el 8 de enero —el día que detuvieron a Miguel— se declaró como “Día Nacional de la Memoria en el Deporte”, en una ley que aprobó el Senado Nacional en 2014.

 

El poema “Para vos atleta” lo escribió el atleta Miguel Sánchez y lo publicó en La Gazeta de São Paulo en diciembre de 1977.

 

LA PLATA RUGBY CLUB: El epicentro del terrorismo de Estado

 

El rugby fue el deporte que más padeció la dictadura: 151 de los 220 deportistas desaparecidos lo practicaban. El caso más severo fue el de La Plata Rugby Club, que sufrió la desaparición de 20 de sus jugadores. 

 

¿Por qué el rugby fue el deporte más afectado? ¿Por qué La Plata fue la ciudad epicentro de tantas desapariciones? Claudio Gómez, periodista y autor de Maten al rugbier: la historia detrás de los 20 desaparecidos de La Plata Rugby Club, habló con Revista Sendero: «Uno puede pensar que el rugby es un deporte de clases elitistas, clases acomodadas, donde básicamente no provenían los militantes revolucionarios de la década del ‘70; sin embargo, en ese momento ocurrió que había muchos jugadores que eligieron la militancia y la lucha armada como opción de vida».

 

Con el libro de Claudio Gómez se descubrió que los rugbiers desaparecidos de La Plata Rugby Club eran 20, tres casos más de los que se conocía cuando comenzó su investigación. (Foto: Telám)

 

«La Plata es la ciudad con mayor cantidad de víctimas durante la dictadura y la de mayor cantidad de centros clandestinos de detención. Esto significa que a La Plata durante la dictadura la arrasaron, la pasaron por encima y en ese contexto de represión, de tortura, de asesinatos y de desapariciones, muchas de las víctimas fueron jugadores de rugby. Hay un punto en común que tiene que ver con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP): militantes que habían sido secuestrados durante la dictadura estudiaban o habían estudiado en la UNLP, que es una universidad muy grande y por esos años ingresar a al universidad implicaba la participación en algún tipo de agrupación política», sentenció Gómez.

 

Aquellos jóvenes conjugaban su actividad deportiva con la actividad política: se dividían la mayoría entre el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Los demás lo hacían en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), Montoneros y la Unión de estudiantes universitarios (UES).

 

Los 20 desaparecidos de La Plata Rugby Club.

 

 

¿Cómo fue la experiencia desde lo humano y lo periodístico de entrevistar a familiares de aquellos rugbiers desaparecidos?

—Fueron demoledoras, fueron las experiencias más intensas que tuve en mi vida periodística. Es fuerte hablar con un padre o una madre que haya perdido un hijo. Pero es mucho más doloroso y más cruel todavía cuando hablás con gente que tiene hijos desaparecidos: siempre está presente la ausencia, la imposibilidad de hacer el duelo, la imposibilidad de la despedida, la incertidumbre por no saber dónde está. Son todas especulaciones, sobre si su hijo está en una fosa común o lo tiraron al Río de la Plata. En algunas situaciones me generaba cierta culpa y me preguntaba si por mi necesidad periodística tenía el derecho de llevar a esa madre o padre a una situación extrema de angustia. Pero por otro, cumplían con su objetivo de mantener viva la memoria de sus hijos desaparecidos. El caso más intenso fue con la mamá de Jorge Moura, hablé con esa mujer, que por ese entonces tenía 86 años, y me hablaba de su hijo mayor y me hablaba del segundo, que era Federico (el histórico cantante de la banda Virus, que falleció en 1988). Es tremendo hablar con una madre que perdió dos hijos, y uno de esos no sabe dónde está y no tiene la posibilidad de ir a llorarle a una tumba. Es fuertísimo, es muy intenso.

 

La familia Moura: Jorge, de bigotes, a la derecha en la fila del medio. Federico, de pelo largo, a la izquierda (Foto: Infobae).  «Ellos nos han separado» tema de la banda Virus, integrado inicialmente por los hermanos Federico y Julio Moura,  en homenaje a su hermano mayor asesinado a sus 28 años.

 

Con el rugby ocurre algo particular:  los All Blacks (Seleccionado de Nueva Zelanda) han visitado la Escuela Mecánica de la Armada, donde se realiza desde 2016 un torneo de rugby en honor a sus desaparecidos y La Plata RC en su revista institucional le ha dedicado páginas en reiteradas ocasiones a sus jugadores. Sin embargo, la Unión Argentina de Rugby (UAR) a más de 40 años, aún no se ha expedido, ni ha realizado un homenaje, y es la federación cuyo deporte representa casi el 70% de los casos de deportistas desaparecidos.

 

Visita de los All Blacks en la exESMA (Imagen: Facebook Museo Sitio de la Memoria).

 

 

Si bien hubo avances el año pasado, con la visita de familiares al presidente de la UAR, aún el homenaje está pendiente: “La UAR no reconoce a sus víctimas. Tuvo que pasar lo de los All Blacks para que se dignen a recibir a familiares, recién ahí cuando una selección extranjera marcó el camino, respondieron. Eso fue como un cachetazo. Si los All Blacks van a la exESMA, ¿por qué nosotros negamos nuestro pasado reciente? La UAR es eso: una entidad que no se hace cargo de la gente que representa, como pasó recientemente con el caso de Fernando Báez.», concluyó el periodista Claudio Gómez.

 

“Más que un homenaje, era una forma de darle lugar a jugadores que habían pertenecido al club. Surgió en el 2012 y era una forma de que una nueva generación conociera esas historias de jugadores que fueron asesinados o desaparecidos”, contó José Supera, uno de los editores de la revista La Plata, junto a Dimas Suffern Quirno y Augusto Ramos, en diálogo con Revista Sendero.

 

 

«El 29 de junio de 1978, murió el último rugbier, pero el genocidio no se cerró», escribió Claudio Gómez en su libro. “Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia”, canta León Gieco. Omitir lo ocurrido entre 1976 y 1983 significa retroceder en la lucha de padres y madres, abuelos y abuelas, hermanos y hermanas que reivindican la identidad de sus familiares desaparecidos por el terrorismo de Estado. Cada 24 de marzo es una oportunidad para recordar las dos palabras más importantes que se hayan dicho en casi 40 años de democracia: nunca más.

POR THIAGO CARRERO

Revista Sendero

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