POR THIAGO CARRERO
Todos los días alrededor de las ocho de la noche, el Ministerio de Salud de la Nación difunde las cifras actualizadas de los nuevos casos de coronavirus en el país, los fallecidos y los recuperados. Son números que luego se replican en canales de televisión, radios, diarios y redes sociales hasta que la cifra se vuelve a modificar. Por la vorágine de la información, nos olvidamos de que esos números son personas. Hay una paciente que a través de su experiencia buscó visibilizar la enfermedad: Marisol San Román, la contagiada número 130.
El comienzo de la circulación del virus la encontró a Marisol en Madrid, mientras cursaba una maestría en administración: “El primer caso de coronavirus en España apareció el 24 de febrero, y yo ese día cené con mi mejor amigo. Hasta entonces no había escuchado la palabra coronavirus, ni siquiera sabíamos lo que era. Pensábamos que era una gripe que afectaba a gente mayor. No éramos conscientes de la situación que afectaba a Italia”.
“La primera semana de marzo fui a cursar con barbijo, guantes, alcohol en gel y tomé té caliente porque decían que eso mataba al virus. Mi papá me pedía que faltara y yo no podía no ir, porque me daban de baja el máster y ya iba por la mitad. En la universidad se me cagaban de risa. A los días, me dieron la opción de cursar online a partir del viernes 5 de marzo y fui la única de mi clase que lo hizo”, cuenta Marisol San Román a Revista Sendero.
—¿Cómo hiciste para volver a Argentina?
—Marisol: Yo me quería volver desde que abrieron la chance de las clases online, pero no podía perderme los exámenes porque me echaban. No podía irme y volver por una semana. Pero, finalmente el gobierno de Madrid decidió cerrar todas las universidades. Entonces, el 10 de marzo organicé una cena de despedida con tres amigos en mi casa de Madrid. Ese fue el día del contagio. Los cuatro que compartimos la noche nos infectamos de coronavirus. Viajé en avión al otro día, usé alcohol en gel y no me saqué el barbijo ni para comer en el avión. Cuando llegué a Ezeiza, firmé una declaración jurada y viajé en remis hasta mi casa en Vicente López. Después Sanidad contactó al chofer que me trajo y constató que a esa persona no le pasó nada.
REGRESO AL PAÍS Y PRIMEROS SÍNTOMAS
El 11 de marzo, día en que la OMS declaró la pandemia, Marisol empezó la cuarentena por dos semanas en Argentina por volver de España donde ya había más de 2000 casos y 50 fallecidos.
Aislada, con su perro como único acompañante, los síntomas de la enfermedad comenzaron a manifestarse: llamó al médico porque empezó a tener 40 grados de fiebre y dolor de garganta en su segundo día de cuarentena. En un momento recibió un mail de la universidad: un compañero de clase —que se sentaba justo atrás de ella— tenía coronavirus. Cuando le comentó al médico el contexto de su regreso al país, el Dr. Villar no dudó en activar el protocolo para que le hicieran la prueba.
—El hisopado que se realiza para detectar si una persona ha contraído el virus o no es una muestra biológica del paciente, que busca material genético del virus. En el caso de una gripe común se genera una infección aguda y rápidamente aparecen síntomas y te quedás en tu casa. En cambio con el coronavirus tardan en aparecer los síntomas y, además, hay muchos pacientes que son asintomáticos que dispersan la enfermedad. Por eso, es importante la cuarentena, para evitar que nos movamos y transmitamos la enfermedad sin saberlo y, para que no tengamos una cantidad de casos que colapse el sistema de salud—, explica Juan Manuel Carballeda, científico del CONICET y especialista en virus de la Universidad Nacional de Quilmes, en conversación con Revista Sendero.
El 13 de marzo, el día que a Marisol la internaron en el Materno Suizo, en España se decretó la cuarentena obligatoria: ya habían 4200 casos positivos y 120 muertes por coronavirus. En Argentina hasta el 20 de marzo, el primer día de la cuarentena obligatoria, habían 128 casos de personas infectadas y tres muertes. En un principio, como el virus empezó en el hemisferio norte, donde era invierno, el protocolo en estos países era primero descartar gripe y si daba negativo se testeaba Coronavirus. En nuestro país se testea directamente coronavirus: probablemente eso vuelva a cambiar porque en invierno va empezar a circular gripe nuevamente.

Pasaban los días y Marisol no sabía si el test de COVID-19 le había dado positivo o no. El hospital en donde estaba internada tenía tres pisos de aislamiento para casos sospechosos, pero ante la incertidumbre, la querían trasladar a un establecimiento que ‘hospedaba’ a pacientes positivos.
—¿Cuándo te enterás que te había dado positivo?
Marisol: Me enteré el jueves 19 de marzo a la noche: “Te vamos a trasladar porque dio positivo”. Quedé en shock: No lo podía aceptar en mi cabeza. Me trasladaron al Sanatorio Agote y como estuve 48 horas sin fiebre, me dieron el alta hospitalaria. Aunque tenía tos, no podía estar en la cama del hospital si no tenía fiebre por protocolo. Seguí el aislamiento en mi casa, donde el riesgo de infectarse es menor.
El hecho de no presentar fiebre y seguir en observación desde la residencia del paciente, como ocurrió con Marisol, constituye un panorama que se mantiene hasta estos días en nuestro país: No más del 5% de los pacientes contagiados requirió permanecer en terapia intensiva y el 25% de los pacientes, cifra que superó los mil casos, ya recibieron el alta, según información del Ministerio de Salud de la Nación.
CÓMO ES VIVIR CON COVID-19 POSITIVO
Marisol volvió al departamento de su padre en Vicente López para cumplir con el aislamiento sanitario. Después regresó cuatro veces más al hospital por complicaciones en su salud: “El coronavirus te baja las defensas, lo que permite que te agarre cualquier cosa. Tuve mononucleosis, faringoamigdalitis y una infección bacteriana en el pulmón derecho, además de estar con la cara hinchada y perder doce kilos. Estás completamente debilitado y te da cualquier cosa, tenía todo el pecho cortado, que era una reacción de herpes que nunca había tenido, pero en un momento me contagié y el COVID-19 te lo activa. En la última semana antes del hisopado negativo no olía nada y tuve candidiasis”.
—¿Cuál fue el día más difícil que tuviste después de dar positivo?
Marisol: El domingo 5 de abril me subieron a una camilla con oxígeno puesto, no podía respirar, llamé a mi papá y le dije: “papi, voy a volver”, pero ese día yo sentía que me moría. Y hace dos semanas falleció un amigo mío mexicano. Con él, antes de que pase todo esto, estaba bailando en un boliche. Yo estaba mal, pero el hecho de saber que hay alguien que no pueda volver a ver, me partió el alma en mil pedazos, es como estar en medio de la guerra y que se te muera un soldado. Mi mejor amigo que estaba en la cena y terminó muerto. Es un momento muy duro porque no sabés si va a poder salir adelante.

ABRAZOS VIRTUALES
Cuando Marisol estaba internada en el Sanatorio Agote, recibió un mensaje. Era de una amiga de la universidad que le pidió un vídeo de cómo transitaba los primeros días de internación por el COVID-19. Cuando lo publicaron, se viralizó y llegó al millón de reproducciones.
—El mensaje fue claro. Un pibe de Palermo me dijo que vio el video con unos amigos y dejaron de juntarse en el edificio y una familia de San Juan me mandaba videos mientras se lavaba las manos.
Cuando su garganta se lo permitió, empezó a dar más entrevistas, en medios de Capital Federal, del Interior del país y hasta del exterior. Su cuenta de Instagram (@merysunsr) sintió el impacto: tenía 700 seguidores antes de aquel 13 de marzo, y ya alcanzó los 45 mil seguidores. —Si no subo una historia un día o por unas horas, me empiezan a mandar mensajes —dice.
—¿Cuáles fueron los mensajes que más te impactaron, qué más te motivaron?
Marisol: Desde la fundación que se llama ‘Mi primer abrazo’ que acompaña pacientes con COVID-19, me hablan todos los días, me mandan ‘mensajitos de amor’; la idea de ellos es compartir medicaciones, mantras, te pasan canciones, se interesan por cómo estás. Después, Sergio ‘Cachito’ Vigil (entrenador de Hockey, ex director técnico de Las Leonas) me mandó un mensaje a las 11 de la mañana: ‘Aunque no puedas salir de la cama, levantate leona. Vamos que podés, leona’. Quiero que sean las 11 de la mañana para recibir ese mensaje de Cachito y arrancar el día, es muy motivacional. Esa parte creo que fue la que me mantuvo viva, el amor que recibí de toda la gente que me acompañó por redes sociales.

—¿A partir de las redes sociales pudiste hablar con otros pacientes que estén en tu situación?
Marisol: Sí, me escriben varios pacientes. El caso más cercano es Margarita, que prácticamente nos hicimos amigas por tener coronavirus. Mucho de lo que me sirvió es el apoyo entre uno y otro que pasa por lo mismo y poder contenernos.
VENCER AL ENEMIGO INVISIBLE

—¿Te pusiste a pensar qué te gustaría hacer cuando te cures?
Marisol: Terminar el máster de administración, que muy posiblemente lo termine online. Estoy escribiendo un libro, donde escribo las cosas más humanas. No quiero que me idealicen, hay un montón que están en la misma situación. Me gustaría ayudar a otras personas, si puede ser en una ONG propia o ayudar desde la fundación de Mi primer abrazo. Tengo propuestas de un director de cine de Santiago del Estero que quiere hacer un documental sobre mí.
—¿Sos conciente de lo que te pasó o tratás de no pensar en eso?
Marisol: Mi vida cambió por completo y sé que no hay vuelta atrás, sé que por más que haya momentos donde me encantaría volver atrás al momento antes de irme a España, tengo que pensar en el futuro, en qué veo para adelante. Trato de imaginarme y de visualizar cosas lindas: me imagino en Barrio Mitre como maestra de apoyo escolar o por la Villa 31 como ayudante en un comedor, aunque sea con un barbijo, pero trato de pensar en momentos simples y sencillos del futuro.

El 15 de abril, a un poco más de un mes dar positivo coronavirus, Marisol recibió a las primeras horas de la tarde la noticia más esperada: ya era una expaciente de coronavirus. En ese momento dejó de ser la ‘Paciente N° 130’ para formar parte de los 631 dados de alta a esa fecha.
