¿POR QUÉ NO ADAPTAR LA LEY JUSTINA PARA LA DONACIÓN DE PLASMA?

POR CAMILA MIELE

 

«Me colocaron el plasma; la primera dosis me levantó un poquito; cuando me dieron la segunda, al rato, era como si nunca hubiera tenido la enfermedad, tenía ganas de vivir».

Cristina Domínguez, paciente recuperada de Covid-19

La pandemia arrasa con fuerza en el mundo entero. Mientras científicos investigan el desarrollo de una vacuna que permita vencer a este enemigo invisible, conocido bajo el nombre de Covid-19, la donación de plasma de pacientes recuperados surgió como una alternativa. El plasma de una persona recuperada posee anticuerpos que son fundamentales para el tratamiento de una persona contagiada, y por cada donación se pueden salvar hasta cuatro vidas.

En Revista Sendero dialogamos con Alejandra Balbiani (M.N 85346 – M.P 38175), médica, a cargo del servicio de terapia intensiva del Hospital Nacional «Dr. Baldomero Sommer», quien sostiene que es fundamental que un recuperado done su plasma porque es un tratamiento que ha demostrado tener efectividad: 

—Si bien todavía no se puede tener certeza absoluta de cuáles son los tratamientos efectivos,  La donación de plasma es una de las alternativas que muestra resultados positivos. Los tratamientos farmacológicos que se han probado y se continúan implementado, por el momento, en lugar de mostrar una evolución clínica, muestran bastante toxicidad o efectos secundarios. Por lo tanto, cae su uso.

 

«Yo pasé por la experiencia de ser Covid-19 positiva, de tener que estar más de un mes aislada de mi familia, de estar internada, de que me faltara el aire, de no sentirme bien, de tener miedo a complicarme o de morirme”, contó la Dra. Balbiani, quien aún espera los resultados de estudios que determinen si puede ser donante.

 

El tratamiento de “plasma inmune de convaleciente” fue un descubrimiento del médico e investigador argentino Julio Maiztegui durante las décadas del 50 y del 60, en medio de la epidemia de fiebre hemorrágica que se cobraba muchas vidas. La ciencia corroboró que al aplicar este método de manera temprana a pacientes contagiados, bajaba notablemente la tasa de letalidad.

En el marco de la emergencia sanitaria por coronavirus en el país, el Ministerio de Salud de la Nación estableció la creación de un Plan Estratégico para regular el uso de plasma de pacientes recuperados de Covid-19 con fines terapéuticos.

Este método se acrecienta cada vez más en Argentina y es un tema que está en la agenda política. En la Cámara de Diputados del Congreso Nacional se aprobó por unanimidad el proyecto de ley que busca llevar adelante la Campaña Nacional para la Donación Voluntaria de Plasma Sanguíneo de pacientes recuperados de coronavirus de todo el país. La iniciativa fue impulsada por el presidente del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner; su par del PRO, Cristian Ritondo, y el titular del Interbloque Federal, Eduardo Bucca. Finalmente, la semana pasada también fue aprobada por unanimidad en el Senado de la Nación. 

Por otra parte, la campaña de donación de plasma también fue votada tanto en la Legislatura bonaerense como en la Legislatura porteña. Un hecho que sirvió para difundir este tratamiento alternativo fue el caso del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, a quien, tras haber sido diagnosticado con la enfermedad y tener complicaciones en su capacidad respiratoria, se le aplicó plasma de convaleciente y logró recuperarse. 

—La ley de donación de plasma no creo que contribuya en nada —opina la doctora Balbiani—. El número de donaciones depende de la solidaridad, de la concientización de las personas y del entendimiento de que el plasma de convaleciente, como cualquier sustancia componente de la sangre, son tejidos que no pueden ser fabricado de forma sintética. Por eso, la única forma de poder aplicárselo a un paciente contagiado es que un recuperado de Covid lo done. Que haya una ley que te diga que voluntariamente podés donar plasma no va a cambiar en absoluto el número de donantes. Sí es necesaria una campaña de concientización, como cuando se hacen las campañas para transplante de órganos.

 

—¿Cómo es el mecanismo de la donación?

Alejandra Balbiani: Primero te sacan sangre como si te hicieran un análisis común y se verifica si tenés una buena concentración de anticuerpos y si tu plasma puede ser efectivo en una persona. En caso de poder hacerlo, se extrae la sangre en forma lenta, un proceso que llevará aproximadamente una hora, y esa sangre circula por un aparato pequeño que separa el plasma (componente líquido de la sangre, donde están concentrados los anticuerpos), y las células sanguíneas (glóbulos rojos). Al separarse esos componentes, los glóbulos rojos vuelven hacia el organismo del donante y el plasma es el que queda separado en una bolsa estéril. Es importante que las personas sepan que no es doloroso y que no quedan anémicas después de donar. El plasma no se debe vender ni se le debe cobrar al receptor. No es legal ni es ético. Todos lo deben recibir independientemente de su nacionalidad, religión o nivel social.

 

—¿Todos los recuperados pueden donar?

Alejandra Balbiani: No pueden donar plasma los recuperados que recibieron plasma porque pueden haber tenido un proceso que se llama “sensibilización”, por el cual se genera una especie de respuesta de reacción «alérgica» a esos anticuerpos incorporados. Por eso, si esa persona decide donar, ese plasma a la persona que lo recibe sí le puede producir una reacción alérgica severa. Se recomienda no dejar pasar más de un mes después del alta clínica para donar porque no se sabe a ciencia cierta cuánto dura la inmunidad natural que te da la enfermedad y hay personas que a los dos o tres meses comienzan a perder los anticuerpos.

¿Es posible una Ley Justina para la donación de plasma?

 

Desde el comienzo de la pandemia, el porcentaje de recuperados de Covid-19 que ha decidido donar su plasma ha sido muy bajo. ¿Sirve con que sea voluntaria la donación o, en momentos de emergencia sanitaria, tendría que imponerse la obligatoriedad?

Sobre este último tema conversamos con Daniel Lipovetzky, legislador bonaerense por Juntos por el Cambio, quien presentó un proyecto alternativo porque la donación de pacientes que se recuperaron es muy pequeña. Si bien sostiene que la ley de campaña voluntaria ”demuestra la transversalidad y cómo los diferentes bloques dejaron las diferencias de lado para buscar soluciones a todos los desafíos que nos plantea la pandemia día por día”, señala que con la difusión solo no alcanza. 

Por eso, propuso un proyecto para que la donación de plasma funcione del mismo modo que la Ley Justina: que todos los pacientes recuperados de Covid-19 sean donantes, salvo una voluntad expresa de no serlo. 

Lipovezky fue una figura clave en la sanción de esa ley. Las vueltas de la vida hicieron que él viva el proceso muy de cerca. Su hijo estuvo internado en terapia intensiva durante 15 días en la Fundación Favaloro y justo en la habitación de enfrente estaba Justina Lo Cale, una nena de 12 años que sufría una cardiopatía congénita y falleció a la espera de un trasplante de corazón que nunca llegó. Cuando le tocó dar su discurso durante el tratamiento de la ley, expresó: «Esta ley es futuro, es darle una esperanza a muchos que necesitan un transplante. Esta ley es el legado de Justina y nosotros estamos cumpliendo un mandato popular para que votemos leyes que mejoren la calidad de vida de los argentinos».

 

“Hay una falla de comunicación en general del gobierno de la Provincia sobre todo lo que tiene que ver con la pandemia y esta es una de las causas que explican la poca cantidad de recuperados que se acercan a donar plasma. Estamos en un momento muy difícil, no puede ser que el ministro de Salud (Daniel Gollán) y su viceministro (Nicolás Kreplak) se dediquen a hablar de que la responsabilidad de que haya tantos contagiados en la Provincia es de la Ciudad de Buenos Aires. Ese argumento es insostenible”, plantea Lipovetzky

 

A partir de su sanción, que fue por unanimidad en ambas cámaras, toda persona mayor de 18 años es considerada donante de órganos y, en el caso contrario, debe quedar explícitamente establecida la voluntad de no serlo.  En los menores de edad, los padres son quienes toman la decisión.

El éxito de esta normativa quedó enseguida en evidencia. En el primer año de su sanción, Argentina alcanzó una tasa de 20 donantes de órganos por millón de habitantes, la más alta de su historia, según informó el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Inucai). 

El diputado bonaerense presentó un proyecto que va más allá de la voluntariedad en la que se basa la actual Ley sancionada en el Congreso Nacional: plantea el mecanismo de donante presunto, “tomado como modelo legislativo cuando aprobamos la Ley Justina de donación de órganos”.

 

—¿Por qué creés que el proyecto generó tanta polémica? 

Daniel Lipovetzky: En las redes sociales, sobre todo en Twitter, se intentó instalar la idea de que el proyecto tenía como objetivo la donación compulsiva y esto no es así. Mi iniciativa no se basaba solo un programa de difusión y promoción, sino que todo paciente de Covid-19 recuperado, si no expresa su voluntad de no ser donante, se lo considera donante presunto y, por lo tanto, se lo incorpora en un registro para que el Estado tenga mayor proactividad en convocarlo a donar.

Aunque su proyecto no logró ser tratado en el recinto de la Legislatura bonaerense, Daniel Lipovetzky decidió acompañar la Ley de Campaña Voluntaria de donación de plasma, a pesar de estar convencido de que su iniciativa era superadora e iba a traer mejores resultados. 

—Optamos por la celeridad más allá del pensamiento de que nuestro proyecto era superador y en ese marco decidimos votar la ley de donación voluntaria. Seguramente volvamos a plantear nuestra iniciativa, pero primero estamos esperando que el Gobierno de la Provincia ponga en funcionamiento la ley de donación voluntaria. Hasta ahora solo se reglamentó, no hemos visto ninguna campaña de difusión, ni de promoción —explicó Lipovetzky.

La médica Alejandra Balbiani considera que “la propuesta de adoptar una normativa similar a la Ley Justina es mucho más útil porque es una normativa más determinante y más resolutiva. En Argentina no tenemos a cultura de la solidaridad y del entender que un día podemos ser los donantes y otro día podemos necesitarlo. A diferencia de la donación de órganos, la donación de plasma de pacientes recuperados es la propia persona la que tiene que decidir si dona o no. Acá no se habla de una vida que se pierde. El donante de plasma recupera en forma muy rápida el poco líquido que se le saca y no lo perjudica en su salud”.  

A partir de la ley aprobada en el Congreso Nacional, por cada donación de plasma que haga un paciente recuperado de Covid-19, tendrá una licencia laboral especial de dos días. Este beneficio corre tanto para empleados del sector público como privado.

La baja cantidad de donaciones obliga al Gobierno a comenzar a mostrar acciones y desplegar campañas para que el número comience a aumentar. Bajo el lema “Doná plasma”, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, y el vicejefe de Gobierno Porteño, Diego Santilli, firmaron un convenio con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para fomentar que los socios de clubes del fútbol argentino que se hayan recuperado de coronavirus concurran a los hospitales cercanos autorizados a donar. Como agradecimiento, la AFA entregará indumentaria de la Selección nacional o ropa del club del cual son hinchas. 

 

“Es un reconocimiento que además le da visibilidad a la donación de plasma. Permite integrar una causa tan importante a nuestra cultura y nuestra historia”, expresó Kicillof.

Por su parte, desde las redes sociales funcionarios bonaerenses, a través de una campaña en redes sociales titulada #DonáPlasma, piden que los recuperados de Covid-19 se acerquen a donar. Uno de ellos fue el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, quien escribió en su cuenta de Twitter: “Necesitamos del amor y la solidaridad de los pacientes recuperados de Covid-19 para desarrollar los nuevos tratamientos. Es imprescindible que se presenten de manera urgente. DONÁ PLASMA llamando al Incucai. 0800 222 0101”.

Está claro que con esto no alcanza y que desde los organismos gubernamentales deberán poner todas sus energías en hacer una campaña de difusión efectiva que permita el aumento del número de donaciones. Si esto no sucede, ¿por qué no adaptar la Ley Justina para la donación de plasma? Si fue exitosa en lo referido a transplante de órganos, ¿por qué no va serlo con la donación de plasma? El tiempo será el único encargado de respondernos estas preguntas que, por ahora, no tienen una única respuesta.

 

POR CAMILA MIELE

ILUSTRACIONES: LUCAS BAYLEY

 

Camila Miele

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